Los expertos apuestan por evitar nuevas elecciones

¿Puede España, inmersa todavía en los riesgos de la crisis económica, afrontar un escenario de parálisis institucional?

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Todo 2015 ha estado plagado de referencias grandilocuentes al diálogo e intentos de presentar la nueva legislatura con honores constituyentes. Celebradas las elecciones, los ciudadanos han dibujado un Parlamento fragmentado sobre el que planea la amenaza del desgobierno. Como una esperanza para los partidarios de la estabilidad –tan necesaria en los actuales tiempos de crisis económica– surge la alternativa de que un gran pacto forjado en el consenso evite una nueva celebración de elecciones. Entre tanto, los principales partidos políticos juegan sus cartas mientras la ciudadanía echa cuentas preguntándose por las posibilidades reales de que algúno de los aspirantes sea investido presidente.

¿Puede España, inmersa todavía en los riesgos de la crisis económica, afrontar un escenario de parálisis institucional? ABC ha consultado con más de una decena de expertos del mundo académico, político y económico que reclaman que la legislatura arranque sin más dilación.

Muchos de ellos apuestan por fórmulas de acuerdo que impliquen al PP y al PSOE. Otros no lo ven factible o directamente apuestan por otras fórmulas. Pero todos coinciden en la necesidad de iniciar ya una legislatura reformista. Un periodo electoral que ninguno cree que llegue a completar los cuatro años, pero que debería aprovechar el carácter imprescindible de los acuerdos para pisar el acelerador en algunas reformas que durante los últimos años quedaron relegadas algunas cuestiones. Algunos aluden también a la necesidad de apostar por gobiernos de gestión, con figuras independendientes al frente. Un tiempo de transición, con el horizonte de unas elecciones en un par de años, y que debería servir a los partidos tradicionales para afrontar una profunda regeneración.

Max Römer Pieretti es profesor de la Universidad Camilo José Cela y consultor de comunicaciones

Después del 20D, la solución política para conformar gobierno no está en nuevas elecciones, sino en la creación de un gobierno de coalición entre partidos. Este gobierno plural deberá por un lado, mantener los aspectos positivos de las políticas macroeconómicas del gobierno saliente y, por otro lado emprender sobre la base de un acuerdo nacional –con la unidad de España como norte– la revisión de los planes sociales y fiscales, la lucha contra la corrupción, así búsqueda de la inversión extranjera e interna para la creación de empresas, ergo, de empleo.

Pedro-Pablo Miralles Sangro, Catedrático de Derecho Internacional Privado. UNED

Ante el resultado electoral y las limitaciones y resistencias que presenta la vieja Constitución de 1978 para afrontar los retos democráticos actuales de todo tipo (económicos, sociales, políticos, internos e internacionales), los partidos políticos han de apostar, sin pretextos ni miedos dilatorios ajenos a la sociedad, por iniciar un proceso constituyente solidario mediante la formación de un gobierno de la más amplia coalición. Si la expresada coalición no fuera posible, procedería la convocatoria de nuevas elecciones generales en la misma perspectiva constituyente.

José Luis Bonet. Presidente de la Cámara de Comercio de España

La voluntad ciudadana expresada en las urnas ha dado entrada en el Parlamento a una pluralidad de partidos sin que alguno ostente mayoría absoluta. Esta situación necesariamente lleva a que el diálogo y el pacto protagonicen la próxima legislatura. España ha logrado grandes avances cuando las principales fuerzas políticas han sido capaces de negociar y llegar a acuerdos. Y esa es también la tónica habitual en muchos países de nuestro entorno. Estamos en un momento crucial para nuestra economía, con una recuperación incipiente pero que todavía arrastra la losa de una insoportable tasa de paro. La estabilidad política es un elemento esencial para el desarrollo de la actividad empresarial y para emprender nuevos negocios e inversiones, que permitan continuar la senda iniciada de creación de empleo. Es momento para anteponer los intereses generales a los particulares de cada partido. Por eso, las principales fuerzas políticas deben trabajar para logar un acuerdo que permita terminar cuanto antes con la incertidumbre actual y centrarse en lo verdaderamente importante: trabajar unidos para garantizar el bienestar de los ciudadanos.

Emilio Ontiveros, presidente de Analistas Financieros Internacionales

Que hasta el momento las variables financieras no hayan reflejado la incertidumbre política vigente en nuestro país no significa que la vayan a pasar por alto. Una vez concluido el año, y con él la forzada periodificación de resultados de gestores e inversores financieros, es probable que algunos activos españoles sufran las consecuencias de la ausencia de capacidad para articular un alianza suficientemente estable para la gobernación del país. La ausencia de una perspectiva de gobierno estable dotará de relevancia adicional a la compleja situación abierta en Cataluña. Y la prolongación de ambas puede tener efectos económicos y financieros importantes, aun cuando solo sea en la congelación de decisiones de inversión nacional e internacional. Por eso, sería de todo punto conveniente concretar un desenlace del que emergiera una mayoría suficiente para que, sin menoscabo de su duración, pudiera tener la capacidad para gestionar tres aspectos esenciales: la situación en Cataluña, la negociación con la Comisión Europea de una flexibilización del objetivo de déficit público en 2016 y la mejora de la calidad de las instituciones. La disposición a actuar en esos tres frentes es de todo punto necesaria para acometer esa otra tarea de efectos a medio plazo que es la modernización del patrón de crecimiento de nuestra economía, que va íntimamente vinculada a la sostenibilidad de su ritmo de crecimiento y de generación de empleo de mayor calidad.

Juan Rosell, presidente de la CEOE

En España estamos acostumbrados a Gobiernos mayoritarios y, ahora, hay que cambiar el chip y dialogar para llegar a formar Gobierno. No es algo tan complejo si se tiene en cuenta que de los 28 países de la UE, en 22 el Gobierno es en coalición. Todos vamos a tener que ser más flexibles y colaborativos y no ir con programas de máximos para alcanzar un Gobierno, aunque sea de mínimos. A España le conviene tranquilidad porque estamos en la senda de la recuperación por la que hay que seguir para crear empleo y salir del gran problema del país que es el paro. La clave vendrá dada por el programa de Gobierno, que no debe ser el formado por los programas electorales si no otros que no sean de máximos y que continúen las reformas y la regeneración como los relativos a hacer desaparecer la corrupción o aflorar la economía sumergida.

Juan Ramón Fernández Torres, Catedrático de Derecho Administrativo Universidad Complutense de Madrid

El resultado electoral del 20-D deja claro el hartazgo con una forma de hacer política y un régimen partitocrático que ha erosionado de forma muy grave, quizás irreversible, el sistema jurídico-politico nacido de la CE de 1978. La mejor solución pasa por el compromiso firme de al menos los 2 principales partidos políticos nacionales, por ser los causantes directos de esta situación, de dar un paso adelante, anteponiendo de forma inequívoca el interés general frente a cualesquiera otros y con mayor razón frente a los suyos propios, reconocer su responsabilidad y manifestar su voluntad real de rectificación y formar un gobierno de coalición consecuente con ello, actuando codo con codou. Algo así como un puñetazo en la mesa.

Su fin sería doble: recuperar la credibilidad del sistema constitucional de gobierno y devolver a los ciudadanos la ilusión en un proyecto de convivencia en común. El medio debería ser un compromiso político consistente en el logro de una serie de objetivos claros, precisos y prioritarios, durante una legislatura breve. El compromiso requeriría como un prius lógico dejar muy claro qué proyectan hacer de España los partidos políticos llamados a gobernar, qué idea esencial de España tienen y/o anhelan. Y los objetivos serían en todo caso los siguientes:

1) en el plano económico, el apuntalamiento de la recuperación de forma que se transmita un mensaje claro a los mercados de respaldo a la estabilidad‎ y la seguridad jurídica;

‎2) en el plano jurídico-politico, aún más importante si cabe son,

- a corto plazo, un apoyo decidido a la Justicia y, de modo correlativo, un rechazo radical a la corrupción, mediante

- un reforzamiento muy sustancial de los recursos y medios al servicio de la Justicia‎,en el ámbito penal en especial (sin olvidar el mercantil, el civil o el contencioso-administrativo, por supuesto)‎. En 2016 está previsto que varios sujetos con gran notoriedad en la esfera pública sean enjuiciados por las sospechas de su participación en distintos actos de corrupción. Será el momento (capital) de comprobar si todos los ciudadanos son iguales ante la Ley y la Justicia es ciega;

- la vuelta del órgano de gobierno de los jueces, el CGPJ, al modelo anterior a 1985;

‎- a medio plazo, la reforma constitucional de concretos aspectos ineludibles hoy por hoy, que son en síntesis los más criticados y los que evidencian más deficiencias y distinciones. Una vez logrado un acuerdo en lo esencial, y siguiendo el procedimiento constitucional, el gobierno de coalición habría cumplido su misión y las urnas decidirían el camino a seguir a continuación.

Ignacio Camuñas, ex ministro de Relaciones con las Cortes

Propongo un Gobierno de Gestión presidido por Felipe González, para un plazo fijado de antemano, con el visto bueno de los tres partidos constitucionalistas que proporcionaría a España tranquilidad y solidez para afrontar los retos del inmediato futuro. Felipe González goza de un amplio respeto internacional que necesitaremos en la presente coyuntura, ofrece garantías suficientes a la derecha política y económica del país y, no dudo, del apoyo que le prestaría su propio partido.

Daniel Ureña, Socio & Director MAS Consulting Group

El escenario actual es una magnífica oportunidad para volver a hacer Política con mayúsculas, aquella que se basa en anteponer los intereses generales a los intereses partidistas o personales. Va a poner a prueba la capacidad de liderazgo de los partidos y dirigentes. Va a retratar a los que opten por la estabilidad y los que opten por conseguir una cuota de poder. Si los partidos no están a la altura, las elecciones serán inevitables y los ciudadanos lo tendrán en cuenta a la hora de volver a votar.

Joaquin Leguina, expresidente de la Comunidad de Madrid

Aquí hay dos salidas posibles: la primera, entrar en un Gobierno de coalición, o apoyar un Gobierno de amplio espectro ideológico, respaldado por PP, PSOE y Ciudadanos. Es la solución con menos riesgos, porque las diferencias entre PP y PSOE no son tan grandes como las que hay entre los constitucionalistas y los que quieren cambiar la Constitución. Un Gobierno de batiburrillo, que es lo que busca Sánchez, no es viable. La inmensa mayoría del PSOE no está por la labor, no se pueden mezclar churras con merinas. La segunda salida posible es seguir con el "no" para ir a nuevas elecciones, en las que Sánchez no sería candidato. Yo me inclina por la primera, porque tiene menos riesgos para el país y se puede pactar incluso la fecha de la disolución de las Cortes. En todo esto tiene que haber una decisión previa: formar otra Ejecutiva en el PSOE, con otro secretario general.

Benigno Blanco, presidente del Foro de la Familia

Varios factores hacen ya imposible una solución tradicional para formar Gobierno: el rechazo al PP de parte de su electorado, la endeblez de Ciudadanos -¿acabará como UPyD?-, el sectarismo del PSOE que considera al PP como enemigo antisistema y el independentismo de Podemos. No parece que estos factores cambiarían en caso de nuevas elecciones a corto plazo. Por ello, la solución lógica sería un Gobierno de amplio espectro apoyado por los partidos que comparten lo esencial, presidido –si no es posible otra cosa- por un candidato independiente y de consenso (tipo Mario Monti) y con un programa reformista a plazo fijo y corto. Esto daría tiempo a los partidos tradicionales a hacer la catarsis interna que necesitan y a los nuevos a aclararse, mientras se hacen las reformas institucionales imprescindibles…para pensar en nuevas elecciones en un nuevo escenario.

David Redoli Morchón. Presidente Asociacion de Comunicación Política (ACOP)

La mayor parte de nuestra democracia ha discurrido con gobiernos en minoría. De hecho, en España solo hemos conocido cuatro mayorías absolutas (1982, 1986, 2000 y 2011). El resto de ejecutivos gobernaron sin fraguar coaliciones de gobierno con otros partidos. Lo hicieron en minoría, con pactos puntuales. Debería, por lo tanto, haber más pedagogía por parte de los cuatro partidos mayoritarios (PP, PSOE, Podemos y Ciudadanos) sobre el hecho de que gobernar en minoría no implica entrar en un gobierno de coalición. Eso abriría las posibilidades para llegar a acuerdos de gobierno, ya que ninguno de los partidos clave para generar gobernabilidad parece querer integrarse en un gobierno de otra fuerza política (pero podrían entenderse en asuntos puntuales para una legislatura corta).

Es cierto, no obstante que el esquema político actual es muy distinto a los que hemos conocido desde 1979. Los electores no estamos «entrenados» para aceptar pactos que nos pueden parecer «anti-natura». Por eso, la comunicación política que desplieguen los líderes y sus equipos durante estos días jugará un papel fundamental, para explicar los posibles pactos, para aclarar, para establecer expectativas razonables, comprensibles, verosímiles y aceptables para los votantes de cada fuerza política.

En España habrá un gobierno de derechas o uno de izquierdas. No hay otra lectura. Finalmente se impondrá la narrativa conservadora (continuidad) o la narrativa progresista (cambio). Así será. Bien ahora o bien en primavera, tras unas nuevas elecciones generales. Solo cambiará la fisionomía gubernamental con respecto a lo que hemos conocido hasta ahora.

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