Esperanza Aguirre, durante una entrevista concedida a ABC
Esperanza Aguirre, durante una entrevista concedida a ABC - jaime garcía

Ningún candidato garantiza la mayoría absoluta al PP en Madrid

Rajoy elegirá al candidato a la Alcaldía madrileña sin tenerlas todas consigo. La dirección retomará una macroencuesta en la que se testará a Aguirre, Cifuentes, Sáenz de Santamaría y García-Escudero

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Para decidir quién será el protagonista de los carteles electorales del PP en las próximas elecciones a la Alcaldía de Madrid, el sociólogo de cabecera de Mariano Rajoy, Pedro Arriola, está elaborando la «madre de todas las encuestas»: un trabajo sociológico que determinará quién será el candidato a alcalde del partido que gobierna en la capital de España desde 1991. El sondeo que ya iba a ser testado en este comienzo de otoño ha tropezado, sin embargo, con un imprevisto, según revela a ABC un responsable de la dirección: el escándalo de las tarjetas opacas de las que disfrutaban sin control 86 consejeros y ejecutivos de la antigua Caja Madrid. El que buena parte de los beneficiarios por ese sobresueldo pertenezcan o estén ligados a los partidos políticos (el PP, entre ellos) tiene un componente de indignación ciudadana que, según esa fuente, podía distorsionar la percepción de los encuestados.

Por ello, el partido ha decidido aplazar el trabajo de campo hasta que el «efecto tarjetas opacas» quede neutralizado.

Atomización de la izquierda

Eso sí, Rajoy ya sabe que los datos que arrojará la encuesta (como ocurrió en la de antes del verano) no serán demasiado elocuentes: ninguno de los candidatos que los populares barajan para el ticket madrileño obtiene, ni de cerca, la mayoría absoluta necesaria para gobernar en solitario. El efecto Podemos, con la consiguiente atomización de la izquierda, y el desgaste por la gestión de los populares han abierto grietas de desconfianza en una plaza como la madrileña, donde en un 90% se vota a la marca y no al candidato. Por ello, la decisión final del presidente (que no ha mostrado todavía sus preferencias ni a su entorno más próximo) tendrá mucho que ver con la coyuntura política y con la intuición de Rajoy y sus asesores. «Habrá que jugársela», asegura el dirigente popular. Según el análisis de Génova, las posibilidades de Aguirre son altas, toda vez que se trata de una dirigente con proyección popular que podría combatir con éxito al aspirante socialista, Antonio Miguel Carmona, buen conocedor de los resortes populistas. La expresidenta, que en público solo reconoce «estar en manos de la providencia», se reunió antes del verano con Rajoy, con el que ha mantenido sonoras diferencias en el pasado, para hablar de las candidaturas. Según personas conocedoras del encuentro, fue el presidente el que la abordó con una pregunta directa: «¿Y tú qué quieres, Esperanza?», a lo que la líder madrileña contestó: «Yo estoy a disposición del partido». Por tanto, nada salió de esa charla y ambos se emplazaron para hablar cuando la designación se aproxime. Sobre la fecha en cuestión, la propia Aguirre ha pedido que no vaya más allá del mes de noviembre, si bien nadie descarta que el presidente agote los plazos, que podrían llevarle, aunque sea improbable semejante dilación, hasta el mes de abril.

El perfil de Cifuentes

En ese análisis pierde fuerza la delegada del Gobierno. Los interlocutores de ABC creen que «al tener un perfil más moderado, su espectro ideológico se solaparía con el del propio portavoz económico del PSM, lo cual no nos beneficiaría». Aunque otras fuentes atribuyen su fortaleza precisamente a su discurso más centrado, caladero en el que Gallardón obtuvo importantes réditos. La tercera opción, la del actual presidente del Senado, dependería de que los resultados obliguen al PP a tener un representante que sea «buen negociador» y «con cintura» para entenderse con formaciones como UPyD o Ciudadanos, las dos fuerzas cuyo apoyo podría ser determinante para la continuidad del PP en Madrid. García-Escudero tiene experiencia en el entendimiento con otros grupos desde la presidencia de la Cámara Alta y, sobre todo, gracias a su labor como primer dirigente del PP de Madrid, donde manejó con éxito las tensiones entre sus propios compañeros: Gallardón, Manzano y Aguirre. Finalmente, el nombre de la vicepresidenta del Ejecutivo se ha incluido en el trabajo sociológico, al tratarse de una personalidad de gran notoriedad política y con responsabilidades nacionales, lo que permitiría abrir el foco del sondeo. No obstante, su designación -que Rajoy ni contempla, al tratarse de su mano derecha en el Gobierno, como se ha vuelto a comprobar con la gestión de la crisis del ébola- solo se justificaría si su diferencia en valoración con el resto de aspirantes fuera incontestable. Aunque la demoscopia dicta que en la capital el peso de las siglas a la hora del voto es mayor que en otras ciudades, si el partido optara por Soraya Sáenz de Santamaría esa variable se multiplicaría. En palabras del responsable de Génova: «Un mal resultado de su primera colaboradora le sería achacado directamente a él. Si es la número dos del Gobierno la que se presenta, es como si lo hiciera el propio Rajoy. Con Aguirre pasaría justamente lo contrario».

Menos preocupaciones ofrece la Comunidad de Madrid, donde no se descarta la continuidad de Ignacio González, que ya ha expresado públicamente su disposición a revalidar en las urnas el cargo que heredó de Esperanza Aguirre. El efecto arrastre que tienen sobre el voto regional las elecciones en la capital permitiría, según las fuentes consultadas, «no mover ficha y dejar que González, con un claro perfil político y sin grandes errores en su gestión más allá de alguna investigación periodística, concurra a un nuevo mandato». Su rival socialista, Tomás Gómez, no ofrece mayor inquietud a Génova, por su escasa penetración pública, jalonada de errores y escándalos.

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