ARGENTONA (BARCELONA)

El anticuario que daba lecciones y luego traficaba con el expolio del Daesh

El juez le acusa junto a su marchante de financiar el terrorismo y de contrabando

Imagen de una de las piezas intervenidas al detenido en Argentona (Barcelona)

L. L. C.

El eslabón más nítido entre el expolio de piezas de arte en Siria y la financiación del terrorismo tiene un nombre: Khalid El Bakaroui, el yihadista que no solo se suicidó en el metro de Bruselas hace ahora dos años y antes ayudó a preparar los de París de 2015, sino que contribuyó a pagar los explosivos de ambos ataques con el dinero que consiguió trabajando en las redes de comercialización de antigüedades saqueadas por el Daesh en los territorios donde instaló su pretendido califato.

Las imágenes de la destrucción de lugares arqueológicos de incalculable valor histórico por parte del fundamentalismo islámico forma parte ya de la memoria de la infamia de este siglo. Pero no solo arruinaron vestigios del pasado, también se apoderaron de millares de obras de todo tamaño en yacimientos, museos, colecciones particulares, con las que han mercadeado para obtener divisas, al igual que lo hicieron con el petróleo.

Para dar salida a esas riquezas y encontrar compradores en todo el mundo, los terroristas se han valido de sujetos como los que este sábado fueron detenidos en Barcelona por la Policía Nacional, un anticuario y su marchante cuya identidad responde a las inciales O.C.P. y J. B.P., ambos de 31 años, a los que el juez imponía el martes prisión eludible bajo fianza de 12.000 euros y a cambio de medidas cautelares respectivamente por delitos de financiación del terrorismo yihadista, receptación, falsedad documental y contrabando.

Sobre este anticuario con galería, almacén y taller de reparación en Argentona, el Ministerio del Interior ha confirmado que se dedicaba a dar entrevistas e intervenir en foros académicos en los que se abordaba la liquidación del patrimonio de Oriente medio por parte de los yihadistas y condenaba públicamente la compra de bienes culturales de ese origen. Pero la verdad de la investigación ha revelado que, muy por el contrario, formaban parte de una organización con ramificaciones internacionales que se dedicaba precisamente a la adquisición y venta de las también llamadas antigüedades de sangre».

En la operación se les han intervenido un gran número de piezas, entre ellas siete mosaicos, sarcófagos y tesoros egipcios, procedentes en particular de la vieja colonia griega de Cirene, de Apolonia y el yacimiento de Ajdabiya, ubicadas en la Cirenaica, región situada al noeste de Libia, y también de la zona tripolitana, en torno a la capital del mismo país, que ha estado bajo control del Daesh desde 2011 y hasta 2016.

Las actividades presuntamente delictivas de este individuo se remontan a finales de 2014, cuando se detecta que ha tejido una red de proveedores por todo el mundo que le permitía acceder a piezas de diversas civilizaciones, que además eran convenientemente llevadas de un lado a otro por intermediarios extranjeros para dificultar su trazabilidad y no llamar la atención. En 2016 están fechados los principales errores del presunto delincuente . Entre ellos, facturas falsas en las que ciertas obras figuran como adquiridas en países cuyas leyes impiden la salida de todo vestigio arqueológico y, lo más esclarecedor, expedientes de importanción que señalaban el orgien de las obras en Asia u Oriente Medio, cuando pertenecen a los yacimientos grecorromanos de la Cirenaica. La Policia pidió ayuda a las autoridades de Libia para determinar su autenticidad.

Interior ha destacado que esta es la primera operación policial que se desarrolla contra el robo de arte en territorios asediados por grupos terroristas en todo el mundo.

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