Feijóo propone «ensanchar» el PP y apoya a Casado por ahora

Llama a abarcar hasta «el centro izquierda» y apunta a ir por los «votantes de Cs»

Vídeo: Feijóo: «No es el momento de cerrar puertas, es momento de abrirlas» ATLAS

José Luis Jiménez

Como estaba previsto, Alberto Núñez Feijóo no acudió ayer a la ejecutiva nacional del PP que evaluó la debacle electoral del domingo. Pero dejó constancia de cuál es su opinión dada su condición de único barón con una mayoría absoluta: el partido debe abandonar su escoramiento hacia la derecha, abrirse a cuanto votante hay desde el centro-izquierda, lanzar un mensaje de unidad y aplazar el debate del liderazgo de Pablo Casado hasta después de las elecciones municipales y autonómicas del 26-A, donde el PP se juega su poder territorial.

El presidente de la Xunta , que el lunes habló largo y tendido por teléfono con Casado, lamentó ante los periodistas no poder acudir a la cita en Génova por su agenda institucional -ayer tenía sesión de control en el Parlamento gallego, marcada en el calendario desde hacía varias semanas- porque querría haber trasladado un mensaje «para unir el partido» en este momento de profunda depresión y «remarcar que tenemos unas elecciones convocadas en tres semanas».

La receta que ayer expresó públicamente Feijóo no gustará a algunos sectores del partido próximos a Casado , ya que propugnó «ensanchar» el PP para abarcar a «diferentes sensibilidades» y que «vuelva a ser un punto de encuentro» en el que dar cabida a «gente que es más de derechas, más liberal, más conservadora, más de centro, más reformista o más de centro-izquierda». Es decir, recuperar la centralidad política y abandonar la deriva hacia la derecha que se adoptó para intentar frenar a Vox, aunque Feijóo lo expresó a su manera: «Hay muchos votantes de Ciudadanos que tienen cabida en el PP».

Respaldo a Casado

Preguntado por el futuro del presidente nacional del PP, Núñez Feijóo evitó cualquier suspicacia. «No es momento de cerrar puertas sino de abrirlas, tenemos que abrir puertas a mucha gente que ve que si nos unimos somos más que el PSOE, y si nos dividimos, el PSOE gobernará con populistas e independentistas», sentenció, «es momento de ensanchar el partido, cuando lo ensanchamos ganamos, y cuando lo limitamos no hemos ganado». El PP gallego no va a participar de maniobra alguna, y mucho menos con unas municipales y autonómicas a la vuelta de la esquina. Se considera que no es un problema de personas sino de discurso y proyecto político.

Ni Feijóo ni nadie de la dirección gallega del PP ha cuestionado en público ni la campaña ni los mensajes de Pablo Casado. No lo harán. Pero muchas de las ideas-fuerza para contener el avance de Vox generaron una profunda incomodidad y el PP gallego lo ha sufrido en carne propia, dado que a pesar de ser el territorio que obtuvo el mejor resultado de toda España (un 27,4% frente al 16,7% de la media estatal), ha perdido veinte puntos respecto a las autonómicas de 2016 que le dieron a Feijóo su tercera absoluta.

En privado, todos apuntan a la pérdida de la centralidad discursiva, al abandono de un discurso moderado, como una de las causas del descalabro. Una queja recorre transversalmente el PP gallego: endurecer el discurso y acercarse a Vox expulsó a muchos electores moderados que en el pasado confiaron en Feijóo y le permitieron gobernar. «Le dimos al PSOE el centro y lo ha ocupado», reconocen, «e hicimos pasar por moderado a Sánchez, el presidente más radical que hemos tenido». Cuestiones como el aborto, las lenguas o la recentralización de competencias fueron trágalas para un partido hegemónico en un territorio con fuerzas nacionalistas como Galicia. Eso por no hablar de las dudas respecto a muchos candidatos impuestos por Génova, algo a lo que no se atrevieron en el feudo gallego.

En sus mítines, Feijóo fue uno de los dirigentes que más dureza empleó en atacar a Vox, reprochándoles su falta de experiencia de gestión y sus proclamas populistas sobre los problemas reales de la sociedad. Y sin embargo, el PPdeG asistió con estupor el último día de campaña al ofrecimiento de Casado a Vox para entrar en un hipotético gobierno popular, un gesto que causó «desconcierto» no solo «entre los electores» sino también «entre los nuestros».

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