Perfumes con feromonas, ¿sirven para ligar?

El último experimento, en el que se dio a oler estos compuestos a voluntarios, concluye que no aumentan la atracción por el sexo opuesto

MADRID Actualizado: Guardar
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Algunos perfumes destacan en su composición el uso de feromonas humanas y se publicitan como una garantía de seducción. Uno se echa unas gotas en la piel y se vuelve irresistible, promete su publicidad. Si esos químicos pueden provocar algún efecto en el deseo sexual de los demás ha sido algo largamente debatido, con defensores y detractores, pero la última investigación al respecto, realizada por un equipo de la Universidad de Australia Occidental, niega la mayor. Nada de nada. Según estos investigadores, uno ya puede echarse el frasco entero encima, que no le garantizará triunfar un sábado por la noche. Al menos no más de lo habitual. A su juicio, los perfumes con feromonas no atraen al sexo opuesto y, de hecho, es posible que las feromonas humanas ni siquiera existan.

En la investigación, publicada en la Royal Society Open Science y de la que se hace eco la web de Science, se pidió a decenas de participantes heterosexuales (hombres y mujeres) puntuar el atractivo de unos rostros del sexo opuesto mientras eran expuestos a dos esteroides que se suponen feromonas humanas: la androstenediona, que se encuentra en el sudor y el semen masculino, y el estratetraenol, en la orina de las mujeres. Además, los voluntarios también debían juzgar unas caras de género ambiguo, creadas por la mezcla de imágenes de hombre y mujeres.

Los autores razonaron que si los esteroides eran feromonas, entonces deberían afectar a los comportamientos reproductivamente relevantes, como la percepción de una posible pareja. Las mujeres voluntarias a las que se dieron androstenediona deberían ver las caras neutrales como varones, y los voluntarios varones que olieron el estratetraenol debería verlas del género femenino. Igualmente, los esteroides conducirían a los voluntarios a evaluar las caras del sexo opuesto como más atractivas.

Pero no ocurrió nada de eso. Los investigadores no notaron ningún efecto de los esteroides en el comportamiento de los voluntarios. «Estoy convencido de que no funcionan», dice Leigh Simmons, biólogo evolucionista y autor principal del estudio.

Simmons cree que es posible que las feromonas humanas existan, pero ninguna ha sido identificada por ahora. No todos los investigadores son de la misma opinión. Algunos consultados por la web de la revista Science creen que el experimento puede tener fallos y que los dos esteroides utilizados sí son feromonas humanas. La neurocientífica Martha McClintock, de la Universidad de Chicago, es una firme defensora de estas feromonas humanas, lo que ha contribuido a su fama, junto con la idea muy criticada de que las mujeres que viven juntas sincronizan sus ciclos menstruales. Cree que estos compuestos químicos pueden afectar a cómo funciona el cerebro. Por ejemplo, inhalar androstenediona, quizás del sudor de otra persona, puede influir en las emociones. Con toda seguridad, el debate continua.

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