El juez procesa a la mayor trama de narcos del Levante español

La Audiencia Nacional fija una fianza récord de 1.431 millones de euros para 79 encausados por tráfico de cocaína

La Operación Beautiful se topa con viejos conocidos de la Justicia: del mítico Costiña al hijo de Vioque

Detenciones de la Operación Beautiful en 2019 ABC

Isabel Vega

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Eran bonitos los coches que vendía en su concesionario de alta gama en Alicante Juan Andrés C. También los paquetes de cocaína, que llevaban sellos de marcas de lujo, como Gucci o Louis Vuitton, y cruzaban o pretendían cruzar España de lado a lado. Mismo calificativo es predicable de la orfebrería del mecánico de la trama, capaz de encontrar en las tripas de un coche de 80.000 euros el hueco para esconder un alijo y ponerle además control remoto. Pero en la Udyco de la Policía Nacional se bautizó aquella como la Operación Beautiful por «lo guapa» que estaba siendo la investigación , que acabó poniendo a toda una pirámide criminal al alcance del Juzgado Central 4 de la Audiencia Nacional. Su titular, José Luis Calama, ha escrito ahora el fin de la instrucción en un auto que deja cifras de récord: 79 procesados, seis prófugos, cerca de 3.800 kilos de cocaína intervenidos y una fianza que supera los 1.400 millones de euros. El delito, tráfico de drogas de extrema gravedad y organización criminal.

La pirámide

La resolución, a la que tuvo acceso ABC, describe un mecanismo con forma de pirámide. Arriba, en el centro de la foto, está Juan Andrés C. Sin figurar en ningún sitio, llevaba el mencionado concesionario de coches de lujo, que habrían servido tanto para trasladar cocaína como para blanquear beneficios. Cuando la Policía entró en su casa, encontró un millón de euros en efectivo y otro tanto en relojes dentro de una habitación del pánico. Él sería, según el juez, el máximo responsable y jefe de la trama en la zona de Levante.

A su lado, Sergio F., el Rubio, cabecilla de la rama de Valencia y «auténtico líder de la organización en cuanto a operaciones de narcotráfico», pues se le imputa proporcionar «la infraestructura necesaria para importar cocaína por el puerto de Valencia». La trama, dice el auto, tenía gente de confianza entre los contenedores.

El tercero en la cúspide, Jonas S., se encargaba de Barcelona y el resto de Europa, sobre todo Rumanía. Utilizaba los coches de Juan Andrés cuando se reunía con el resto en el hall de un hotel cinco estrellas de Madrid. Por último, un conocido de la Justicia desde los tiempos de Sito Miñanco, el escurridizo José C., alias Costiña . Al frente del área de Galicia, se le atribuye hacer lo propio de los narcos gallegos: organizar importaciones de cocaína de Sudamérica con descargas en alta mar desde una nodriza a un pesquero.

Los cuatro juntos «ostentan la dirección de todo el entramado criminal». «Por un lado, llevan a cabo la negociación, organización, planificación y financiación de las partidas de cocaína a gran escala procedentes de Sudamérica para su introducción en territorio español y europeo , y posterior distribución a través de una rama intermedia. Por otro lado, se encargan de dirigir las principales operaciones de blanqueo de capitales de la organización a través de entramados empresariales creados a tal fin», dice el auto que estos días el juez Calama notifica uno por uno a los procesados en la Audiencia Nacional. Ahora, sólo se les imputa el narcotráfico. El blanqueo se sigue investigando en una pieza separada por su gran complejidad.

Bajo ellos, el denominado «nivel intermedio», donde las responsabilidades se las reparten entre otros cuatro individuos que «dirigen a su vez a sus respectivos grupos criminales compuestos por sus subalternos de confianza». Hay, además, un «nivel de enlace» con otro puñado de nombres cuya misión es «servir de nexo de unión, comunicación e intermediación en la negociación entre la organización criminal investigada (receptora de la mercancía) y el cártel» en Sudamérica a cambio de un pellizco. Por descontado, tienen sus propios lugartenientes, el «nivel base» de la organización, que distribuía la droga a «menor escala». Son 18 personas que, según el juez, tienen a su cargo a otras tantas: desde los 'camellos' que venden al menudeo hasta los 'soldados' que se encargan de «actividades violentas». El auto habla de «ajustes de cuentas, cobros de deudas, secuestros, asesinatos...» .

Los golpes

La operación, que en su día fue considerada de alta prioridad por Europol y el mayor golpe al narco en Levante , se sirvió de colaboración con seis países. Al final, el auto de procesamiento refleja los grandes golpes que a lo largo de 2018 y 2019 fue dando la Policía mientras investigaba. Primero, 20 kilos de cocaína intervenidos en Orihuela. Después, 1.759 paquetes en una embarcación en Boiro, en Galicia. Luego vendrían 210 kilos entre frutas en el puerto de Valencia. La definitiva fue la interceptación de 1.644 kilos en Rumanía, más los 20 que la red intentó mover en un Audi RS3 después de aquella maniobra frustrada. El coche tenía una caleta a medida que se abría con un mando a distancia, escondido, a su vez, bajo el cenicero. Contaba hasta con botón del pánico para soltar rápido el alijo si había «contratiempos» en el transporte. Una de las obras, presume el juez, del mecánico de confianza del concesionario de coches de lujo que lo tapaba todo. También él ha sido procesado.

Dos kilos más caerían poco después en Torrevieja y finalmente fue desarticulado el laboratorio de la organización, escondido en un garaje en Oliva (Valencia), con más mercancía. A lo largo de la instrucción, los peritos han cifrado en 268.445.318 euros el precio que tendría toda esta droga vendida al por mayor, que es una estimación a la baja porque, en realidad, la pirámide tenía su propio sistema de menudeo. Se estima en 268 millones de euros. De ahí la fianza récord que impone el juez Calama: algo más de 1.431 millones a consignar en previsión de la condena.

Las escuchas revelan cómo antes y después de cada golpe los miembros de la organización se reunían y hablaban entre ellos, a veces con teléfonos encriptados. Llega un momento en que mencionan 20 millones de euros de deuda con la rama de Galicia. Ahí, por cierto, aparece otro nombre conocido de la Justicia, pero no por sus andanzas, sino por las de su padre. Es el primogénito de Pablo Vioque, el primer gran narcoabogado patrio , célebre entre otras cosas por jactarse de haber mandado asesinar –sin éxito– al fiscal que le investigó en la Operación Nécora, Javier Zaragoza. Su hijo fue, según el juez, «fundamental»: hizo de «enlace conductor» entre la rama gallega y la levantina en la operación de Boiro.

Los policías

Pero esta no es una trama sólo de narcos, con o sin antecedentes. «La organización criminal a través de distintos de sus componentes mantiene relación con funcionarios policiales , aprovechándose de este aspecto para recabar información y cobertura, realizando sus actividades delictivas con impunidad», dice el auto. El juez ha procesado al que durante años fue responsable de la Udyco en Alicante, Francisco Javier M., por su «conexión con miembros destacados de la organización criminal investigada», incluido el presunto líder. También está procesado otro policía que «colabora –dice el auto– con la organización criminal facilitando información relevante sobre operaciones contra al narcotráfico», incluida esta.

Contra el auto cabe aún recurso y el trámite será largo. Después, la Sala de lo Penal tendrá que decidir si cierra el sumario y sienta en el banquillo a los 'beautiful' del narcotráfico.

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