La notoriedad de Puigdemont asusta a su posible casero

Quedarse en Bélgica como activista tampoco es fácil para el ex presidente

Vídeo: Puigdemont ve frustrado el alquiler de una mansión en Waterloo tras filtrarse a la prensa ATLAS
Enrique Serbeto

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Una casa de 4.400 euros mensuales hasta ahora habitada por un diplomático árabe y situada en la localidad que ha pasado a la historia como el símbolo de la derrota definitiva de Napoleón. Y por si fuera poco, situada en pleno corazón de la disputa lingüístico-territorial entre los flamencos y valones, destinada a ser una especie de puente entre Bruselas -aislada en suelo flamenco- y la Bélgica francófona del sur. Es decir, que tampoco es un lugar que le puede gustar a sus principales aliados en este país, los independentistas flamencos.

Y a juzgar por lo que ha dicho la prensa belga, tampoco le ha gustado al propietario de la casa el hecho de que se haya filtrado la operación y mucho menos saber que detrás de la persona que ha firmado el preacuerdo de alquiler, Josep María Matamala, se encuentra el expresidente de la Generalidad, que trata de imaginarse una salida a su situación .

Si Puigdemont quiere residir en Bélgica también tendrá que acudir al ayuntamiento donde fije su residencia para inscribirse. En este caso, en el de Waterloo no tienen noticias de que vaya a hacerlo. Pero si hay una cosa que los belgas consideran imprescindible es que los habitantes pongan su nombre en el timbre de la puerta donde viven. No vaya a ser que tengan que hacer una gestión -por ejemplo detener a alguien- y molesten al vecino. Y eso incluye a las casas unifamiliares y a los apartamentos. Un timbre con el nombre de Puigdemon al lado es la primera de las medidas que tendría que tomar el presidente destituido.

De todos modos, a Puigdemont no le pueden poner muchos problemas si lo que quiere es seguir en Bélgica, primero porque posee un pasaporte español que le otorga los derechos de un ciudadano comunitario. Incluso si no intenta inscribirse en la comuna, salvo que pretenda recibir ayudas sociales públicas no necesita más justificación. Con demostrar que tiene medios suficientes para vivir por su cuenta, la Policía no le va a preguntar más. Y sobre todo porque el Ministerio del Interior está en manos de los independentistas flamencos.

Su espantada del acto de Lovaina ha dejado un sabor amargo para sus aliados nacionalistas. El Gobierno que preside el liberal Charles Michel empieza a estar ya cansado de su presencia. Este país ha construido desde su creación en 1830 una reputación de acogida para exiliados siempre a condición de que mientras estuvieran en Bélgica no se metieran en líos con nadie. Algo que Puigdemont no cumple.

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