Elecciones en Andalucía 2018

Juan Marín, el hombre tranquilo al que todos pretenden en las elecciones andaluzas

El candidato de Ciudadanos tiene en esta campaña el reto de hacer entender cómo ha podido mantener tres años al PSOE en la Junta para acusarles ahora de ser un «régimen»

Juan Marín, candidato a la Presidencia de la Junta por Ciudadanos EP

M. Moguer

Juan Marín Lozano (Sanlúcar de Barrameda, 1962), es un hombre tranquilo. Tan tranquilo que sus adversarios lo describen como un señor gris, con pinta de inspector de Hacienda . Quienes le conocen aseguran que no es así, sino que es afable y un hacha en las distancias cortas. Lo que sí admiten sus cercanos es que, quizás, no sea el más telegénico de los candidatos. Que su carisma —lo tiene, aseguran quienes lo tratan de cerca—, no transmite mucho por televisión.

Marín ha sido objeto de muchos comentarios desde que aterrizase en la política andaluza allá por 2014. Que si llevaba peluquín (falso, alguna vez ha comentado entre risas que tiene el mismo pelazo que su padre);que tiene mucho acento (no esconde que él llama «Arber» a Albert Rivera);que charla mucho (absolutamente cierto, todo el que le conoce destaca esto último al hablar de él).

Marín, que llegó como un desconocido al Parlamento con unos sorpresivos nueve diputados en 2015, aspira ahora a entrar en el Gobierno de la Junta . Como presidente, sí, pero no ha cerrado la puerta a gobernar en coalición. «¿Si una de Triana ha llegado a San Telmo, por qué no uno de Sanlúcar?», ha respondido alguna vez a sus pretensiones en la política andaluza.

El líder de Ciudadanos se niega a que le reduzcan a muleta del PSOE, partido al que ha sostenido en la Junta los últimos tres años y con quien rompió en una sobreactuada pelea con Susana Díaz a cuenta del pacto que habían firmado.

Lo que sí es cierto es que su formación es el único partido que, tras pactar con el PSOE, sigue vivo. Los socialistas se «cargaron» al Partido Andalucista. También a IU, que hoy concurre dentro de una coalición. Pero no ha podido con Ciudadanos, que, lejos de haber sufrido por el «abrazo del oso» de Susana Díaz, tiene las encuestas de cara para el 2D.

Fan acérrimo de Fito y Fitipaldis, le gusta el Carnaval de Cádiz o Dire Strites y tiene el deporte como un elemento central de su vida. Sus colaboradores cuentan que suele buscar el gimnasio en cuanto llega un hotel y que, si no hay, procura salir a andar antes de empezar la jornada. Ha sido jugador de voley y luego entrenador.

Marín, que se presenta ahora como el cambio en Andalucía, recibe críticas por casi todos los flancos por haber apoyado a Susana Díaz a mantener otros tres años lo que él mismo califica como «régimen». Hay quien lo tacha de veleta. De chaquetero. Y no es la primera vez, porque su currículum político es largo.

El líder de Ciudadanos se presentó, siendo muy joven, como último de la lista por Alianza Popular —luego Partido Popular— No lo niega, pero lo matiza. Su padre, empresario local, era el afiliado, pero a última hora pensó que no le beneficiaba que le vieran en el cartel con un partido político. Y mandó a su hijo, Juan, que se presentó a última hora.

También le «acusan» de haber pasado por el Partido Andalucista, pero eso sí lo desmienten en su entorno. Él fue un técnico de comunicación para ese partido, nada más. Hasta del PSOE le han querido vestir. Pero tampoco, dicen quienes le conocen. Pactó con ellos en el Ayuntamiento de Sanlúcar cuando él concurría con el partido que montó, Ciudadanos Independientes de Sanlúcar . Nada más (y nada menos).

En total Marín, que está casado con una trabajadora del Ayuntamiento de Jerez y tiene dos hijos que rondan la veintena, ha estado en tres partidos:el PA, Independientes y ahora, en Ciudadanos. Y con esos mimbres ha construido el cesto de su carrera política.

Si explicar dónde ha militado es un reto para este político, el otro es contar a los andaluces qué ha conseguido manteniendo al PSOE en la Junta tres años más. Él presume de la dimisión de los expresidentes de la Junta Manuel Chaves y José Antonio Griñán; de la eliminación casi total del Impuesto de Sucesiones;y de la rebaja del IRPF.

El reto más difícil de este político que antes que gritar prefiere guardar silencio cuando se enfada es justificar precisamente estos tres años de apoyos. El convencer a los electores de que se puede apoyar al PSOE y, acto seguido, atacar que estén en el Gobierno. De asegurar el puesto de Susana Díaz para vetarla como socia de Gobierno en cuanto se convocan elecciones. De querer, como buen hijo de relojero, poner el reloj de Andalucía a cero tras haber ayudado durante años a quienes buscaban lo contrario.

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