La pareja formada por el marroquí Choukri El Hadouchi y la española Sara Vallejo durante el juicio que se celebra en la Audiencia Nacional
La pareja formada por el marroquí Choukri El Hadouchi y la española Sara Vallejo durante el juicio que se celebra en la Audiencia Nacional - EFE

«El Daesh destrozó mi familia; no soy terrorista»

Choukri y Sara, residentes en Granada, niegan su intención de viajar a Siria con su bebé tras morir dos hermanos.

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«No sé quién le comió la cabeza a mis hermanos, pero lo que hicieron está muy mal. Cuando se fueron a luchar con el Daesh dejaron a mi familia destrozada. ¿Cómo voy a querer ir yo a Siria si solo sé donde están Granada y Madrid? No sé leer ni tampoco rezar. Fumo, bebo y como todo lo que quiero. No soy creyente y estoy en contra del terrorismo. Solo quiero estar con mi hijo y mi mujer y sacarlos adelante».

El presunto yihadista Choukri El Hadouchi, marroquí de 30 años, y su mujer Sara Vallejo, española de 23, fueron detenidos en abril de 2016 en Algeciras cuando intentaban viajar hasta Siria para integrarse la organización terrorista Daesh, según la Fiscalía.

Los dos acusados por delitos de pertenencia a organización terrorista y adoctrinamiento pasivo negaron este lunes en el juicio que se celebra en la Audiencia Nacional que estuvieran preparando su traslado y que solo pretendían viajar a Marruecos para visitar a la abuela enferma.

El matrimonio residente en Granada, que se desplazaba acompañado de su hijo de un año en el momento del arresto, se enfrenta a seis años de prisión cada uno. El padre, que únicamente contestó a su abogado, negó las acusaciones de la Fiscalía por el mero hecho de que dos de sus hermanos fueron captados por el Daesh y fallecido en Siria. «Hablé con mi hermano menor, de 18 años, y traté de disuadirle para que volviera a casa. No me hizo caso. Todo el material que había en mi teléfono son conversaciones y fotos que él me mandaba. Pero lo que hicieron está muy mal», dijo Choukri.

«Amenazas policiales»

Del mismo modo, Sara ha negado negó radicalizado en la vestimenta y explicó que siempre ha trabajado y entrado y salido de casa, donde en muchas ocasiones «llevaba los pantalones». Y reconoció, eso sí, que h ablaba con su cuñado fallecido por teléfono mediante mensajes de «whatsapp», si bien no quería saber nada de las fotos que mandaba porque no le gustaba el Daesh.

«Estoy aquí por terorismo, pero no lo entiendo. Es una acusación muy grave para una persona a la que le duelen las imágenes de los atentados. Tras mi detención la Policía me amenazó con hacerle daño a mi bebé. Me dijeron que había puesto su vida en peligro», declaró.

Posteriormente compareció, en calidad de testigo, un mando de la Guardia Civil responsable de los oficios que dieron lugar a la orden judicial de escuchas telefónicas a los acusados. Señaló que se movían en un entorno en el que se traficaba con drogas y que tanto Vallejo como su marido realizaban envíos de dinero a Marruecos: remesas que no superaban los 80 euros mensuales (los procesados explicaron que trataban de ayudar a la familia marroquí).

En otro punto del interrogatorio, el agente dudó al describir el atuendo de la procesada, de la que remarcó que cambió su habitual pañuelo por otro más «radical» -este lunes en el juicio llevaba la cabeza descubierta-, y vestía más oscuro tras llegar de un viaje a Marruecos. Sin embargo, reconoció que no tenía muy clara la diferencia entre el «hiyab» y el «niqab». La vista oral continuará este miércoles.

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