A la playa con el DNI

La cumbre el G-7 ocasiona trastornos en la frontera en plena temporada turística. Vecinos y comerciantes temen las razias de los antisistemas

La policía española, en el lado francés del Puente de Santiago I.R

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La apacible vida del veraneante del Bidasoa, límite natural entre España y Francia, se ha visto alterada por el G-7. La reunión de los altos mandatarios en Biarritz, a solo 23 kilómetros de Irún, está causando una serie de trastornos en plena temporada turística, principalmente de tránsito por la frontera. La comarca está blindada por las policías de ambos países (Gendarmerie y Policía Nacional, Guardia Civil y Ertzaintza) que vigilan los pasos fronterizos, por tierra, mar y aire desde el pasado lunes. Los atascos ante el despliegue policial ya están siendo notables, los barridos alteran las telecomunicaciones, pero lo peor está por llegar: miles de antisistema que serán ubicados en Hendaya y otras poblaciones próximas y harán una contramarcha en Irún.

En la Bahía del Txingudi no se habla de otra cosa. Mientras unos ironizan sobre la presencia de hombres de la CIA -Trump aterrizará en Foronda (Vitoria)- los comerciantes se maldicen de que la cumbre rompa en agosto y temen la llegada de miles de radicales y sus violentas razias contra todo lo que huele a negocio. En Hendaya han avisado ya de que las sucursales bancarias cerrarán toda la semana . «Piden que blindemos los escaparates, pero así quién va a abrir», se preguntaba el viernes un comerciante próximo a la estupenda playa de Ondarraitz, ya en territorio francés, más vacía este año de lo habitual. «Nos viene lo mejor de cada casa», ironizaba el viernes una señora en el mercado irunés, que acogerá en su recinto ferial, Ficoba, la gran marcha anti G-7 alentada por Otegui.

Vecinos y turistas se quejan de que la zona se ha convertido en una ratonera para el tráfico. Pedro y Paloma, veraneantes de toda la vida en Hendaya y residentes en Bruselas, adelantarán hoy su viaje de regreso a casa y evitarán la autopista hacia Biarritz. El sábado por la noche sufrieron el atasco kilométrico en la frontera tras cenar con unos amigos en este lado. «Es un pequeño gran inconveniente» , señalan, despidiéndose del Bidasoa hasta Navidad. Como ellos, Rosa y José Luis, residentes en Cataluña, dudan si acortar su estancia en Hendaya. El Ayuntamiento ha instalado uno de los campamentos para los anti G-7 debajo de su casa. «Si se pone la cosa fea, nos iremos», asume Rosa, quecruza a diario a Irún a ver a su madre, casi 99 años.

La seguridad llega al punto de que los veraneantes que cogen a diario el barquito de Fuenterrabía para cruzar a la playa de Hendaya deben llevar encima la documentación . Mikel hacía ayer la cola para subirse al bote, ante la mirada de gendarmes franceses y agentes de la Policía Nacional y la Guardia Civil. En una mano, la tabla de surf; en la otra, el DNI. Y la bolsa de la playa debe pasar por un escáner dentro de un furgón policial. A pocos metros, otros surferos iban a nado de una costa a otra. Para librarse del control o para ahorrarse los 2 euros del pasaje.

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