Florencio Domínguez - Análisis

Gregorio Ordóñez, el asesinato de un símbolo

Un dato significativo de la alta carga simbólica que tenía Gregorio Ordóñez para ETA es que la banda comparó su asesinato con el de Carrero Blanco

Gregorio Ordoñez, en 1990 Juanjo Aygues

Florencio Domínguez

El asesinato de Gregorio Ordóñez fue el resultado de la huida hacia adelante emprendida por ETA tras la operación policial de Bidart (1992) en la que fue capturada la cúpula de la banda. Aquella actuación de la Guardia Civil y la policía francesa sumió a ETA en una crisis operativa, pero sobre todo en una crisis de moral. Por primera vez se dieron cuenta de que las FSE podían derrotarlos. Y también de que, en aquella época, inicios de los noventa, la sociedad vasca era indiferente a lo que pudiera ocurrirles a los etarras. Como respuesta a esa crisis de gran calado pusieron en marcha la estrategia que se llamó de «socialización del sufrimiento» consistente en atacar a los representantes políticos y sociales de los no nacionalistas y, en paralelo, en buscar la desestabilización del País Vasco con la violencia callejera.

Ordóñez, con su estilo directo de hacer política sin complejos, con sus afirmaciones rotundas frente al terrorismo, se había convertido en un símbolo para muchos ciudadanos, un símbolo que tenía ya reflejo favorable en las urnas. Pero se había convertido también en un símbolo para sus enemigos. Los terroristas lo eligieron por ello como primera víctima de la nueva estrategia que pretendía acelerar el enfrentamiento contra el Estado matando a representantes políticos. ETA se había dado cuenta de que tenía perdida una guerra de desgaste si atacaba sólo a policías y guardias civiles y tenía que forzar al Estado cuanto antes.

Un dato significativo de la alta carga simbólica que tenía Gregorio Ordóñez para ETA es que la banda comparó su asesinato con el de Carrero Blanco . El edil donostiarra era para los etarras el símbolo mismo de España y así lo reflejaba en el comunicado en el que se responsabilizó del crimen y en el que establecía un hilo de continuidad entre los dos crímenes, el de Carrero y el de Ordóñez, explicando que «ETA no lucha únicamente contra el franquismo y sus sucesores, sino que lucha en contra del Estado español».

ETA, además, percibía al inicio de 1995 la posibilidad de que el PP llegara al Gobierno y comenzara a aplicar una línea política más dura a tono con lo que preconizaba Ordóñez, por lo que el atentado tenía algo de advertencia a los populares. Un año más tarde, la banda amplió la amenaza a los socialistas con el asesinato en San Sebastián de Fernando Múgica , un miembro histórico del PSOE. Una imagen televisiva refleja los efectos de la estrategia de ETA post-Bidart. El 16 de junio de 1994, la televisión vasca emitió un debate entre Gregorio Ordóñez en representación del PP,

Fernando Buesa, por el PSE, y Joseba Egibar, por el PNV. Los dos primeros fueron asesinados en sendos atentados poniendo de relieve la dificultad de los partidos no nacionalistas para defender su proyecto en medio del clima de terror y acoso puesto en marcha por ETA.

* Florencio Domínguez es director del Centro Memorial Víctimas del Terrorismo.

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