Iñaki Urdangarin ha iniciado a las 13.07 horas de este viernes su declaración como acusado en el juicio del caso Nóos
Iñaki Urdangarin ha iniciado a las 13.07 horas de este viernes su declaración como acusado en el juicio del caso Nóos - EFE

Urdangarín, el protagonista de un cuento de hadas con final infeliz

El esposo de Doña Cristina ha empezado este viernes su declaración en el juicio del caso Nóos

PALMA DE MALLORCA Actualizado: Guardar
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Una de las reglas más curiosas del balonmano tiene que ver con la denominada «acción de juego pasivo». Esa regla se aplica cuando los árbitros consideran que un equipo que está en posesión del balón demuestra una clara intención de no querer atacar a portería, ya sea para perder un poco de tiempo o por cualquier otro motivo. Cuando eso sucede, dicho equipo es sancionado entonces con una falta. La estrategia seguida este viernes por Iñaki Urdangarín, en el inicio de su comparecencia en el juicio del caso Nóos, parecía deudora, al menos en parte, de esa regla. En la medida de lo posible, Urdangarín ha evitado atacar o inculpar a nadie, con la excepción de su asesor fiscal Miguel Tejeiro, al mismo tiempo que se ha mostrado dubitativo o inseguro en bastantes momentos de su declaración.

En los cuatro días previos, había comparecido su antiguo socio, Diego Torres, que optó por seguir una línea de actuación algo más ofensiva. Sólo deportivamente hablando, claro. Otra diferencia que se ha podido constatar esta semana tiene que ver con el tono con el que ambos se han expresado ante el tribunal. Si Torres fue más bien locuaz y pedagógico en sus explicaciones, Urdangarín se ha mostrado en su primera intervención bastante más retraído y lacónico. Quizás fuera también así cuando los dos eran socios. Torres dijo estos días que ambos se complementaban y que su procedencia de ámbitos completamente diferentes —el académico y el deportivo— habría sido en realidad un activo para el Instituto Nóos. Hoy parece casi demostrado, sin embargo, que como mínimo falló entre ambos algo más de comunicación.

En los años previos a la puesta en marcha de Nóos, fechada en 2003, Urdangarín parecía el protagonista real de una de esas historias que sólo creemos posibles en los cuentos de hadas. Nacido en la guipuzcoana localidad de Zumárraga en 1968, desde niño destacó sobre todo como deportista. Más adelante, en la adolescencia, se centró ya únicamente en la práctica del balonmano, en donde llegó a ser un jugador de primer nivel. Con la selección española de balonmano, por ejemplo, consiguió dos medallas de bronce olímpicas, una en Atlanta 1996 y otra en Sidney 2000. Fue en la ciudad norteamericana donde se conocieron Urdangarín y Doña Cristina. Un año después, contrajeron matrimonio en Barcelona. A partir de ese momento, pasaron a ser conocidos también como los Duques de Palma.

En su currículum oficial, constaba que Urdangarín era miembro del Comité Olímpico Español y licenciado en Administración y Dirección de Empresas. Además, todo el mundo decía que era atractivo, educado y simpático. Parecía el yerno —o el duque— ideal. Sin embargo, la suerte de Urdangarín empezó a cambiar a partir de 2005, cuando desde la Casa del Rey se le dijo que no veían con buenos ojos su actividad en el Instituto Nóos, que abandonó un año después. Aun así, al parecer siguió vinculado en mayor o menor medida a Torres durante dos años más, hasta su marcha a Estados Unidos por razones laborales. Urdangarín y Doña Cristina, junto con sus hijos, vivieron en Washington durante unos años, ciudad en donde, curiosamente, también había vivido y trabajado otro de los acusados del caso Nóos, el expresidente balear Jaume Matas.

En 2011 llegaría la imputación de Urdangarín y en 2013 se filtraría el contenido de algunos correos electrónicos de carácter personal, por ejemplo uno en donde hacía un juego de palabras poco afortunado con el término Palma. Una vez acabada la fase de instrucción, la Audiencia Provincial decidió que Urdangarín y Doña Cristina fueran finalmente dos de las 17 personas que se sientan ahora en el banquillo por el caso Nóos.

La próxima semana proseguirá la declaración iniciada este viernes por Urdangarín. Entonces sabremos si ha decidido seguir o no con su estrategia de «acción de juego pasivo». O si quizás se ha decantado por alguna fórmula más próxima a la exhibida estos días por Torres. Lo único que por ahora sabemos con certeza es que Urdangarín ha dejado de ser ya el yerno —o el duque— ideal. Como escribió en cierta ocasión el maestro Ignacio Camacho, en la vida real los cuentos casi nunca acaban como nos merecemos.

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