Escuálidos en población, encierran todos ellos encantos listos para ser descubiertos por quien los visite
Escuálidos en población, encierran todos ellos encantos listos para ser descubiertos por quien los visite - Fabián Simón
Paisajes

De ruta por los nueve pueblos más minúsculos de Aragón

Bagüés, en la provincia de Zaragoza, es el menos poblado: solo 12 vecinos empadronados

Zaragoza Actualizado: Guardar
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Todos ellos comparten la misma -y preocupante- realidad: sus ínfimos censos demográficos que les sitúan ante un peligroso horizonte: el de quedar convertidos en pueblos fantasma, deshabitados. Son las nueve localidades más despobladas de Aragón, pero también, en muchos casos, rincones cargados de encanto. De norte a sur, son el testimonio vivo de la historia que aguanta por seguir viva entre sus calles.

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  1. Bagüés: el más despoblado

    Está en la esquina norte de la provincia de Zaragoza, en la zona de la comarca de las Cinco Villas que se asoma hacia el Pirineo oscense. De hecho, aunque pertenece a la provincia de Zaragoza, a efectos administrativos forma parte de la comarca oscense de la Jacetania.

    Bagüés llegó a tener más de 230 habitantes en la década de los 20 del siglo pasado. Ahora aguanta con solo 12 vecinos empadronados, tras perder uno en el último censo anual que acaba de certificar el Instituto Nacional de Estadística (INE).

    Cuenta la historia que Bagüés remonta sus orígenes al siglo VI antes de Cristo, cuando en este enclave se asentaron sus primeros pobladores, tribus de origen celta.

  2. Balconchán: 14 empadronados

    En la zaragozana comarca de Daroca aguanta Balconchán con 14 vecinos empadronados, uno menos que hace un año. Cerca de él queda, como testimonio rotundo de la despoblación, el caserío deshabitado de Aldehuela.

    De Balconchán es apreciada el agua que sale de su manantial, del que presumen los lugareños. Dicen que el agua es ideal para cocer legumbres.

    Pese a lo reducido del municipio, encierra interesantes muestras de arte. Es el caso del magnífico retablo renacentista de su iglesia parroquial, dedicada a la Virgen del Rosario. En un paraje próximo al pueblo se pueden encontrar interesantes pinturas murales del siglo XIV, las que decoran una de sus ermitas.

  3. La Zoma: el más minúsculo de Teruel

    La Zoma se ha convertido en el pueblo más minúsculo de Teruel. Ningún otro le supera en tan escaso censo: 16 empadronados, dos menos que hace un año. Nada que ver con los casi 200 que llegaban a convivir en esta localidad a finales del siglo XIX y principios del XX. Desde entonces, el éxodo rural fue mordiendo población década tras década.

    Pertenece a la comarca turolense de las Cuencas Mineras, una de las más castigadas por la emigración, acentuada desde los años 90 por el cierre de las minas del carbón.

    Situado a 88 kilómetros de Teruel capital, La Zoma. Destaca su iglesia barroca, dedicada a la Asunción, y el edificio de la Casa Consistorial, que data del siglo XVI.

  4. Salcedillo: 17 vecinos

    Salcedillo ha logrado toda una proeza demográfica en el último año: ha ganado cuatro empadronados. La cifra parece escasa, pero es todo un logro porque, dado el escuálido censo de la localidad, le ha supuesto aumentarlo en un 31% en doce meses.

    Hace un año el padrón ascendía a 13 personas en esta localidad perteneciente a la comarca de las Cuencas Mineras; ahora son 17 las que figuran en los censos oficiales del INE, en los que hace seis años aparecía con tan solo seis empadronados.

    Pero es otro de los ejemplos de la diferencia que suele haber entre el padrón oficial y la realidad de pueblos muy pequeños. «Si vamos ahora a Salcedillo, posiblemente no nos encontraremos a nadie viviendo allí», indicaba esta misma semana el presidente de la comarca de las Cuencas Mineras, José María Merino.

  5. Veguillas de la Sierra: 19 empadronados

    Situado a 1.270 metros de altitud, Veguillas de la Sierra se encuentra en ese epicentro que es el desierto demográfico de la antigua Celtiberia, el área rural azotada por la despoblación que se extiende entre las provincias de Zaragoza, Cuenca y Teruel.

    En Veguillas, según el último padrón que acaba de publicar el INE, quedan 19 vecinos de forma oficial.

    Pese a su difícil presente y negro futuro demográfico, esta minúscula localidad cuenta con interesantes muestras de arquitectura historica, comola iglesia parroquial, dedicada santa Waldesca, o la ermita de San Marcos, también conocida como «iglesia Vieja».

  6. Almohaja: al borde del olvido

    Cercano ahora al umbral de la despoblación más rotunda, Almohaja fue enclave ocupado por el ser humano desde hace milenios. Dan fe de ello los restos arqueológicos que encierra el subsuelo de su entorno.

    Almohaja, enclavado en un intersante espacio natural surcado de barrancos, aguanta ahora con un censo oficial de 19 empadronados.

    Atrás quedan los años en los que los lugareños veían pasar ante sí el tren, una línea que acabó convertida también en «resto arqueológico»: el ferrocarril que conectaba las minas turolenses de Ojos Negros con el puerto valenciano de Sagunto. La línea pasaba muy cerca de Almohaja.

  7. Aguatón: orgullo de serranía turolense

    Llegó a tener casi 260 vecinos en el último cuarto del siglo XIX. Ahora solo le quedan 19 empadronados. Aguatón pertenece a la comarca Comunidad de Teruel y está enclavado a 1.225 metros de altitud.

    Es otro de los pueblos minúsculos de Aragón que encierran encantos en pequeñas pero intensas dosis: su veterana arquitectura de serranía, la belleza paisajística de su entorno, su iglesia parroquial que empezó a levantarse a finales del siglo XVII...

  8. Bádenas: de 400 vecinos a apenas 19

    La Sierra de Cucalón arropa a la localidad de Bádenas y sirve de telón de fondo a la bella panorámica que ofrece la vista de esta pequeña población de la comarca turolense del Jiloca.

    Bádenas estrenó el siglo XX con 400 vecinos. Ahora le quedan únicamente 19 en el padrón oficial. Es uno de los contundentes ejemplos de lo que fue el éxodo en el medio rural aragonés durante el siglo pasado.

  9. Fago: crónica negra en el Pirineo

    En pleno corazón del Pirineo resiste Fago, la localidad más despoblada de la provincia de Huesca. Minúsculo enclave de pasado poético por sus «golondrinas», el apodo que los lugareños daban a las muchachas del pueblo que cruzaban el Pirineo en otoño para trabajar como sirvientas domésticas o en las fábricas de alpargatas de la localidad gala de Mauleón, y que regresaban a Fago para la primavera y el verano.

    Esta pequeña localidad perteneciente al bello Valle de Ansó se hizo involuntario e indeseado hueco en las páginas de la crónica negra española. Fue en enero de 2007, por el «crimen de Fago»: tras enquistadas rencillas, el forestal Santiago Mainar acabó a tiros con la vida del entonces alcalde, Miguel Grima.

    Fago guarda el encanto de la veteranía de los pueblos del Pirineo. Recorrer sus calles es asomarse a la arquitectura tradicional y de sugerente historia. El paisaje de su entorno está lleno de oportunidades.

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