La carta (del 0,25%) de la discordia

Rajoy admite que la comunicación debe ser «más personal y menos dura» con los jubilados

Manifestación de pensionistas EFE
Itziar Reyero

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Mariano Rajoy reconoció ayer que al Gobierno «le ha faltado piel», que es la expresión que Carlos Floriano , exvicesecretario del PP, utilizó en aquel famoso vídeo electoral de 2015 para señalar que los suyos habían pecado de insensibilidad ante los colectivos más recortados por la crisis. En La Moncloa y en Génova llevaban semanas rumiando la protesta de los pensionistas, fuente principal de votantes del PP , un 29% de ellos, según el CIS. Y ayer desde la tribuna del Congreso el presidente concedió que su comunicación, otra vez, no ha sido la más acertada con este colectivo que forman más de 9 millones de españoles, que se ha rebelado y se queja en las calles , espoleado por la izquierda, tras comprobar que su pensión solo crecerá un 0,25%, muy por debajo de lo que se prevé que se encarezca la vida (1,6%) este año.

La mecha de la protesta la encendió la carta en la que cada mes de enero el Ministerio de Empleo les notifica cuál será su asignación , apuntaban ayer los colaboradores del presidente. «Es una carta que a nadie le hubiera gustado recibirla», concedió públicamente Rajoy anticipando que la próxima vez le pondrán un poco más de alma. «Es una obligación que nos marca la ley, pero procuraré que esa obligación acabe siendo un poco más personal y menos dura que ésa que han recibido tantos españoles», añadió al final del turno de réplica a los grupos.

«Más pedagogía»

En la dirección del PP se abordó hace unos días este asunto desde la convicción de que al Ejecutivo le hace falta hacer «más pedagogía» e incluso es deseable incorporar en su misiva a los mayores «cierta literatura», no tan fría, para explicar la realidad del sistema de pensiones, recordándoles que están garantizadas y que el compromiso es seguir subiéndoselas. «El cabreo fue automático, muchos de nuestros mayores también se han sentido ofendidos», reconocía ayer un miembro de la dirección del grupo parlamentario popular tras el debate del Congreso.

Lo cierto es que la carta de Empleo se ha convertido en símbolo de la lucha de los pensionistas, que este sábado volverán a las calles azuzados por los partidos de la izquierda para reivindicar mejoras. Los jubilados la rompen en señal de protesta , algunos sindicatos animan a devolvérsela al Ministerio, y el portavoz del PSOE en el Senado se la restregó a Rajoy en febrero recriminando que el Gobierno se gaste una «millonada» en franqueo. Desde el Ministerio de Fátima Báñez admiten que hubo cierto debate interno sobre la oportunidad de la misiva, que suele generar un malestar «recurrente» cada enero. Pero recuerdan que es una obligación legal y que sólo hay un caso en el que el ministro de turno se negó a firmar la carta de la discordia. Fue Valeriano Gómez, que en 2011 dejó el «trago» a su director general para anunciar a los pensionistas que ese año verían congeladas sus asignaciones tras decretarlo el Gobierno socialista de Rodríguez Zapatero.

Rajoy insistió ayer en que su Ejecutivo ha priorizado esta partida, que la incrementará en cuanto pueda y que ha sido el PSOE el único en congelarla hasta ahora. Se lo repitió a la portavoz socialista, Margarita Robles, que lució chaqueta morada y verbo más afilado que Pablo Iglesias esta vez. Pero su protagonismo se diluyó una vez que Pedro Sánchez, sin escaño, concertó una entrevista a mitad del debate para fijar la postura de Ferraz. El PSOE y Podemos advirtieron de que estarán en las calles el próximo sábado, cuando se han convocado nuevas movilizaciones contra el Gobierno por la rácana subida de las pensiones.

Pensionistas en la tribuna

Unos cincuenta pensionistas convocados por los grupos parlamentarios siguieron en la tribuna de invitados del Congreso el debate parlamentario, que duró cuatro horas y que comenzó con palabras de recuerdo de Rajoy y del resto de portavoces al niño Gabriel. Según el criterio unánime, el que debía ser en palabras de Rajoy «el Pleno más importante de la legislatura» no cumplió las expectativas. No hubo nadie en el palco de autoridades, algún senador. Debutó el ministro de Economía, Román Escolano . Faltaron Dastis (Exteriores) y Montserrat (Sanidad).

Los jubilados, entre ellos sindicalistas y una monja, siguieron estoicos el debate, tomaron apuntes, cabecearon indignados cuando se le reprochó al Gobierno haberse «fundido» la hucha de las pensiones. Y asintieron cuando la oposición pidió condicionar la revisión de las pensiones a la subida del IPC. También PNV y CC, socios presupuestarios de Rajoy.

Hubo nietos acompañando a sus abuelos, que aplaudieron a rabiar cuando Pablo Iglesias tocó a rebato después de que el portavoz del PP, Rafa Hernando , les pidiera no dejarse «engañar»por la izquierda «sacando las pancartas a la calle, que no sirven de nada». «Los pensionistas saben contar y por eso se movilizan porque saben lo que les cuesta la vida», replicó el líder de Podemos. «Esa generación es la que nos trajo la democracia», proclamó levantando los puños de varios pensionistas. Un ujier les llamó la atención para que guardaran la compostura. «Yo por ellos, madre, y ellos por mí», recitó Iglesias llamando a la rebelión.

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