Villares, Ferreiro y Beiras, ayer llegando al acto de Compostela
Villares, Ferreiro y Beiras, ayer llegando al acto de Compostela - EFE

Elecciones en Galicia 2016Villares se erige en líder de una era social en España y Europa

En Marea se ve como factor de cambio en Madrid si logra una victoria el domingo

Santiago Actualizado: Guardar
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La plaza de Platerías de Santiago lo tuvo todo ayer para creer que la campaña acababa de comenzar para En Marea. Un espejismo. La ruta electoral terminaba en Compostela como símil a un camino que el candidato Luís Villares quiere construir para que Galicia sea el inicio de un cambio de era política exportable a España y Europa. «La Europa social comienza aquí, marcaremos el camino a la política española con una fase de entendimiento y este será el fin del sufrimiento de los recortes de la troika», aseguró el magistrado en excedencia.

Villares apareció entre la torre de la Berenguela y la fuente de la plaza con el cuadro del rupturismo gallego al completo. Uno de ellos, el alcalde de La Coruña bautizó a la Marea como la heredera del «legado de nuestro abuelos y la pasión por un futuro que está por construir».

Le siguieron Martiño Nogueira para pedir que no le «escribieran la historia» a los gallegos o Antón Sánchez para pedir una derrota al PP «en su feudo». Todos antes que Beiras. El guía espiritual del populismo gallego emergió para decir que el «partido podrido», como llama a los populares, «debería estar todo él metido en la cárcel». El viejo profesor de estructura económica recibe todas las miradas, todos los elogios y todos los aplausos que otros de su partido no reciben en el epílogo de su carrera política. Hacia el final, no pudo contener las lágrimas, tras ver que Platería se ponía en pie para homenajearle, quién sabe, si por última vez en una campaña.

Entonces llegó Villares. El autodenominado portavoz de un cambio no solo autonómico ni estatal, sino continental. Su discurso fue una apología a los movimientos callejeros de protesta. Hizo resucitar el «Nunca Máis» de hace catorce años que un día sonó contra la fachada del plaza del Obradoiro. Así inició, con la afirmación de que miles de gallegos «gritaron» las consignas contra la marea negra, una introducción contra la «negrura» del PP: «Si estamos en Fisterra, no somos el final, se nos abre delante Europa y somos la cabeza del mundo, desde hoy vamos a construir algo grande», exclamó.

Fue su hilo conductor en toda la intervención, más exaltada de lo habitual en el juez. «La Marea», subrayó, está formada por un conglomerado de reivindicaciones laborales y conquistas electorales que empiezan desde AGE hasta las alcaldías rupturistas. Calificó a Feijóo como el líder de una «Santa Compaña» culpable de cometer los siete pecados capitales, entre los cuales atribuyó la «lujuria» a Baltar y a Rajoy la «pereza». El candidato tardó en encontrar su perfil, más irónico, pero la campaña se agota. Entre las lágrimas de Beiras, los abrazos con Noriega y medio millar de simpatizantes ovacionando, En Marea consiguió el cuadro emocional que quería. «El pueblo, quien más ordena», cerró Villares.

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