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La estación de Atocha fue uno de los escenarios de los atentados del 11-M - IGNACIO GIL

11-M: la matanza que abrió los ojos a los españoles

Cuando hace hoy 12 años se produjeron los atentados de Madrid el 95% de los esfuerzos en la lucha antiterrorista se dedicaban a ETA; hoy, doce años después, con la banda en extinción, el yihadismo mantiene a España en el nivel 4 de alerta

Madrid Actualizado: Guardar
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A las 7.37 minutos del 11 de marzo de 2004, hace hoy 12 años, se perpetró en Madrid una siniestra cadena de atentados terroristas en los que hubo 191 víctimas mortales. Pocas horas después se tenían ya los primeros datos que apuntaban a la autoría de un grupo yihadista, confirmados por las investigaciones de los días siguientes. Al horror de la matanza se unió la perplejidad de los españoles, tristemente acostumbrados a los asesinatos de ETA pero ajenos al peligro yihadista. De hecho, por entonces el 95 por ciento de los esfuerzos en la lucha contra el terrorismo se dedicaban a la banda.

La tragedia nos abrió los ojos de forma brutal y a día de hoy aquella situación ha dado un giro de 180 grados.

Es el islamismo el que copa gran parte de la actividad de los servicios de Información de las Fuerzas de Seguridad y del Centro Nacional de Inteligencia, que han tenido que reorientar su estrategia. Solo en la última legislatura ha habido 177 detenciones, de ellas 139 en España en 62 operaciones policiales y 38 en el extranjero en 14 actuaciones. Y a día de hoy aún se mantiene el nivel 4 de alerta terrorista, sobre un máximo de 5.

No solo es España la que ha vivido este cambio; también Europa, a golpe de atentados, ha tenido que aceptar que la yihad ha llegado al corazón de nuestros países. Primero fue el 11-M, en Madrid; luego el 7-J de 2005, en Londres; en los últimos tiempos el salvaje ataque en París contra la revista Charlie Hebdo, y la posterior matanza en la capital francesa del 14 de noviembre del año pasado... Bélgica ha descubierto con horror que en su capital se planificaron los atentados de la capital francesa y que es epicentro del terrorismo internacional. Y todo eso sin contar con la infinidad de atentados perpetrados en otras partes del mundo, como Bombay, Túnez o Ankara, entre otros.

Pacto de Estado

El 11-M demostró que nuestro país no estaba preparado para hacer frente a la nueva amenaza, entonces encarnada por Al Qaida y hoy por el Daesh, que ha entrado con la anterior en un enloquecido juego de demostrar cuál es más letal de las dos. La sangre derramada obligó a los distintos gobiernos a reorientar la lucha antiterrorista a marchas forzadas, con un importante trabajo en materia de formación, de medios y en inteligencia. Incluso ha obligado a la reciente modificación del Código Penal y a la firma de un Pacto de Estado contra el yihadismoentre los principales partidos nacionales.

En cualquier caso, la eficacia y preparación de nuestras Fuerzas de Seguridad y los servicios de Inteligencia han logrado evitar atentados, y las operaciones contra el reclutamiento de yihadistas y contra células que ya habían tomado la decisión de atacar se han sucedido a lo largo de los años. Sin duda, nuestra larga experiencia en la lucha contra ETA es de enorme utilidad para combatir este nuevo terrorismo.

También Francia y Bélgica han tenido que reformar su legislación, mucho menos avanzada que la de España, para adecuarla a la amenaza. Se han reforzado, además, los mecanismos de cooperación internacionales, que son la clave para poder responder a este fenómeno con un mínimo de garantías.

Equilibrio difícil

Y aun así, el terrorismo yihadista ha logrado llevar el miedo a la población, que con cada atentado en un país de nuestro entorno se siente vulnerable. El discurso oficial, tanto en España como en el resto de Europa, se debate entre la necesidad de no provocar la alarma entre los ciudadanos y la de garantizar su seguridad, para lo cual es necesario que se mantengan alerta. Un equilibrio difícil de conseguir.

España, como el resto de Europa, se encuentra en medio de una «competición salvaje» de los grupos yihadistas por ganarse la lealtad de los terroristas. A título de ejemplo, Daesh lanzó a primeros de enero una intensa campaña audiovisual compuesta por infografías, hashtags y quince vídeos para difundir sus habituales mensajes y con el objetivo de provocar desertores en las filas de Al Qaida.

Al Andalus

Es la vieja reivindicación de Al Qaida. Pero a esa demanda se ha sumado ahora Daesh, que quiere competir en el Magreb con la organización creada por Osama bin Laden. Proclama que la conquista de Al Andalus se extenderá desde el Norte de África y encenderá la llama para crear una provincia en Europa.

Córdoba

Dentro de la reivindicación de Al Andalus, Daesh pone su foco en Córdoba, cuya mezquita es reclamada por la comunidad islámica, con campañas que en ocasiones han alcanzado gran intensidad.

Ceuta y Melilla

Centrado como está en la consolidación del califato islámico, que pretende asentar en las zonas controladas de Siria e Irak, el Daesh pone también su vista en dirección a Ceuta y Melilla con ese objetivo de provocar deserciones en las filas de Al Qaida. Con el pretexto de que Marruecos no hace nada por arrebatar esas dos ciudades autónomas a España, esta organización terrorista busca desestabilizar la Monarquía alauíta.

Madrid

Desde hace meses, Daesh ya viene mencionando Madrid junto a otras importantes capitales de Europa. En una de estas amenazas advertía: «Sentiréis el aliento cuando seáis aniquilados en las calles de Londres, Madrid y Sidney». O esta otra alusión: «Esas heridas no han sanado y no van a sanar, ya sea en París, Nueva York, Washington, Londres o España», en referencia a los grandes atentados cometidos en Europa, especialmente en Francia, España y Reino Unido, y Estados Unidos.

Santiago

Esta ciudad gallega, punto de referencia de la Cristiandad, también ha sido a menudo citada dentro de la narrativa terrorista de Daesh. Se han publicado imágenes de su catedral y, mediante fotomontajes, se han insertado banderas de esta organización terrorista.

La amenaza, pues, es real, muy seria y podría concretarse en cualquier momento. Pero a diferencia de lo ocurrido el 11-M de 2004, un hipotético atentado terrorista podrá desatar el miedo en la población, pero en ningún caso nos sorprenderá con la guardia baja. La lucha contra el yihadismo es la prioridad y todos los mecanismos están en marcha.

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