Andalucía no es un conejillo de indias

El «CIS andaluz» lo lastró una clara desproporción entre provincias

La presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz EP
Manuel Marín

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La convicción de que Susana Díaz adelantará los comicios andaluces a otoño es creciente pese a que ella lo niega. La forzada y artificial presencia de Pedro Sánchez ayer en Sevilla con motivo del Día de Andalucía empieza a avalar la teoría de que al PSOE le interesa un doble adelanto de elecciones, incluyendo las generales. Por primera vez, Sánchez insta en sus contadas apariciones públicas a Mariano Rajoy a convocar urnas si no consigue aprobar los Presupuestos, y en este contexto Andalucía empieza a aparecer como un laboratorio de pruebas en el que PP y PSOE se muestran preocupados por el crecimiento exponencial de Ciudadanos.

No obstante, Andalucía difícilmente puede ser un banco de pruebas creíble. El «CIS andaluz» avanzó días atrás resultados de un sondeo lastrado por un discutible trabajo de campo y una desproporción evidente de la cifra de encuestados en unas provincias o en otras.

El resultado necesariamente tiene que resultar viciado. El PP ha salido demolido por esa proyección; el PSOE, satisfecho por mantener el Gobierno andaluz , pero resignado a un paulatino desgaste que no augura nada positivo para la marca electoral en el resto de autonomías. Podemos sale trasquilado y solo Ciudadanos, sin más gestión en Andalucía que observar pacientemente cómo se erosionan los demás, reacciona eufórico.

Andalucía es hoy un inmenso espejismo político. En las ocho provincias, tanto PSOE, como PP y Ciudadanos están rotos en dos bloques antagónicos e irreconciliables. Sus respectivas crisis internas son perennes. Le ocurre al PP en Sevilla, Huelva, Jaén, Córdoba o Almería.

Le ocurre al PSOE en toda la región, mayoritariamente «susanista», pero dominada por una minoría «pedrista» obsesionada en el ajuste interno de cuentas y las vendettas personales. Y le ocurre a Ciudadanos, donde Marín es incapaz de poner orden en múltiples y desconocidas escaramuzas locales. Su antiguo contable avanzó algunas verdades la pasada semana en el Senado: hubo candidatos que alcanzaron las cabeceras de lista a golpe de talonario. Hoy Ciudadanos, por ejemplo en Huelva, es un partido roto: de sus tres concejales en la capital, solo uno pertenece al partido, y dos se integraron en el Grupo Mixto para fundar otra marca electoral. Y a Podemos… Muy a la baja, a Teresa Rodríguez le basta y sobra con contener la purga de Pablo Iglesias contra anticapitalistas críticos y conseguir repetir como candidata, sin perder además la alcaldía de Cádiz. Andalucía no puede ser un reflejo objetivo de las opciones reales de cada partido en otros procesos electorales. Allí se vota «a la andaluza». Extrapolar datos sería un riesgo.

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