Morate, en agosto cuando fue detenido en Rumanía
Morate, en agosto cuando fue detenido en Rumanía - EFE

Morate: «Me agoté y dejé las tumbas a medias. Tuve agujetas una semana»

El presunto asesino de Marina y Laura buscó en internet si le podía caer prisión permanente

- Madrid Actualizado: Guardar
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Sergio Morate, en prisión desde agosto por el crimen de su exnovia Marina Okarynska y el de la amiga de esta Laura del Hoyo, planeó el asesinato de la primera con precisión, así como su huida. Una vez en Rumanía, consciente de que la Policía lo buscaba, consultó en internet cuáles eran las condiciones para la aplicación de la prisión permanente revisable que había entrado en vigor un mes antes, el 1 de julio, según comprobaron fuentes de la investigación.

Morate, abandonado por la que había sido su pareja cinco años, compró cal y bridas el 30 de julio (una semana antes del crimen) en una tienda a las afueras de Cuenca donde lo posicionó su teléfono móvil, y días después cavó parte de una tumba junto al nacimiento del río Huécar.

Los cadáveres de las dos chicas fueron hallados semienterrados: «Me agoté y dejé las tumbas a medias. Tuve agujetas una semana, todavía seguían cuando ya estaba en Rumanía», contaría a la Policía en una charla informal durante su traslado a los juzgados de Cuenca un mes después.

En ese mismo trayecto se produjo lo único parecido a una confesión que ha hecho Morate (hasta el momento se ha negado a declarar). Tuvo dos motivaciones para contar determinados detalles. Una, que reconoció a un policía del que su madre le había hablado por teléfono, y llegó a abrazarse a él cuando el agente le confirmó quién era. Dos: el presunto asesino estaba convencido de que los investigadores habían recabado todo tipo de pruebas y quería saber qué tenían contra él.

En esa «confesión» admitió que era autor del doble crimen, pero no utilizó el verbo matar en ningún momento, según fuentes del caso. «Me hice con ella», fue lo más parecido que dijo. Explicó a los dos policías que al saber que Marina no llegó sola intentó evitar que subiera Laura, sin lograrlo.

Al entrar en el piso condujo a su exnovia a la habitación y allí la asfixió con unas bridas. Laura esperaba en la entrada e intentó huir, pero él había cerrado la puerta con llave. A continuación, introdujo cada cuerpo en una bolsa industrial negra (la Policía encontró en el piso de Cuenca un rollo completo al que le faltaban dos bolsas nunca halladas) y bajó los cadáveres en el ascensor hasta el aparcamiento.

Allí los introdujo en un Seat Ibiza rojo que había pedido prestado esa mañana del 6 de agosto, y condujo hasta la nave de Chillarón donde su familia tiene una empresa. En ese lugar recogió el resto del kit de enterramiento. Esa misma noche huyó a Rumanía.

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