Puigdemont relegará a ERC y hará vicepresidente a uno de los suyos
Quiere aprovechar la sentencia del TJUE para crear la ilusión de su retorno a España
El pasado domingo, cuando se daba ya por segura su inhabilitación, conocida ayer , el presidente de la Generalitat, Quim Torra , fue llamado a consultas a Waterloo y se le hizo «una encerrona» —según un colaborador— para que relegara a Pere Aragonès (ERC) y nombrara a un vicepresidente primero de JpC, con la instrucción concreta de que fuera Jordi Puigneró , consejero de Políticas Digitales y Gobernación. Le sustituiría en el cargo Meritxell Budó , hoy consejera de la Presidencia y portavoz del Govern. Puigneró, que asistió el miércoles al palco del Camp Nou para presenciar el clásico, negó entre risas y un cierto nerviosismo esta operación. «Esta legislatura», dijo, «tiene una mala salud de hierro y aunque todo el mundo la da por muerta yo creo que durará, por lo menos, todo 2020».
El consejero forma parte del núcleo duro del expresidente huido y es su amigo personal. La Guardia Civil investiga algunos contratos en su departamento con la sospecha de que podrían ser tapaderas para desviar dinero a Waterloo. Puigneró fue objeto de toda clase de burlas cuando habló de la existencia de una «república digital catalana».
Con esta operación, Puigdemont pretende que cuando Torra sea inhabilitado la Presidencia en funciones recaiga en uno de sus soldados . La justificación ante Esquerra es que en esta legislatura les corresponde a ellos la Presidencia, por haber ganado Puigdemont a Junqueras por dos escaños de diferencia. Un pleno de investidura puede ser convocado en un plazo de diez días desde la fecha efectiva de la inhabilitación y si la investidura resulta fallida, el plazo para conseguir un nuevo presidente es de dos meses.
JpC propondría de candidato al expresidente huido, que pese a la propaganda puesta desde ayer en ondulación a propósito de la sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea, no podrá ser elegido porque en el remoto caso de que regresara a España y no fuera inmediatamente detenido, tendría que recoger su acta como diputado en el Parlament y de hacerlo perdería su condición de europarlamentario, y su inmunidad, y sería encarcelado y procesado.
De todos modos, el objetivo de presentarle no sería su investidura sino hacer quedar mal al presidente del Parlament, Roger Torrent, de Esquerra, que cometería un flagrante delito , que le llevaría camino de la inhabilitación, si aceptara la candidatura de Puigdemont tras las inequívocas sentencias de la Justicia en este sentido; y si se negara a ello podrían acusarle de «traidor», de «cobarde» y de «español». Y además, JpC sabe que no tiene sentido intentar presentar a otro candidato que no sea Puigdemont, porque la CUP no lo votaría y sus 4 escaños son necesarios (aunque sea con su abstención) para llegar a la mayoría parlamentaria necesaria.
Esquerra estaba ayer satisfecha con la sentencia del TJUE, por lo que tiene de reconocimiento a «la dignidad» de Oriol Junqueras, pero no escondía su preocupación por el hecho de que tal pronunciamiento es muy difícil que beneficie en los hechos a su líder, y le da en cambio vida y foco al fugado, que podrá ser europarlamentario.
Los republicanos entienden que, con la sentencia de ayer, el expresidente forzará con más intensidad que nunca el imaginario de su regreso, aunque tanto ellos como sus colaboradores más mesurados tienen claro que «de ninguna manera pondrá un pie en España si no tiene garantizado que no va a ser detenido» , y pase lo que finalmente pase, altamente improbable que la Justicia española le ofrezca esta clase de garantías
La única duda real de Puigdemont es el «momento»: si llevar a cabo en enero esta maniobra, aprovechando el tirón y los beneficios de la sentencia del TJUE, para tener elecciones en marzo y poder hacer una campaña pletórica y derrotar a Esquerra, que «sólo» tendrá a un Pere Aragonès «aún muy verde y nada carismático», según otro consejero de la Generalitat, que también se encontraba en el palco del Camp Nou, o esperar a que Torra presente el recurso con la idea de alargar la legislatura hasta junio, y nombrar vicepresidente primero a Puigneró dentro de dos meses. Hasta la sentencia de ayer, y en cualquier caso hasta que se aclaren sus efectos reales, que desde luego no son tan obvios como pretende el independentismo, Puigdemont tiene prisa porque el mes de febrero le caduca el DNI y sin tenerlo en regla no podría ser candidato.
Torra llega muy cansado a esta fase final de su presidencia. Ve la inhabilitación «como un alivio» y como la «salida honrosa» de una presidencia que no ha podido sustanciar en nada concreto ni digno de ser recordado por su patriotismo, que es a lo que, desde el principio, el exeditor de libros aspiró. Si tras la sentencia del procés, el presidente perdió la confianza de Puigdemont tras anunciar un segundo referendo de independencia sin consultarlo con nadie, el domingo por la noche, en la misma cena en que se le indicó que tenía que nombrar vicepresidente primero a Puigneró, tanto Puigdemont como Elsa Artadi le reprocharon severamente que hubiera sido tan «generoso» en sus concesiones a ERC y a los comunes . Un Puigdemont muy excitado contra los republicanos empezó a gritarle: «A estos traidores ni agua». Puigdemont, con Xevi Xirgo, el director de El Punt Avui, de «negro», está escribiendo un libro para atacar a Junqueras «y explicar toda la verdad sobre cómo es este cobarde en realidad», que verá la luz en 2020. La bronca con su pese a todo amigo Puigdemont fue tan amarga y tensa que el mismo domingo por la noche llegó Torra a plantearse llegar el lunes a la Generalitat y firmar el decreto de convocatoria de elecciones.
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