Perfil

Arrimadas, un respiro para Rivera

El presidente de Ciudadanos sitúa como portavoz a la líder del partido en Cataluña y refuerza su núcleo duro con el único perfil con un tirón mediático equiparable al suyo

Madrid Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Han pasado algo más de cuatro años desde la primera vez que tomó la palabra en un pleno del Parlamento de Cataluña. Siempre reconoce que aquella mañana «me temblaban las piernas». Ahora es la líder de la oposición en Cataluña.

Y desde hoy Inés Arrimadas (Jerez de la Frontera, 1981) es mucho más que eso. Su ascenso fulgurante la colocó en unos meses como el único rostro capaz de movilizar a los medios y a la militancia a un nivel comparable al del líder del partido.

¿Qué hay en Ciudadanos más allá de Albert Rivera? Ha sido una pregunta recurrente durante el ciclo electoral. Y en el partido son conscientes de que la sensación de un partido muy dependiente de una sola persona lastró sus posibilidades.

Rivera quiere cambiar la respuesta a esa pregunta. Por eso, ha diseñado una nueva Ejecutiva estructurada en varios niveles, dando mucha importancia a una veintena de responsables de área. Una estructura de Gobierno, como les gusta definirla estos días a sus colaboradores, en las que Rivera tendrá dos apoyos principales. Por un lado José Manuel Villegas y por otro Inés Arrimadas.

En una carrera presidencial estadounidense, la cultura política que más le gusta a Rivera, Arrimadas sería su compañera de cartel. Tras la IV Asamblea General será la portavoz de la dirección. Una tarea que se repartirá con el propio Rivera, también en función de cómo avancen los acontecimientos en Cataluña, donde se avecina un anticipo electoral y el partido no puede prescindir de contar con ella como candidata.

La ausencia de Rivera en la boda de Arrimadas el pasado verano, a la que estaba invitado, y a la que no acudió porque era el único fin de semana que se tomaría unos días de vacaciones dispararon la rumorología del distanciamiento entre ambos. A partir de ahí se empezó a cuestionar el discurso de Arrimadas, que algunos interpretaban más laxo con el nacionalismo. Rivera mandó a su equipo que revisasen los discursos que él había pronunciado en la campaña del 27-S. Y se convenció de que decía entonces lo mismo que dice Arrimadas ahora. La realidad es que es una de las personas en las que más confía Rivera. «Ojalá tuviera un portavoz así en cada comunidad autónoma», reconoció recientemente en un encuentro informal.

A primera vista puede parecer fría. Sus intervenciones en un catalán al que pocos ponen pegas contrastan con un marcado acento andaluz en las conversaciones más distendidas. Quienes la ven trabajar destacan de ella que es meticulosa y rigurosa, y cuando le ha tocado ejercer de portavoz en los medios sobre temas que se escapan de su directo control «solo pide que las cosas se le expliquen con mucho detalle».

Licenciada en Derecho y Administración de Empresas por la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, cursó además estudios superiores en Gestión Empresarial y Negocios Internacionales en Niza. Arrimadas domina, además del catalán y el castellano, el inglés y el francés. Tras terminar la Universidad con 24 años trabajó un año y medio en un grupo de empresas de servicios industriales y posteriormente, durante seis años, en la consultora D'Aleph. Vive en Barcelona desde que en 2006 su carrera profesional la llevó a pasar cada vez más tiempo en la ciudad condal. «Catalana por elección», como siempre le gusta decir.

Al poco tiempo de afiliarse al partido defendió una propuesta para ser elegida portavoz en materia de juventud. Llamó inmediatamente la atención del secretario de organización, Fran Hervías, que le hizo ver a Rivera que se trataba de una persona con la que había que contar para promocionar en el partido. Fue número 4 en las elecciones de 2012 y fue portavoz del partido en varias comisiones parlamentarias, entre ellas la de Empresa y Empleo.

«Dios mío lo que se me viene encima». Eso fue lo que pensó Arrimadas al poco de tomar la decisión de presentarse a las primarias para ser la candidata a la Generalitat. «Tardé en decidirlo. Ha sido la decisión más difícil que he tomado en mi vida», aseguraba poco después en un encuentro con periodistas.

A sus 36 años, y con una década de experiencia profesional a sus espaldas y cinco años como política, niega tener ningún tipo de ambición política.

No puede evitar soltar una carcajada cuando se le pregunta si en ocho años se ve de vuelta a la empresa privada o como candidata a la Moncloa. «Anda, anda, ¡qué dices! Ni me lo he planteado». No hay entrevista en la que esa pregunta no le acompañe. ¿Sucederá a Albert Rivera? A día de hoy, solo ella podría hacerlo.

Ver los comentarios