Una simulación de átomos de hierro-60 dispersos por múltiples supernovas cerca del sistema solar hace 2,2 millones de años
Una simulación de átomos de hierro-60 dispersos por múltiples supernovas cerca del sistema solar hace 2,2 millones de años - Michael Schulreich

La Tierra, atacada por estrellas radioactivas

Continuas explosiones de supernovas pudieron haber provocado edades de hielo y cambios de especies en los últimos 10 millones de años

MADRID Actualizado: Guardar
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Parece una película de ciencia ficción, pero sí, la Tierra ha sido atacada por las estrellas. Múltiples supernovas, explosiones masivas de estrellas que se quedan sin combustible y se colapsan, han bombardeado nuestro planeta en los últimos 10 millones de años. Dos equipos de investigadores han llegado a esta conclusión tras encontrar desechos radiactivos (en contreto, hierro-60) en muestras de sedimentos y cortezas tomadas en el Pacífico, el Atlántico y el Índico. Estas supernovas se encontraban a menos de 300 años luz de distancia, por fortuna no tan cerca como para arrasar con la vida en el planeta, pero sí lo suficiente como para ser apreciadas durante el día, comparables con el brillo de la Luna. Además, quizás, y esta es una cuestión clave aún por resolver, pudieron haber influido en las últimas edades de hielo de la Tierra.

El hierro-60 se concentró en un período comprendido entre hace 3,2 y 1,7 millones de años, lo cual es relativamente reciente en términos astronómicos, según explica Anton Wallner, físico nuclear de la Universidad Nacional de Australia (ANU) y responsable de uno de los estudios publicados en Nature. «Nos sorprendió que hubiera restos claramente repartidos en 1,5 millones de años. Esto sugiere que hubo una serie de supernovas, una tras otra», explica el investigador, quien señala una coincidencia a tener en cuenta: los restos corresponden a la época en la que la Tierra se enfrió y se trasladó desde el Plioceno al Pleistoceno. Algunas teorías sugieren que los rayos cósmicos de la supernova pudieron haber provocado un aumento de la nubosidad.

Los investigadores también encontraron las mismas evidencias en una supernova de hace unos 8 millones de años, lo que coincide con los cambios globales en la fauna del Mioceno tardío, cuando se extinguieron múltiples especies y aparecieron otras nuevas.

Ambos eventos de supernovas se produjeron a mayor distancia de la considerada como «zona de la muerte», situada a aproximadamente 30 años luz y que determina la distancia a la que la Tierra está «a salvo». Aunque nuestro planeta hubiera estado expuesto a un mayor bombardeo de rayos cósmicos, la radiación habría sido demasiado débil como causar un daño biológico directo o desencadenar extinciones en masa. Sin embargo, estos fenómenos sí podrían haber tenido otros impactos, incluida la influencia en la evolución humana, efectos que todavía están por determinar.

Así lo descubrieron

Las explosiones de supernovas crean muchos elementos pesados e isótopos radiactivos que están esparcidos por el vecindario cósmico. Uno de esos isótopos es el hierro-60, que se desintegra con una vida media de 2,6 millones de años. Los átomos de hierro-60 llegaron a la Tierra en cantidades minúsculas, por lo que el equipo necesitó técnicas muy sensibles para identificarlos.

El equipo internacional buscó el polvo interestelar a partir de 120 muestras del fondo marino que abarcan los últimos 11 millones de años. El primer paso consistió en extraer todo el hierro de los núcleos del océano. Posteriormente, los investigadores separaron las pequeñas trazas de hierro-60 interestelares de los otros isótopos terrestres utilizando el acelerador de iones pesados de la ANU y encontró que ocurre en todo el mundo. La edad de los núcleos se determinó a partir de la descomposición de otros isótopos radiactivos, berilio-10 y aluminio-26, utilizando espectrometría de masas en las instalaciones de diferentes organismos.

Los investigadores creen que una posible fuente de estas supernovas es un cúmulo de estrellas viejas que desde entonces se ha alejado de la Tierra. El clúster se ha quedado sin grandes estrellas, lo que sugiere que ya han explotado en supernovas, arrojando oleadas de escombros. Esto coincide con las conclusiones del segudo equipo de investigación, dirigido por Dieter Breitschwerdt, de la Universidad Técnica de Berlín, que aclara el origen del hierro-60 en el fondo de los océanos. Estos expertos han estudiado la trayectria de la Burbuja Local, formada por la explosión de hasta 20 supernovas de un mismo grupo de estrellas, en los últimos millones de años. Concluye que una supernova explotó a unos 290 años luz de la Tierra hace 2,3 millones de años, y otra lo hizo a unos 325 años luz hace 1,5 millones de años

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