«Vi cómo desaparecían en el mar mis once compañeros de viaje»

Relato del único superviviente del naufragio de una zodiac en el mar

Djibi Faye, organizador del viaje, poco después de ser detenido por la Policía en Épila (Zaragoza) ABC

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El pasado 11 de enero TP 1 (testigo protegido 1) llegó en avión a Casablanca (Marruecos) procedente de Senegal, su país natal. En la madrugada del 1 de abril, una embarcación de Salvamento Marítimo le rescata de aguas del Estrecho tras volcar el pequeño bote hinchable en el que intentaba llegar a España junto a 11 compañeros de viaje. Él es el único superviviente y también la única persona que tiene las claves para desmantelar la red de traficantes de seres humanos a la que ha pagado 500 euros por la travesía, como el resto de los inmigrantes. Ya en España decide colaborar con la UCRIF Central de la Comisaría General de Extranjería y Fronteras. El organizador del viaje es detenido el 7 de septiembre pasado en Épila (Zaragoza) gracias a la colaboración del inmigrante.

El testimonio de este joven, de apenas 20 años, es por una parte desgarrador, pero por otra refleja de forma muy precisa el modo en el que actúan las mafias de la inmigración irregular en función del poder adquisitivo del candidato. En este caso, el protagonista de la historia se tiene que conformar con unas condiciones de viaje que aumentan mucho las posibilidades de morir ahogado.

«Cuando llegué a Casablanca -explicó TP1 a los investigadores- conocí a un compatriota con el que entablé amistad, y que como yo quería dar el salto a Europa. Poco después comenzamos a residir con otros senegales en un piso del barrio de Ain Sebaa de esa ciudad marroquí, en el que también vivía un gambiano. La vivienda estaba cerca de la mezquita de Al Mane y de una comisaría de Policía».

Primer contacto

Ese mismo mes, TP1 y su amigo conocieron a otro senegalés que también residía en ese barrio. Este individuo, al conocer las intenciones de los dos amigos, «nos dijo que conocía a un hombre llamado Khalifa que nos podía poner en contacto» con organizaciones criminales de Casablanca y Tánger dedicadas al tráfico de seres humanos y les dio el número de teléfono de un tal Moustaphá. Cuando se pudieron comunicar con él les confirmó que les ayudaría, siempre y cuando, claro está, le pagaran 500 euros.

Durante sus tratos con Moustaphá, TP1 y sus amigos supieron que el líder de la organización era una chamán de origen nigeriano. Los «candidatos» pagaron la cantidad acordada y a partir de ese momento tenían que esperar a que se les avisase para emprender el viaje. A lo largo de las semanas hubo tres intentonas, que por distintas razones no llegaron a prosperar, lo que provocó la ruptura de relaciones y la exigencia de que se les devolviera el dinero abonado, a lo que la red criminal accedió.

El segundo contacto de TP1 y sus compañeros, ya definitivo, fue un tal Djiby Faye, de 28 años y también senegalés, que les dio garantías de que harían el viaje muy pronto. En esta ocasión sí se cumplieron las expectativas y este individuo los citó la madrugada del 30 de abril en un punto de la costa conocido como Polo 7, muy cerca del Hotel Tarifa de Tánger.

Una vez más las esperanzas del grupo se vieron frustradas en el primer momento, ya que los miembros de la red mafiosa les dijeron que no podrían zarpar de ese punto debido a la vigilancia de la Marina marroquí . Los inmigrantes fueron citados de nuevo unas horas más tarde, a las cuatro de la madrugada, en el llamado Polo 14. Lo que se encontró el grupo allí fue una pequeña embarcación hinchable tipo zodiac a la que habían adherido con cinta aislante un pequeño motor.

Los traficantes de seres humanos les dieron apenas unas instrucciones -«navegar en dirección a Portugal y cuando veáis la costa poned rumbo a España»-y les entregaron cuatro remos por si se paraba el motor... En esas condiciones doce personas emprenden la que se convertiría en la última travesía para once de ellas.

Llamadas de teléfono

Como casi siempre, las mafias de la inmigración alertaron a la Cruz Roja de la salida de la zodiac y facilitaron a la ONG el teléfono móvil de uno de los viajeros, en concreto TP1. Entre las nueve y las diez de la mañana una trabajadora de esa organización marcó ese número, explicó a su interlocutor que les había llamado Dibi Faye y les intentó transmitir tranquilidad. Además, le pidió que le diese un punto de referencia para facilitar sus búsqueda, lo que el protagonista de esta historia no supo hacer.

Los ocupantes de la zodiac llegaron a ver un helicóptero e hicieron señales, pero lo cierto es que la aeronave no los detectó. Poco después, la trabajadora de Cruz Roja se volvió a poner en contacto con TP1 para saber cómo iba todo.

Después de esta segunda llamada se precipitaron los acontecimientos. El pequeño motor de la embarcación se paró , los inmigrantes comenzaron a remar y el fuerte oleaje hizo volcar la zodiac. «No volcamos solo una vez, lo hicimos dos veces y mis compañeros comenzaron a desaparecer en el mar», relató TP1. Agarrado como podía a la balsa, el joven vio cómo las aguas arrastraban, uno tras otro, a sus amigos Modou Mbangue, Ablaya Seka, Ibrahim, Aduley Sy, Bouyé Fall o Djili Mebenque, lo mismo que al resto de sus compañeros de viaje.

En ese trance hubo una nueva llamada de la cooperante de Cruz Roja, aunque en esta ocasión no pudo atenderla. En esos momentos luchaba por salvar su vida y además el terminal estaba inutilizado al haberse mojado.

Cuando él mismo estaba a punto de dejarse arrastrar por el mar la patrullera de Salvamento Marítimo le rescató de las aguas. Había cuatro cadáveres a su alrededor. Fue llevado al pabellón de acogida de inmigrantes de Tarifa. La Policía habló con él y TP1 decidió colaborar. Lo hizo de forma ejemplar, ayudado siempre por los investigadores. Así supo que Djiby Faye había llegado el 28 de julio a Tarifa en una patera segura, ya que no logró un visado para viajar. Y que tras pasar por Barcelona había llegado a Épila, en Zaragoza.

La Policía lo encontró allí y ahora está en prisión acusado de 11 homicidios por imprudencia y tráfico de seres humanos. Le espera una larga temporada a la sombra y luego la expulsión. Se hace, por fin, justicia.

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