Los Mossos, un historial de abusos e impunidad

Cargas en las calles, palizas y muertos en comisarias enturbian la hoja de servicios de los Mossos, que el 1-0 se negaron a usar la fuerza

Manifestación en 2013 contra los Mossos después de que Ester Quintana perdiera un ojo en una protesta Inés Baucells
Laura L. Caro

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Doscientos jueces de toda España, amén del Comité contra la Tortura de ONU, reprocharon en 2012 al Gobierno el doble indulto a cuatro mossos que habían torturado a un inocente. Se trató de Lucian Paduraru, un albañil al que una noche de julio de 2006 varios agentes tomaron por un ladrón, agredieron «repetida e indistintamente» y metieron una pistola en la boca para que confesara un robo que no había cometido. Y con aviso incluido: «Si la juez te suelta, te podemos matar. No serás el primero». La frase figura en la sentencia que condenó a cinco uniformados de la Policía catalana con penas de hasta 6 años y 7 meses de prisión para tres de ellos, que luego serían rebajadas por el Supremo y finalmente extinguidas para todos por la medida de gracia. Nunca pisaron la cárcel.

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El episodio ilustra como pocos la aureola de impunidad que parece recorrer el historial de los Mossos d´Esquadra, manchado casi en igual proporción por la brutalidad de sus acciones tantas veces denunciada por colectivos de todo tipo en Cataluña, donde el Cuerpo autonómico renunció el domingo a intervenir para frenar un delito -el ilegal referéndum del 1-O- como si nunca antes hubieran hecho uso de la fuerza. Pero conviene no olvidar las cargas salvajes que protagonizaron contra la huelga general de 2012 o los estudiantes que rechazaban el Plan Bolonia en 2010, que costaron el cargo a su propio director general, y que contrastan con las lágrimas que algunos de sus miembros vertieron anteayer en los colegios al ver actuar a la Guardia Civil.

Los Mossos han empleado la violencia y de manera muy desproporcionada. La más extrema remite a la muerte en 2013 en El Raval del empresario Juan Andrés Benítez tras ser reducidos de una paliza por los mossos que le provocó un infarto. Los vídeos caseros grabados en plena noche por los vecinos mostraron una violencia escalofriante, que la justicia se resistía a considerar determinantes. Los autores tampoco ingresaron en prisión. Seis aceptaron un pacto de dos años de reclusión, que no cumplieron, dos de inhabilitación y cinco de libertad vigilada.

Los Mossos reducen en octubre de 2013 a Juan Andrés Benítez, que murió a consecuencia de los golpes EL PAÍS

Aparte de este caso, bajo custodia de los agentes catalanes han fallecido al menos otras seis personas en circunstancias que dieron lugar o no a la apertura de diligencias, aunque el resultado común es que todas fueron archivadas. A saber: Yassir Y. perdió la vida en la comisaría de El Vendrell (Tarragona) en julio de 2013, pero la juez lo atribuyó al consumo de cocaína. El mismo año, moría en los calabozos de Les Corts (Barcelona) un hombre de 33 años, por sobredosis según la verdad judicial. En 2014, el actor Alfons Bayard fallecía esposado en plena Ciudad Condal tras ser detenido por los mossos -no hubo imputados- y a las pocas horas se registraba otra víctima mortal en Salou, un hombre que había sido arrestado por agredir a su mujer. A 2016 se remonta la muerte de Víctor Gallego al ser reducido por cuatro policías en Cunit (Tarragona), lo que se achacó a una arritmia cardiaca.

La bala de nadie

Ester Quintana, que perdió un ojo tras ser alcanzada en noviembre de 2012 pro una bala de goma ABC

Pero sin duda, el incidente más agónicamente publicitado de los últimos años fue el de Ester Quintana , que perdió un ojo durante la huelga del 14 de noviembre de 2012 por el disparo de una bala de goma, lo que se tradujo en la prohibición de uso de tal munición pero no en responsabilidades personales. Los dos mossos acusados fueron absueltos ante la «imposibilidad» de determinar si ellos efectuaron el disparo y aún si el objeto que impactó en la mujer fue un proyectil viscolástico. En aquella movilización, un menor de 13 años tuvo que recibir puntos de sutura en la cabeza por un porrazo.

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