Pasaba por allí...

El presidente pitillo

Pedro Sánchez hablaba de los «siete años de infusticia social» del PP y parecía José interpretando los sueños del faraón

Elecciones generales 2019: sigue la campaña electoral en directo

Pedro Sánchez durante el mitin de ayer en Leganés (Madrid) José Ramón Ladra
Rosa Belmonte

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Al entrar, un cartel: «Para una buena higiene, evitar posibles caídas y mantener el centro limpio, se ruega no escupir en las instalaciones». Vale, ir a un Centro de Mayores en Leganés a hacer una crónica tiene poca épica. Como ser funcionario: la seguridad de no ser pobre por la seguridad de no ser rico . Aquí tienes la seguridad de no contar una epopeya por la seguridad de que no te abran la cabeza. La posibilidad de caerme por un lapo no sería para presumir.

Ayer en Leganés, día grande. Pedro Sánchez por la mañana y el Real Madrid por la noche. El primero, en un Centro de Mayores (¿cuándo dejamos de llamarlos Hogar del Pensionista?); el segundo, en Butarque. El PSOE pensaba haber llevado al presidente al Monasterio de Guadalupe, pero se cambió por el Centro Municipal de Mayores Juan Muñoz. Nada de foto religiosa, Sánchez se quedó a pocos kilómetros de Madrid, que por la noche tenía entrevista en Antena 3 . En la puerta, Nicanor esperaba a la estrella. Es habitual del centro, pero no le gusta que las sillas sean cada una de un color. «Parece una guardería». Es votante del PSOE desde Felipe González. No le convence todo. Ni Pedro Sánchez ni el alcalde. «Pero más vale malo conocido». Lo que tiene claro es que no va a votar «ni al PP ni al Coletas».

Mucho más acérrimos, Pablo, Antonio e Ignacio. Afiliados y fans. Van al centro por el vino y el baile. Votan al PSOE de toda la vida. «¿Cómo se llama eso que tenía Franco?», pregunta uno. «Dictadura». «Eso. Pues desde que se acabó votamos al PSOE». A Pablo no le da miedo que el PSOE pacte con Bildu o independentistas catalanes. «Un presidente del Gobierno tiene que dialogar hasta con el demonio» . Y más: «Riverita con la extrema derecha, eso sí me da miedo. Y que venga otra vez Napoleón a caballo».

El escenario se había montado en un patio. En una tarima redonda con moqueta roja. Con gente alrededor a lo Circo Price. Antes de llegar al patio, Sánchez visitó los talleres de pintura, billar y baile. Allí una señora le dijo que arreglara lo desarreglado. Sánchez se vanaglorió de haber arreglado mucho con 84 diputados . «Si tenemos más…». Había estado nublado pero el sol llegó con Pedro Sánchez. Poco antes de las 12.30 empezó a sonar la música a todo trapo, y él que no llegaba. «Se estará estudiando la chuleta», decía un señor. Apareció el candidato y presidente. Camisa blanca, chaqueta gris tipo pingajo, vaqueros negros pitillo y unos extraños zapatos de ante negro abotinados. Daba manos y besos, escuchaba. Todo el público entregado. «Presidente, presidente». Se le acerca un viejo y le da un abrazo. Gran aplauso.

Primero habla Nicasio, de la junta directiva. Sanidad pública, muertos en las cunetas, ley de dependencia, basta ya de que a las mujeres las violen, basta ya de que las maten (aplauso). «No os quedéis en casa. Si nuestros votos no están los de la derecha sí van a estar». Luego el alcalde, Santiago Llorente. «El PSOE está de moda», dice . «Se han recuperado derechos y se han ampliado otros». Y enumeró las cosas que ha hecho por los mayores. Más plazas en los centros, ascensores, campamentos urbanos, un servicio de acompañamiento por parte de empleados municipales. A las 12.43 es el turno de Pedro Sánchez. «Pensaba que iba a haber menos gente». Pero diga lo que diga, no hay manera de fijarse en otra cosa que en los pantalones pitillo. Se le notan los gemelos. ¿Cómo es posible que tengamos un presidente con pantalones pitillo? (se apitilla hasta los del frac).

Como los fans estaban tan cerca, dialogaban, contestaban, apuntaban. La crisis. «Crisis, no, saqueo», gritó uno. Y él se crece: «Se quedaron con el dinero en sus bolsillos y ahora van dando lecciones». Sobre el salario mínimo se ríe de Casado: «Dice que va a subir el salario mínimo a 850 euros. Pero si está en 900». Enumera lo que han hecho estos 10 meses. «Pero no hemos podido suprimir el copago farmacéutico» . Habló de los «siete años de injusticia social» (gracias al PP) y parecía José interpretando los sueños del faraón.

La gente de atrás le pedía que se dirigiera a ellos. «Es que como tengo ahí las cámaras». Mucho círculo para nada . La ultraderecha, explicó ya en modo Twister, no tiene nada de nuevo. «Lo peor es cómo inocula sus cosas en Ciudadanos y PP». Alertó de que si ganan van a hacer lo mismo que en Andalucía. «Van a perder», soltó una. Y pidió a la gente que hablara con otros que a lo mejor no han votado nunca al PSOE porque visto lo visto y escuchado lo escuchado es el único partido al que se puede votar. «Haremos que pase», grita una mujer asimilando el eslogan.

Al salir a la calle hay vallas y personas detrás. Le gritan activistas por la hipoteca. «Vuestra campaña, nuestros desahucios». «Qué pasa, qué pasa, que nos quitan la casa». «Que baje, que baje, que baje el que gobierna». Pero el que gobierna no baja, se escapa en coche. Le gritan cobarde. El ambiente de dentro y el de fuera es absolutamente distinto. Pablo, el que no quiere que vuelva Napoleón, contesta a una que grita: «Ve al del caballo a ver qué dice». Una joven que era la que más gritaba (vive en un piso del IVIMA, tiene dos hijos y al padre en la cárcel 10 años) sentencia: «Con el traje que lleva pago yo el alquiler tres meses». Está claro que lo ha visto de refilón dentro del coche. Con esa ropa de tronista no se paga ni el recibo de la luz.

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