Análisis

¡Tres días sin hablar de Rivera!

Ciudadanos ha quedado fuera de foco político y mediático, porque más allá de la sobredimensión que pueda atribuirse al crecimiento real de ese partido no tienen competencia

Albert Rivera, tras su intervención en el Congreso de los Diputados la pasada semana Reuters
Manuel Marín

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El éxito de la moción de censura de Pedro Sánchez contra Mariano Rajoy ha surtido un efecto disuasorio sobre Ciudadanos en general, y disolvente sobre Albert Rivera en particular. En España lleva tres días sin hablarse de Rivera , y resulta inédito tras la dimensión que le habían adjudicado las encuestas hasta hace tan solo una semana.

En cierto modo, Ciudadanos ha quedado fuera de foco político y mediático, porque más allá de la sobredimensión que pueda atribuirse al crecimiento real de ese partido, Pedro Sánchez designando Gobierno y despidiendo a la selección de fútbol hacia el Mundial, o la emoción de Mariano Rajoy abandonando la presidencia de un PP en estado de shock tras cuarenta años en la política activa, no tienen competencia. En menor medida, Podemos también es víctima de esta suerte de disolución de la «nueva política» en el denso éter del bipartidismo tradicional.

Ayer, Óscar López, antiguo secretario de Organización del PSOE y hoy senador, reflexionaba como autor de un libro sobre lo efímero y fugaz de la política actual , y sobre lo fácil que le puede resultar a un partido ensimismarse y encasillarse en mensajes caducos, no adaptados al vértigo de los tiempos frente al empuje de una realidad social que avanza más rápido que los políticos. «¿Y cuánto cree que durará el nuevo Gobierno de Pedro Sánchez antes de convocar elecciones?», se le preguntó. «¿Cómo puedo contestar a lo que vaya a pasar dentro de un año si es imposible saber en política lo que va a ocurrir en diez minutos?». Diez minutos son ya toda una vida. Es casi el tiempo que discurre entre liderar las encuestas y tropezar con los cálculos equivocados.

Rivera, presentado como un mago de las dotes comunicativas y como una suerte de neocon capaz de arrebatar discursos y banderas al PP con tanta facilidad como indolencia mostraron los populares, ha quedado descolocado con la moción de censura. Más aún. Ha quedado como colaborador táctico del vuelco político por haber consagrado un discurso tan drástico, sobreactuado y castigador contra el PP, que Rivera se ha pasado de frenada y solo Sánchez ha sacado provecho . Sánchez está eufórico y Rajoy en fase de depresión. Pero Rivera… Rivera aún medita cómo reaccionar a lo ocurrido porque es muy complejo y profundo. Ya no le bastará con esgrimir el facilón discurso regenerativo contra la corrupción que le ha hecho levitar sobre el resto de los líderes en los últimos meses. Con Rajoy fuera de juego, Rivera ha estrechado su propio margen de maniobra.

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