Más de 140.000 firmas para un pacto ético que proteja del espectáculo mediático a las víctimas

Patricia Ramírez lucha por convertir en ley un acuerdo que salvaguarde los derechos de desaparecidos y asesinados

Patricia Ramírez, durante la entrevista con ABC JAIME GARCÍA

Coincidiendo con el inicio del juicio oral, Patricia Ramírez impulsó un pacto ético «para involucrar a los medios de comunicación en la salvaguarda de los derechos de las víctimas y de los desaparecidos durante los procedimiento judiciales» con el fin, entre otros, de evitar juicios públicos paralelos que acabaran siendo excusa para poner en duda las sentencias correspondientes.

Patricia Ramírez rogó en rueda de prensa que se extremara el cuidado, y ahora la defensa pide que se repita el juicio alegando precisamente que el fallo obedeció a presiones mediáticas, a pesar de que fue esta representación de Ana Julia Quezada la que continuamente recurrió a las cámaras para difundir su relato.

Informes como el del Consejo Audiovisual de Andalucía hicieron un «demoledor» catálogo d el morbo con el que, en especial ciertos programas de televisión, trataron la desaparición y asesinato de Gabriel. «No me niego a la información, -subraya-de hecho tenemos una web (mareadebuenagente.org) para que nadie diga que faltamos a ese derecho. Pero otra caso es estar con la foto rodando y rodando una y otra vez: la mía con ella, la mía con Ángel... espero que cuando llegue esta repetición del juicio, por favor, que no vuelvan a poner esos documentales sobre su vida (de Ana Julia Quezada), el vídeo de su declaración, porque va en contra de sus derechos y entonces apelarán, y nos estamos jugando un juicio».

El pacto ya tiene más de 140.000 firmas y la aspiración de Patricia Ramírez es que se convierta en ley. Lo han suscrito las principales asociaciones de jueces, periodistas, de derechos humanos y del menor. Porque Gabriel Cruz «tiene derecho a su memoria, es una víctima de delitos violentos, pero además era un menor» , recuerda su madre, por lo que trató de que el juicio fuera a puerta cerrada . Cuando se les negó, peleó por que al menos se protegieran las partes más duras. «Había que hablar de la reconstrucción de su muerte, hay que pensar en la revictimización... de que a la hora de declarar determinados aspectos, no es lo mismo hacerlo en una vista pública que a puerta cerrada», narra. «Al final conseguimos cerrar las periciales, pero tres días antes de que declararan nuestros peritos, ya se publicaron. No en un medio. En todos. Se dijo que mi hijo agonizó durante una hora y lo vapuleó y lo apaleó, cuando también se puede decir que, “según las pruebas, se descubrió que la muerte de Gabriel no fue un accidente ni cosa de cinco minutos, sino que el proceso de su muerte vino por otros factores y fue más lento”».

Durante la vista, advierte, «había un TSJ valorando qué se emitía y qué no. Particularmente doloroso fue que no cerraran la sala el primer día de juicio , «cuando tu abogado tiene que explicar con la dureza que se exigía para que haya una condena, porque estaba hablando al jurado, cómo [Ana Julia] lo apaleó, porque lo tenía que decir, y todo el mundo se valiera para publicarlo en primera página». «Yo como madre leo esto y me duele -lamenta- pero a quien no conocía a Gabriel también, porque ha sido el niño de todo el mundo. ¡Qué necesidad había!».

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