Cifuentes, la otra estrella de la Conferencia Política del PP

Viernes, 17.00 horas. A punto de iniciarse los dos primeros foros -simultáneos- de la Conferencia Política del PP: «Hablamos de ti: empleo y políticas sociales» y «La España Reformista». En esta última, se estrena Cristina Cifuentes, moderadora de la sesión junto al eurodiputado Pablo Zalba. Hay carreras y algún empujón en la puerta de la sala: «Vamos a oír a Cristina». La expectación que levanta resultaba evidente: el PP parece haber descubierto una nueva estrella.

Cristina moderaba, presentaba a los ponentes y se encargaba de cortarles cuando superaban el tiempo marcado. Apenas habló unos minutos, paseando muy suelta por el escenario y con un micrófono oreja-boca, pero dio dos mensajes con fundamento: el primero, «hay que ver en qué nos hemos equivocado» -por decir algo así en 2004, tras la derrota electoral en las generales, a Ruiz-Gallardón casi le sacan a gorrazos del XV congreso del PP-; el segundo, «hay que cambiar de actitud».

La presidenta regional madrileña va cobrando peso a velocidad de vértigo, y su proyección en el partido ahora mismo parece de largo alcance: no hay que olvidar los gestos que Rajoy ha tenido con ella, como presentarse en la toma de posesión de su gobierno regional, o nombrarla moderadora de uno de los paneles de la Conferencia -ningún otro «barón» ha gozado de ese honor-.

Cifuentes tiene varios puntos a su favor: su imagen encaja a la perfección en el perfil que ahora prima en el PP. Es joven, moderna y accesible, se entiende bien con los medios de comunicación, tiene un talante abierto, y ha sabido combinar las manifestaciones rompedoras con la más genuina tradición popular: se dijo republicana, pero no tuvo problema en departir semanas atrás durante hora y media con el Rey Don Felipe, que la recibió en La Zarzuela.

Tuitera incansable, lleva personalmente su cuenta y no elude entrar en polémica con quienes la atacan desde esta red social. Es el mejor reflejo de ese nuevo PP que Rajoy impulsa como símbolo de los nuevos aires del partido. Y aún no ha tenido tiempo de hacerse enemigos.