El desplome de la participación en las elecciones francesas enciende la alarma ante el 12-J

Si la abstención llega al 45 por ciento en Galicia, la mayoría de Feijóo podría peligrar

El presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, recibió ayer al primer peregrino en completar el Camino de Santiago tras el fin del estado de alarma EFE

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El batacazo de la participación en las municipales del domingo en Francia, rondando a duras penas el 40 por ciento del censo, ha encendido una alarma en los equipos electorales del País Vasco y Galicia. Puede parecer un tópico de los discursos, pero, como demuestra el país vecino, el principal enemigo de todos el 12-J será la abstención como consecuencia de la crisis del coronavirus . Aunque los sondeos apuntan a que la afluencia a las urnas en el País Vasco se mantendrá en los parámetros habituales, en torno al 60% de voto efectivo, los estrategas políticos no se fían y asumen que la convocatoria en pleno julio y la presencia del virus es un doble factor de riesgo y su impacto, difícil de calcular. En Galicia, si la participación bajase de la barrera del 55 por ciento, la mayoría de Feijóo podría complicarse.

El hándicap será mayor porque los comicios se libran en dos comunidades envejecidas, es decir, con mayor población de riesgo ante la pandemia, por más que la seguridad sanitaria se garantice con estrictas medidas de prevención: el uso de mascarillas será obligatorio, habrá control de acceso en los colegios, distancia entre los miembros de las mesas... Por esa razón, los Gobiernos de Iñigo Urkullu y Alberto Núñez Feijóo solicitaron al Ejecutivo central facilitar el voto por correo, que registra datos históricos .

Tanto el PP gallego como el PNV saben bien que la baja participación juega en su contra ya que es principalmente su electorado el que, previendo una victoria asegurada en las urnas, puede decidir en última instancia no acudir al colegio electoral.

Verano y coronavirus

En esta campaña casi todo es nuevo en Galicia: nunca antes se celebraron elecciones autonómicas en verano, hay menor consumo televisivo, la movilización en los actos electorales es muy reducida por motivos de seguridad y el riesgo de una complicación de los brotes de la pandemia sigue ahí. En esta situación, el PP toma con máxima cautela los buenos pronósticos de las encuestas, que reflejan de forma unánime la mayoría absoluta de Feijóo . Los populares reconocen que tienen dos peligros: el «miedo» a ir a votar y el exceso de confianza, que puede llevar a muchos votantes a no acudir a las urnas si consideran que la victoria está hecha.

El peso de los mayores en el electorado del PP gallego es clave, y los guiños de Feijóo a ese sector de la población, continuos. En el último barómetro del CIS, publicado justo antes de iniciarse la campaña, se refleja el peso del voto de los más mayores en una eventual victoria del PP: el 46,6 por ciento de los mayores de 65 años optan por el PP en «voto más simpatía» , mientras que el 19 por ciento señalan al PSOE y el 5,9 por ciento en ese tramo de edad, al BNG.

Feijóo ha sido especialmente contundente en sus últimos actos de campaña frente al discurso del miedo que pretendería inocular la idea de que, a consecuencia de la pandemia, acudir a depositar el voto de forma presencial supone exponerse a una situación peligrosa. «Que nadie le diga a un mayor que ir a votar es un problema de riesgo. Los 2.000 colegios electorales están inspeccionados por prevención de riesgos laborales y son lugares seguros para ir a votar», subrayó, según informa Pablo Pazos.

La estrategia del PP gallego se está dirigiendo precisamente a señalar que «nada está hecho» todavía y a subrayar la seguridad en los colegios electorales. «El único enemigo de Feijóo es la abstención», asegura con rotundidad el presidente de GAD3, Narciso Michavila , quien cree, no obstante, que no es previsible que la participación se hunda por debajo del 60 por ciento.

La línea roja

La línea roja en Galicia estaría en el 55 por ciento. A partir de ahí, la mayoría de Feijóo podría complicarse. Y si baja del 50 por ciento, las elecciones serían una auténtica lotería . Pero por ahora son solo hipótesis, porque las encuestas de estos días siguen reflejando a un PP fuerte, con una participación que no parece probable que baje del 60 por ciento.

La incertidumbre se extiende en una campaña vasca extraña, desangelada, en la que hay muy poco ambiente preelectoral. «Está siendo todo muy frío, sin apenas gente, ni carteles electorales por las calles», señalaba a este diario Carlos Iturgaiz en Irún. Sin perder el ánimo, el candidato de PP+Cs se colocó una «txapela» roja por las fiestas patronales, los sanmarciales, en un acto que reunió a un puñado de periodistas y miembros de la candidatura. No asomó nadie más. «Es que no se ven ni carteles por las calles, no hay tensión», comentó el lunes de visita electoral en Bilbao el alcalde de Badalona, Xavier García Albiol (PP), muy acostumbrado a la caldera a presión del independentismo en Cataluña.

La soledad es compañera de viaje de todos los partidos, incluido el PNV, que suele ser una máquina de animación. Pero el lendakari, Iñigo Urkullu , tras una convocatoria discreta y fugaz en Hendaya, en la que movilizó en la frontera a una patrulla de la policía gala y poco más, mostró a este diario su confianza en que el 12-J la «gente responderá». No puede compararse el fiasco de la participación en Francia, donde se jugaba una segunda vuelta de las municipales, con la cita autonómica, «la clave no es la misma», opinó . Pero en su discurso por si acaso apremia a los suyos a no confiarse y llama a la «alta participación» en unas elecciones «más importantes que nunca» porque se elige un Gobierno que dé respuesta sólida a la crisis. «Está siendo difícil despertar el entusiasmo», reconocen los nacionalistas.

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