Rivera se blinda en Ciudadanos por la presión para que permita la investidura de Pedro Sánchez

El Consejo General de Cs reformará hoy los estatutos del partido para ampliar el Comité Ejecutivo y arrinconar a los críticos que piden escuchar al PSOE

Albert Rivera, líder de Ciudadanos, rodeado de sus fieles en el debate de investidura ABC

Daniel Tercero

Albert Rivera propondrá hoy, presumiblemente, en la reunión extraordinaria del Consejo General de Ciudadanos (Cs), los nombres de los nuevos miembros que formarán parte del Comité Ejecutivo de la formación naranja. El máximo órgano político de Cs entre asambleas -la última, en 2017- aprobará la reforma de los estatutos para que la ejecutiva pueda estar formada como máximo por 50 miembros -en lugar de los 40 actuales- y se pueda convocar el propio Consejo General en el plazo de una semana -en lugar de los quince días que establecen ahora los estatutos-.

Además de estos puntos que figuran en el orden del día, se espera que Rivera proponga los nombres que se incorporarán a la dirección . «Solo él los conoce», apuntó ayer a ABC un colaborador de su equipo más cercano. El presidente del partido los nombra y el Consejo General los aprueba. «Serán, seguramente, los que tienen responsabilidades en el Congreso, y alguno más. Pero es un secreto que solo sabe Rivera», señala a este diario un miembro del Consejo General que prefiere mantener el anonimato.

Reproches internos

Estos cambios en los estatutos son una jugada de Rivera para arrinconar a los que defienden posiciones más aperturistas en relación con la posibilidad de llegar a un acuerdo con el PSOE de Pedro Sánchez de cara a un segundo intento de investidura antes de finales de septiembre. Así lo entienden algunas voces críticas con la posición granítica de Rivera en este tema. Pero desde la dirección del partido no lo ven así. «El partido ha crecido en el Congreso, en las autonomías y en los municipios. Este crecimiento se tiene que ver reflejado en el Comité Ejecutivo. Y para ello necesitamos ampliarlo. En 2017 no teníamos esta implantación», defiende José Manuel Villegas, secretario general de Cs.

A la incorporación de Marcos de Quinto, para reconstruir el área económica tras la salida de Toni Roldán y Francisco de la Torre, pero que se encargará de «la gestión del capital humano o del talento, como se dice ahora», indican desde la dirección, hay que sumar, como favoritos, los nombres de Edmundo Bal, José Ramón Bauzá, Sara Giménez, Joan Mesquida y Daniel Pérez , y no habría que descartar a Adrián Vázquez , asesor de Cs en el Parlamento Europeo, que será eurodiputado si se ejecuta el Brexit -fue de número ocho en las elecciones europeas- y ha movido a Rivera por Europa gracias a sus contactos. «Es un talento y tiene mucho futuro», señalan desde el grupo parlamentario en Bruselas.

Con este golpe de efecto, Rivera pretende, por un lado, dotarse de una ejecutiva más plural pero sin discrepancias en la línea estratégica y, por otro, blindarse de cara a la presión que podría empezar a recibir a la vuelta del mes de agosto para que Cs se abstenga en un segundo intento de Sánchez , si este vuelve a fracasar con Podemos. «La presión no la notamos. Antes habrá otro capítulo. Sánchez volverá a negociar con Podemos, ERC, PNV, Bildu... No le daremos apoyo. Ha elegido socios», insiste Villegas.

Pero además de a la presión externa, la dirección de Cs tendrá que estar atenta a la situación interna. Aunque en el partido naranja no existe ni una sola corriente crítica organizada sí hay voces que discrepan de la línea adoptada y, sobre todo, de la rectitud de Rivera a la hora de negar cambios frente a situaciones variables. Un miembro del Comité Ejecutivo lo explica así: « Nacimos, entre otras cosas, para bloquear que los nacionalistas pudieran condicionar los gobiernos . Si ahora no intentamos pactar con el PSOE, con altas condiciones, dejamos a los socialistas en manos de los nacionalistas».

Esta opinión, con matices, es compartida por otro dirigente del partido que, como todos los críticos consultados por ABC, prefiere mantener el anonimato: «No creo que debamos cambiar de posición de un día para otro. No se entendería. No tendría sentido. Pero la política es muy dinámica. No deberíamos descartarlo. Depende de Sánchez, que es el único que puede liderar un nuevo intento de investidura». Tampoco el grupo de Cs en el Congreso tiene una posición única sobre su papel frente a la actual aritmética. «No entiendo qué hacemos. Y no lo pienso solo yo. El grupo está dividido», asegura uno de los 57 diputados.

Más allá de esta coyuntura, en las últimas semanas se han vuelto a escuchar reproches internos por la forma en la que se gestiona el partido. «El último Consejo General duró 38 minutos. Nada que ver con los que se celebraban en Barcelona, con debates y posiciones distintas. Ahora, nadie protesta. No se debate nada. La ejecutiva propone y se vota», asegura uno de los miembros del máximo órgano del partido entre asambleas que conoce y recuerda los inicios de la formación.

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Un «núcleo duro»

Curiosamente, en apariencia, el Consejo General -con 125 miembros- es más monolítico que la ejecutiva. Algunos críticos lo achacan a que en 2017, en la última asamblea se votó una lista única oficialista y cerrada, sin opción a discrepar. El Comité Ejecutivo, pese a que lo nombra Rivera, está formado por cargos institucionales que, de una manera u otra, tienen más independencia que los consejeros.

« Rivera no tiene cuestionamiento ninguno . En la ejecutiva hay total libertad. Se vota y se asume. Pero, de ahí para abajo, la discrepancia no se acepta fácilmente por parte de la dirección. Acepta muy mal las críticas», indica un miembro de la ejecutiva, que también lamenta que a este órgano se lleven propuestas «cerradas» por el Comité Permanente -formado por 13 personas elegidas por Rivera-, que lleva el día a día del partido.

Algunas voces, además, aseguran que existe «un núcleo duro» que rodea a Rivera -que le acompañó en Barcelona- y que «conoce sus códigos», que es el que toma las decisiones. Desde la dirección ironizan con ello: «Es como decir que queremos diluir a los críticos. ¿Más? Si se han ido todos». Así afronta Rivera los dos próximos meses. Alguien que le conoce desde sus inicios en política lo resume de esta manera: « No consulta nada . Pero siempre ha sido así. Las presiones le anclan en sus posiciones».

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