Científicos trabajando en las instalaciones del Laboratorio Subterráneo de Canfranc
Científicos trabajando en las instalaciones del Laboratorio Subterráneo de Canfranc - LSC
Ciencia

Las entrañas del Pirineo en las que enmudece el Universo

Científicos de cinco países se reúnen en el Laboratorio Subterráneo de Canfranc para evaluar el trabajo en este enclave en el que se logra el «silencio cósmico»

Zaragoza Actualizado: Guardar
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Lograr el «silencio cósmico» no es sencillo, pese a resultar esencial para un buen número de investigaciones científicas que necesitan desentrañar buena parte de los secretos del Universo que quedan por descifrar. Entre ellos, por ejemplo, lograr definir y descifrar qué es la materia oscura.

Uno de los pocos lugares del mundo preparados para investigar en condiciones de «silencio cósmico» está en las entrañas del Pirineo, en Canfranc (Huesca). Este enclave, cargado de historias -como su papel como nido de espías en la II Guerra Mundial y la estancia de militares nazis en su estación internacional de ferrocarril- es uno de los núcleos de la investigación astrofísica de Europa.

El Laboratorio Subterráneo de Canfranc (LSC) utiliza parte de lo que fue el túnel inaugurado por Alfonso XIII hace casi cien años para conectar por tren España y Francia a través de esa parte del Pirineo aragonés.

El túnel quedó en desuso hace cuarenta años, cuando se cerró el tráfico internacional de trenes por Canfranc.

Este laboratorio lo componen una serie de galerías situadas a una profundidad de 850 metros, en plena Cordillera, en las entrañas del Monte del Tobazo. Esa profundidad, la gran masa de roca que lo cubre, es lo que consigue que se dé allí el «silencio cósmico».

Sin él, sin ese Universo enmudecido a la perfección, sería imposible desarrollar las investigaciones que se llevan a cabo en ese enclave. Entre ellas, tratar de agarrar la denominada materia oscura, todavía un misterio para la ciencia. Por materia oscura se define lo que compone mayoritariamente el Universo, pero sin saber exactamente qué es y cómo se comporta.

La mole de roca del Pirineo hace de filtro. Se traga partículas y flujos de energía cósmica, y deja pasar astropartículas que permitirán -eso se pretende- desentrañar misterios como el de la materia oscura.

Es la paradoja del Laboratorio Subterráneo de Canfranc: escudriñar en el Cosmos desde las entrañas de una montaña. Las instalaciones ocupan una superficie de 1.250 metros cuadrados en el corazón del Pirineo.

Otra de las líneas de investigación que se desarrollan en la actualidad en esas instalaciones se centra en los neutrinos. Y hay un campo más de indagación científica especializado en movimientos sísmicos y deformaciones terrestres.

Hasta la fecha, investigadores de una quincena de países han participado en programas de trabajo en el Laboratorio Subterráneo de Canfranc. En los proyectos que se desarrollan actualmente están implicados universidades e institutos científicos de países como Japón, Estados Unidos, Rusia, Suiza, Canadá, Italia o Portugal, entre otros, además de varias universidades españolas.

El Laboratorio Subterráneo de Canfranc depende del Estado y su gestión está compartida con el Gobierno aragonés y con la Universidad de Zaragoza.

Entre este lunes y mañana, el comité científico que supervisa el trabajo del Laboratorio Subterráneo de Canfranc se reúne allí para valorar el progreso de los experimentos que se están llevando a cabo. Harán un informe científico con las propuestas que posteriormente se remiten a los órganos de gobierno del Laboratorio.

Este comité, que se reúne cada seis meses. Lo integran destacados miembros de la comunidad científica internacional en el campo de la física de astropartículas, provenientes de Estados Unidos, Suiza, Canadá, Italia y España.

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