El legado de Hana Jalloul: el 'lesbos canario'

Hana Jalloul ha estado al frente de la secretaría de Estado de Migraciones dependiente del Ministerio de Inclusión que dirige José Luis Escrivá poco más de un año, buena parte de él en parálisis administrativa por la pandemia, y lo más destacable que ha dejado como herencia de su mandato ha sido una colección de campamentos para alojar los inmigrantes que llegan al archipiélago canario. Un 'lesbos' a la española.

El mandato de Jalloul ha terminado al ser lanzada ayer como número 2 de la candidatura del PSOE a las elecciones autonómicas de Madrid, no se sabe si como un premio por esa gestión o como remedio para poder sustituirla al frente de sus competencias. Un mandato que ha concidido con la definitiva reactivación de la ruta canaria como principal autovía de entrada de la inmigración, un fenómeno que se le ha ido principalmente de las manos al Ministerio del Interior y que el Gobierno no sabe como contener. La demostración es el levantamiento de esos campamentos que son el legado de la secretaria de Estado y que tienen capacidad para más de 7.000 personas. El último de los seis se abrió a finales de febrero en Gran Canaria.

Antes, en el haber de esta mujer quedarán las imágenes del muelle de Arguineguín desbordado este otoño de subsaharianos y magrebiés llegados por mar, que su Ministerio no supo dónde acomodar. Una falta de previsión difícil de entender cuando a primeros de septiembre ya habían tenido a cientos de ellos pernoctando al raso en ese puerto y cualquiera que tenga un mínimo conocimiento sobre inmigración sabe que lo peor llega entre octubre y noviembre.

A los inmigrantes acabaron llevándolos a los hoteles vacíos de turistas por el Covid, a 45 euros por cada uno de ellos y noche pagados por el departamento de Escrivá.

El papel oficial dice que «la Secretaría de Estado de Migraciones (...) es el órgano encargado de desarrollar la política del Gobierno en materia de inmigración, integración de los inmigrantes y ciudadanía española en el exterior». A pesar de ello, tampoco ofreció resistencia ni alternativa cuando el Ejecutivo, a través del Ministerio de Sanidad, decidió tras el fin del primer estado de alarma en verano que las cuarentenas de los inmigrantes -a los que tiene que acoger el Ministerio de Inclusión- fueran cosa de las autonomías, lo que obligó al Gobierno canario, al de Murcia o Andalucía a improvisar recursos de la noche a la mañana para alojarlos. Sin olvidar que los llegados en las pateras tuvieron que pasar los primeros días de aislamiento en comisarías.