Crítica de «Así nos va» (***): Michael Douglas, en el centro de la Diane (Keaton)
La construcción de los personajes y la de su química de difícil emulsión como pareja es el mayor logro de Rob Reiner
oti rodríguez marchante
Mejor daremos ya por puestas todas esas pegas que la crítica "orto"doxa le suele poner a la típica comedia romántica mientras cae en lo mismo que le reprocha: ser previsible, cómoda y tópica. Puesto que " Así nos va " es una comedia romántica enfocada en una pareja ya madura y que no pretende inventar un nuevo lenguaje (me refiero al cinematográfico, no al amoroso), se puede dar un salto directamente a lo útil, a lo que merece la pena ver en esta película . Y lo primero es al magnífico Michael Douglas en la pose del Jack Nicholson de "Mejor imposible" o "A propósito de Schmidt", y con esa misma boca de hacha que le proporcionan los diálogos escritos por Mark Andrus, guionista tanto de ésta como de la de Brooks ("Mejor imposible"). Y ver también a Diane Keaton , siempre tan al día en su sección de complementos, micrófono en mano y cantándole a la pantalla con una atractiva mezcla de gracia y sosería.
La construcción de cada uno de estos personajes y la de su química de difícil emulsión como pareja es el mayor logro de Rob Reiner , el director de "Algunos hombres buenos" y de algunos momentos sublimes, como el de "Cuando Harry encontró a Sally". Visualmente, hay puro cine inolvidable en ese viudo sarcástico, egoísta y amargado que se llama Oren Little, que se viste a lo George Hamilton y al que le cae de rebote una nieta de diez años insospechada y de un hijo al que desprecia, como a casi todo el mundo.
Si bien hay algo de rutina en lo macroeconómico del argumento (lo global, digamos, se puede prever), hay mucho ingenio y sorpresa en lo microeconómico, en el interior de las secuencias, en el día a día de las situaciones y en la enorme gracia del tipo, de la pareja y de sus circunstancias.
Probablemente "Así nos va" no descubre gran cosa acerca de las relaciones familiares y vecinales, ni del eficaz manejo que tienen los niños con la caña de pescar bacalaos adultos (la niña Sterling Jerins mira a la cámara como si llevara una hucha del Domund), pero sí ofrece un trayecto por ella lleno de ocurrencia y mordacidad; además del sorprendente control actoral que tiene Michael Douglas sobre el demolimiento de su físico.
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