La ley D'Hont premia a los partidos emergentes y atenúa la brecha de PP-PSOE

Todas las grandes provincias, salvo Sevilla, dieron la espalda a Sánchez

Madrid Actualizado: Guardar
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La ley D’Hondt, denostada muchas veces por favorecer a las mayorías, ha sido esta vez la llave para que el reparto de escaños haya sido bastante proporcional entre las cuatro primeras formaciones, que en casi todas las provincias han superado el umbral mínimo, en torno al 15 por ciento de los votos, para conseguir representación. Sin embargo, un repaso más minucioso de los resultados demuestra que las distancias entre ellos han sido más importantes de lo que marca el reparto de escaños. Para muestra, un botón: el Partido Popular ha logrado vencer en trece comunidades autónomas, además de en Ceuta y Melilla, y saca 6,7 puntos a la segunda formación política, el PSOE. Sin embargo, lo que teóricamente es una victoria importante, en virtud de esa ley D’Hondt solo se ha traducido en una treintena de diputados más que los socialistas.

La razón hay que buscarla en que en muchas provincias donde hay en juego entre tres y cinco escaños se ha pasado de una representación que se repartía entre los dos grandes partidos a otra en la que también han conseguido actas los partidos emergentes, en especial Podemos, con sus múltiples marcas, pero también Ciudadanos. Esa dispersión ha sido la que ha castigado de forma importante a los populares y a los socialistas, singularmente a los primeros, que son los que más diputados han perdido, pero también a los segundos, que han alcanzado sus peores resultados de la historia de la democracia.

Para el PSOE es especialmente duro el hecho de que de las grandes provincias españolas solo ha ganado en Sevilla; es decir, el castigo sufrido por Mariano Rajoy por parte del voto urbano -algo que el presidente del Gobierno daba por descontado, y de ahí que en esta campaña se haya centrado mucho en el voto rural- no ha sido aprovechado por Pedro Sánchez, que ha sido incapaz de arrastrar a los votantes más jóvenes. Aunque aún es pronto para analizar más a fondo los resultados, los expertos coinciden en que este sector de la población, normalmente el más crítico con el poder, ha optado en buena medida por los partidos emergentes, sobre todo la formación de Pablo Iglesias.

El PSOE solo ha aguantado, y a duras penas, en sus feudos de Andalucía -en toda la Comunidad solo supera por un escaño y apenas dos puntos al Partido Popular, que vence en las provincias de Almería y Cádiz- y Extremadura, pero ha perdido las elecciones en favor de los populares en comunidades en las que ahora gobierna, como Asturias, Castilla-La Mancha o la Comunidad Valenciana. Es decir, un varapalo sin paliativos.

Pero si el voto urbano ha dado la espalda a Pedro Sánchez, lo mismo se puede decir del voto rural, donde de nuevo el PP ha sido el partido más votado. Es el caso, por ejemplo, y sin ánimo de ser exhaustivos, de Teruel, Cuenca, Guadalajara, Palencia o Albacete. No obstante, también aquí los populares han sufrido serios retrocesos, por mucho que hayan sido la formación más votada. En total, los de Rajoy han vencido en 39 de las 52 provincias.

Después de estos resultados quizá se vuelva a plantear la necesidad de cambiar la ley electoral, y de hecho ayer tanto Alberto Garzón -líder de Izquierda Unida, la formación más perjudicada- como Albert Rivera, de Ciudadanos, pidieron su modificación para que «cada voto valga lo mismo». Quizá el PP se sume a la propuesta.

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