El macabro secreto de la «masía de hippies»

Buscado por matar a un menor en 1998 en Holanda, Brech trató de ocultarse en una casa perdida en Cataluña

La masía de Castellterçol, donde residía el asesino holandés Laura Gómez

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Parecía que aquella masía de «hippies» perdida en un bosque cercano a la localidad barcelonesa de Castellterçol era el lugar perfecto para seguir guardando silencio. Joe Brech debió de pensar que era imposible un mejor escondite para seguir esquivando a las autoridades holandesas , que le tenían en el punto de mira después de que las últimas pesquisas lo situasen como único sospechoso de haber abusado y matado, hace ya veinte años, al pequeño Nicky Verstappen. Un crimen que conmocionó Holanda en 1998 y había quedado sin resolver .

El fugitivo holandés, de 55 años, cruzó a España desde Francia, donde también se había ocultado en las montañas. Al llegar a Cataluña preguntó por algún sitio donde conseguir comida y alojamiento a cambio de trabajos hortícolas o similares. Le dieron la referencia de esta casa apartada de Castellterçol, conocida como la «masía encantada» por sus moradores y como «la de los hippies» por los lugareños . Llegó a principios de abril, habló con las dos familias de la masía y les propuso ayudar a cambio de comida y cobijo. Los moradores, que viven en la casa como masoveros y habitualmente aceptan voluntarios, le dieron el visto bueno. Lo vieron con buenos ojos porque, además, se reivindicó como un experto en plantas medicinales y la masía elabora cosmética laboral para poder sostenerse. El voluntario perfecto. También era un buen cazador y sabía fabricar trampas para animales . Estuvo unos días de prueba, pero superó el examen con creces.

Un hombre «extraño»

Así pues, Joe Brech, y su pasado criminal, se instalaron en «la masía de los hippies». Aunque se le ofreció, no quería dormir en la casa. Prefirió montar su campamento en el bosque, a unos 50 metros de la vivienda. «No nos pareció raro por el tipo de vida que nosotros llevamos» , explican a ABC los moradores de la vivienda, que han convivido con el fugitivo más de cuatro meses hasta que el pasado domingo fue detenido. «Era su especie de habitación, donde venía a dormir», explica uno de los masoveros, mientras enseña los pinos donde ataba su hamaca, cubierta con un toldo.

La personalidad de Joe Brech estaba marcada por una introversión extrema. «Tiene una obsesión con las plantas y es una enciclopedia de botánica . No hablaba de otra cosa. Cualquier conversación la desviaba siempre hacia las plantas», relatan quienes fueron sus compañeros de masía. No usaba internet, ni teléfono ni quería saber nada de lo que ocurría en el mundo. Toda su vida giraba en torno a las plantas.

Los vecinos de Castellterçol tenían la misma sensación. Se le veía poco por el pueblo, siempre con su mochila y su gorra. Los lugareños no sabían nada de su vida , solo que era uno más de «la casa de los hippies», según coinciden varios vecinos.

Pese a su carácter ermitaño, se integró en la rutina de la «masía encantada» en la que moran una decena de miembros de dos familias, pero a la que regularmente acuden a pasar temporadas gentes de todas partes de Europa, bien por tener un estilo de vida parecido o bien en búsqueda de un «retiro espiritual» de unos días, lejos de la ciudad, el humo y el ruido. Es una casa abierta, que recibe numerosas visitas. Hace unos días llegó a la masía un holandés, amigo de la casa. Su entrada en escena acabó destapando el secreto de Joe Brech . Cuando este holandés llegó a la casa, de visita, el pasado fin de semana, los masoveros le presentaron a su compatriota y estuvieron hablando un par de horas. Les unía la nacionalidad. A este visitante, que ese día se dejó caer por la «masía encantada», le gusta seguir la actualidad de su país. Por eso, cuando después vio en la prensa la foto de uno de los fugitivos más buscados por las autoridades holandesas, no tuvo ninguna duda de que era él. Llamó a Lucas, uno de los masoveros, quien le confirmó que el hombre de la foto era Joe Brech. Se pusieron en contacto con la policía . Tras recibir numerosas alertas de muchas partes de Europa parecía que, esta vez sí, las pistas que llegaban del bosque de Castellterçol apuntaban en la buena dirección. La Policía Nacional informó a uno de los responsables de la casa de que el Grupo de Fugitivos Internacionales desembarcarían en la masía para darle caza. Sin embargo, los habitantes de la casa pudieron consensuar el modo en que los agentes se lanzarían a por Joe Brech.

Los masoveros no querían que «la encantada» se convirtiera en un espectáculo. Justo esos días la casa estaba al completo, con gente venidas de muchas partes de Europa para participar en unas jornadas de convivencia en medio la naturaleza, y estar cuatro días con sus cuatro noches sin hablar. Por eso, Lucas convino un plan con los agentes. A las tres en punto de la tarde de ese domingo se llevaría a Joe Brech a cortar leña , acompañado de un tercer habitante de la vivienda. Lo hacían habitualmente, con lo que el pedófilo no podía sospechar nada. Era una estrategia que, además de perturbar lo menos posible a los silenciosos huéspedes de «la encantada», dificultaba al fugitivo su escapatoria. Cuando el trío avanzó unos pocos metros en dirección al bosque, los agentes del Grupo de Fugitivos Internacionales se abalanzaron sobre Joe Brech .

Veinte años después de supuestamente abusar y matar al pequeño Nicky Verstappen, de tan solo 11 años de edad, el presunto asesino y pedófilo por fin era capturado. Joe Brech no puedo ocultar mucho tiempo en la masía del silencio el macabro secreto de lo que aconteció aquel agosto de 1998 en el campamento holandés.

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