Las Fuerzas de Seguridad controlan a 300 grupos radicales activos en España

La llegada de Podemos a las instituciones ha hecho disminuir la actividad de los grupos antisistema

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El Ministerio del Interior controlaba en enero a 296 grupos radicales, tanto de extrema derecha como antisistema, cuyas actividades provocaron la apertura, solo el año pasado, de más de 200 diligencias. La mayor actividad de estas organizaciones se concentra en Madrid en lo que se refiere a la demarcación de las Fuerzas de Seguridad del Estado –también hay un foco muy importante en Cataluña, pero ese es territorio de los Mossos–, y buena parte de ellas son legales.

Los institutos son el mejor caldo de cultivo para el reclutamiento de nuevos miembros

A primera vista llama la atención el hecho de que, a pesar de que los grupos de ultraizquierda multiplican por cuatro a los de signo contrario –241 por 55–, en 2015 hubo más intervenciones policiales entre los ultras (119), que entre los antisistema (88). Lo mismo puede decirse de las detenciones, ya que se produjeron 204 arrestos de individuos de extrema derecha y 145 de sus oponentes.

No obstante, las fuentes policiales consultadas por ABC consideran que si se tiene en cuenta la serie histórica, las cifras de unos y otros son bastante parejas.

Los datos de 2015, en apariencia paradójicos, tienen sin embargo una explicación. La llegada a las instituciones de Podemos, primero tras las últimas elecciones municipales y autonómicas, y luego también después de las generales, ha hecho disminuir la actividad de los grupos antisistema, toda vez que esta formación les da acceso a algunas de sus reivindicaciones y recoge buena partes de su ideario. Además, los líderes de estos grupos son conscientes de que convocar manifestaciones para provocar incidentes como los que se sucedieron en los últimos años pondría en dificultades ante la opinión pública a los responsables de la formación de Pablo Iglesias y de sus satélites.

«La extrema izquierda y los grupos antisistema, con Podemos instalado en las instituciones, han puesto fin, de momento, a su estrategia de llevar la violencia a las calles, por lo que su actividad ha bajado muchísimo», sostienen los expertos de las Fuerzas de Seguridad consultados, que consideran que «en general, la presencia en la calle de los grupos radicales tiene mucho que ver con la coyuntura política de cada momento». El movimiento del 15 M movilizó en su día a los radicales de izquierda y ahora, en la extrema derecha, es el desafío independentista de Cataluña y la inmigración sus principales «leit motiv».

Estrategia conjunta

En cuanto a su cohesión, los expertos consultados por ABC consideran que los grupos antisistema están mejor organizados internamente que los de ultraderecha y también están más cohesionados entre ellos, de modo que responden a una estrategia conjunta cuando así lo requieren sus líderes. Se vio especialmente con las llamadas «marchas de la dignidad», la iniciativa «rodea el Congreso» o los incientes del barrio del Gamonal, en Burgos, por citar solo tres ejemplos. Además, se financian a través de conciertos, venta de camisetas y otro tipo de «merchandasing» y en ocasiones con huchas que se ponen en los locales que frecuentan.

Las bandas de extrema izquierda cuadruplican a las ultras, pero en 2015 hubo más detenciones entre estas últimas

Por su parte, los grupos de extrema derecha son menos numerosos, su organización es más débil y buena parte de su actividad se concentra en propinar palizas, como sucedió hace solo unos días en Alcobendas (Madrid), cuando dos neonazis golpearon brutalmente a un antifascista y apuñalaron a otro. La reacción de los correligionarios de las víctimas no se hizo esperar e individuos de la Coordinadora Antifascista atacaron a dos ultras como venganza. Se trata dfe unos casos ya resueltos en los que los autores han sido detenidos por la Policía.

En cuanto a su financiación, los grupos de extrema derecha se nutren muy especialmente de los fondos de las peñas radicales del fútbol, con las que mantienen lazos muy evidentes, hasta el punto de que no pocos de sus miembros mantienen una doble militancia. Sin embargo, cada vez son menos frecuentes los conciertos organizados por tramas fascistas al sentirse controlados por las Fuerzas de Seguridad y cuando se hacen se conovocan en zonas alejadas de Madrid donde suponen que están menos controlados.

Perfil similar

Las características de los militantes de los grupos de extrema derecha e izquierda, al contrario de lo que pudiera pensarse, no difieren mucho. Se trata por lo general de individuos varones de entre 16 y 22 años –en el caso de los antisistema esa edad se puede prolongar algo más–, con una prevalencia entre ellos del fracaso escolar, captados en los institutos, con poca formación ideológica y que en general «están en uno u otro bando no por ideas previas, sino porque ven estas organizaciones como la mejor forma de socialización», sostienen los especialistas en la lucha contra esta delincuencia consultados por ABC. «Para que se entienda mejor: se unen a unos grupos o a otros en función de quien actúa en su zona», añaden.

Hay un ejemplo que explica perfectamente cuál es la situación. Se produjo hace seis años en las dependencias de la Brigada de Información de la Jefatura Superior de Policía de Madrid, donde acababa de producirse una operación contra grupos de ultraizquierda con 35 detenidos. Uno de los investigadores, vestido con chaqueta y corbata, fue confundido por los arrestados con un abogado –también en este ámbito a veces el hábito hace al monje–, lo que le permitió ganarse la confianza de los sospechosos.

Encuesta reveladora

«¿Conoces al Ché Guevara?, ¿es contemporáneo o de la época de Jesucristo?», les pregunto el policía, para conocer hasta qué punto la actividad de estos sujetos respondía a unas firmes convicciones políticas. El resultado de la «encuesta» fue devastador: de los 35 detenidos solo la mitad habían oído hablar de él y tan solo 7 lo situaban como una persona de nuestro tiempo...

En realidad, lo que se produce es que la mayoría de este tipo de gente, si se exceptúa a algún líder muy concreto que incluso puede dar la sensación de ser gente sensata, se une a estas tramas por su fascinación por la violencia y como una forma de socialización.

Con este panorama, la pregunta es hasta qué punto los grupos radicales son una amenaza contra la seguridad. Todas las fuentes consultadas por ABC coinciden en que se trata de organizaciones que están muy controladas, de modo que la respuesta policial ante cualquier tipo de incidente es rápida y contundente. Esa monitorización continua permite conocer la evolución del número de individuos que integran estos grupos, hasta el punto de poderse conocer cuántas incorporaciones se producen. Fuentes de Interior precisan en este sentido que en 2015 se detectaron 544 incorporaciones a los grupos de extrema derecha y hasta 739 a los de extrema izquierda.

Escaparate

Los datos de Madrid son especialmente significativos al ser la comunidad con más actividad de estos grupos radicales. Fuentes policiales precisan que serían 500 los individuos que se mueven entre las tramas ultras y hay un millar de antisistema, de los cuáles el 50 por ciento son especialmente peligrosos.

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