Mariela Alejandra Benítez, madre de Naiara, durante una entrevista concedida a Efe
Mariela Alejandra Benítez, madre de Naiara, durante una entrevista concedida a Efe - EFE

La trágica historia de Naiara

Mariela Alejandra Benítez, madre de la niña asesinada en Sabiñánigo, achaca la muerte de su hija a la pérdida de cordura de Iván Pardo y a que Naiara estaba en «el sitio equivocado»

Madrid Actualizado: Guardar
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Sabiñánigo (Huesca) se convirtió hace unas semanas en el epicentro mediático de nuestro país. Este municipio de apenas 9.000 habitantes fue la escena de uno de los crímenes con mayor repercusión en los últimos años. Allí, una niña llamada Naiara, de apenas 8 años, murió como consecuencia de una brutal paliza propinada por el que era su tío.

La tragedia se remonta a la tarde del 6 de julio. Fue entonces cuando el 061, el servicio de emergencias de la región, recibió una llamada alertando del grave estado en que se encontraba la menor. La gravedad de las lesiones que presentaba la pequeña Naiara provocó que los efectivos médicos decidieran su inmediato traslado al Hospital Miguel Servet de Zaragoza. Naiara adolecía de múltiples contusiones, pero sería un traumatismo cranoencefálico el que declinó la balanza de forma drástica.

La pequeña acabó sucumbiendo a la crueldad y la saña con que su tío, Iván Pardo, la agredió.

Minuto de silencio en Huesca en recuerdo de Naiara
Minuto de silencio en Huesca en recuerdo de Naiara - EFE

Unas horas después de la agresión, el tío de Naiara fue detenido por la Guardia Civil acusado de haber apalizado a su sobrina y, en suma, se tornó en el principal sospechoso de la muerte de la pequeña. En las primeras declaraciones ante la Benemérita, Pardo se refugió en lo que resultaría ser una burda coartada. Según el familiar de la víctima, se había encontrado a Naiara en el suelo tras caerse de las escaleras, pero la severidad de las heridas hicieron sospechar a los facultativos, quienes rechazaron la versión y activaron el protocolo previsto para casos de agresiones.

Las crecientes sospechas que se cernían sobre Pardo acabaron confirmando la evidencia: la confesión del homicidio. El infanticida había infligido un «castigo» mortal a Naiara. Según acabó confesando, «se le fue la mano» porque la niña se negaba a estudiar. Pese a esa supuesta falta de intencionalidad, el sadismo y la saña acabaron en fatalidad.

Un pueblo hundido

El atentado contra la vida de Naiara dejó al pueblo hundido y en «shock» por un hecho difícil de imaginar. Se sucedieron los actos de homenaje en recuerdo de Naiara. Centenares de personas se congregaron frente al Ayuntamiento de la localidad en recuerdo de la menor y en señal de la más absoluta repulsa por el flagrante ataque contra la pequeña. Pero el impacto sería mayor cuando las investigaciones constataron que la pequeña había sido torturada. Las señales de violencia que presentaba el cadáver -hematomas circulares en las muñecas y en los tobillos- evidenciaban que el agresor había atado a Naiara. Al parecer, Pardo, tal y como adelantó ABC, tenía normalizada la violencia como método de aprendizaje, lo que hace presuponer que no fue la única vez que la pequeña sufrió este tipo de agresión.

Los hechos acaecidos causaron gran indignación. Los datos de la menor comenzaron a trascender. Pronto se conoció que Naiara había nacido en la provincia argentina de Misiones, fruto de una relación que su madre Mariela mantuvo con Briones, del que se había separado hacía años. En España, Mariela conoció a Carlos con el que se casó al poco tiempo de conocerle. De esta última relación nacieron sus «dos princesas españolas», como las denominaba Mariela en sus redes sociales. Dos hijas que se sumaban a otros tres que había tenido con diferentes hombres: Gonzalo, Benjamín y la pequeña Naiara.

Según pudo saber ABC, Mariela se había desentendido hace años de sus dos hijos varones, cuyo cuidado dejó a cargo de la abuela, Norma, una maestra jubilada con residencia en Argentina. El destino quiso que la pequeña Naiara emprendiera la aventura en tierras aragonesas de la mano de su madre. La familia de Carlos, habitante de Sabiñánigo, nunca aceptó a la niña por no ser de su sangre: los insultos y humillaciones pronto se tornaron en constante.

La abuela materna de Naiara pidió a la madre que volvieran a Argentina

Conocedora de la complicada situación, Norma (abuela de Naiara en Argentina), instó a su hija Mariela a que retornaran a Argentina, propuesta que rechazó sin tapujos porque ahora «vivía en el primer mundo».

La noticia de la muerte de Naiara causó un tremendo impacto al otro lado del Atlántico. Uno de los hermanos de Naiara, a cargo de Norma, dedicó unas palabras muy duras a su progenitora, a las que acusó de vivir solo por su marido y no preocuparse por sus vástagos. La conducta de Mariela con sus hijos ha sido criticada en cuantiosas ocasiones por miembros de su círculo familiar.

«Se han contado muchas mentiras»

La madre de Naiara, en una entrevista a Efe, trató de atajar de raíz las acusaciones vertidas contra ella. «Se han contado muchas mentiras», aseguraba Mariela. De acuerdo con su relato, la pequeña Naiara vivía feliz con su familia en la localidad de Sabiñánigo; una felicidad empañada por el supuesto acoso escolar que padecía la pequeña. Incluso, se negó a creer que su hija fuera víctima de torturas de parte de su marido o su familia política. Pero la defensa de la que se había convertido en su familia en Sabiñánigo va más allá. Mariela achacó el homicidio a una pérdida de la cordura en un momento puntual, según se desprende de su testimonio a Efe.

Transcurridas casi dos semanas del crimen, el caso de Naiara sigue sembrando muchas dudas. Sorprende, no obstante, la frivolidad con que la madre defiende a su familia política en España. El rencor que albergaría cualquier madre contra el asesino de su hija no está presente entre los sentimientos de Mariela. Simplemente Naiara estaba «en el lugar y en el momento equivocado».

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