Los tabúes de Sánchez y el terreno de Abascal: cómo los candidatos trataron de imponer su mensaje en el debate electoral

El presidente del Gobierno evitó cuanto pudo hablar de Cataluña o la desaceleración

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Luis Cano

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Los candidatos a la presidencia del Gobierno apenas quisieron salir de su zona de confort en el debate electoral a pesar de los ataques, especialmente Pedro Sánchez, el más aludido y el más reacio a polemizar sobre sus puntos débiles, como la economía o Cataluña. Mensajes preparados y el intento constante de marcar posición en sus puntos fuertes, y volver a marcarlos tantas veces como fuera posible, se repitieron en la contienda sin importar el tema tratado.

Santiago Abascal fue el candidato que más hincapié hizo en sus temas fuertes en el debate electoral. El líder de Vox centró sus discurso en los ejes de su campaña: inmigración, crítica al Estado de las autonomías, Cataluña y seguridad. Y aprovechó cualquier ocasión para relacionarlos con los demás temas tratados, de unirlos y volver a sacarlos a la palestra. Abascal, además, se benefició del segundo plano que sus contrincantes quisieron darle en el debate, así que pudo transmitir sus mensajes sin apenas réplica .

A pesar de las interpelaciones constantes de todos los adversarios al presidente del Gobierno en funciones, el candidato que más ataques recibió en la noche , Pedro Sánchez ignoró todo y transitó lo mínimo inevitable por cuestiones espinosas de su gestión, como la desaceleración de la economía y la crisis catalana. En general transitó por temas más diversos que sus rivales (despoblación, política social, memoria histórica…), en parte para no centrar el debate en polémicas incómodas para su discurso. El líder socialista, no obstante, fue el candidato que más agitó el fantasma de la extrema derecha, más que Pablo Iglesias.

Pablo Iglesias centró su discurso en la necesidad de un pacto de la izquierda, con interpelaciones constantes a un Sánchez refractario. Su intento de mostrar su disposición y falta de culpa en el bloqueo institucional salpicó gran parte de sus intervenciones. Al margen de los acuerdos políticos, o falta de ellos, Iglesias colocó sus mensajes de política social, vivienda, sanidad o educación, aunque con la oposición de sus adversarios de la derecha por el gasto costeado con una política fiscal expansiva. Habló de corrupción, pero no más que otros contendientes, y menos que en otras ocasiones.

Albert Rivera habló más de corrupción como ataque a Sánchez, que no respondió sobre los ERE, y Casado, que contraatacó. Cataluña y el Estado de las autonomías fue una constante en su mensaje. El líder de Ciudadanos, de hecho, fue quien mencionó en más ocasiones a Joaquim Torra, presidente de la Generalitat catalana. La economía y el empleo también destacaron en su discurso.

Pablo Casado centró su discurso en la economía y el empleo, donde los líderes populares siempre se sienten más cómodos. Como sus compañeros de bloque, la preocupación por la situación en Cataluña entró de lleno en su discurso, aunque, al contrario que Vox y en menor medida Ciudadanos, sin criticar por extensión al Estado de las autonomías en conjunto. Preocupado por el voto útil para optimizar el voto de la derecha, las alusiones a la división del bloque fueron frecuentes. No entró en ataques a su bando ideológico, apenas se dirigió en una ocasión a Abascal, y quiso apaciguar a Rivera pese a sus embestidas constantes.

[¿ Quién ha ganado el debate electoral ?]

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