Somos hijos de una tercera especie humana

El genoma del hombre moderno no solo tiene un porcentaje neandertal, también de denisovano, el misterioso homínido de Siberia. Un mapa sitúa los lugares del mundo donde ese ADN está presente

MADRID Actualizado: Guardar
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Los seres humanos modernos, con la excepción de los africanos, llevamos en nuestro ADN la firma de otra especie humana, la de los neandertales, probablemente debido a que ambos grupos se cruzaron en diferentes momentos fuera de África. Lo descubrió hace años Svante Pääbo, director del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva, en Leipzig (Alemania), cuando logró secuenciar el genoma de un neandertal. Cifró esa herencia genética entre el 1% y el 4%.

Pero resulta que no son los únicos homínidos con los que nos hemos encontrado íntimamente y que nos han dejado su legado personal. Investigadores de la Escuela de Medicina de Harvard /UCLA sugieren en un nuevo estudio publicado en la revista Current Biology que muchas líneas de sangre de todo el mundo, sobre todo en el sur de Asia, pueden tener genes denisovanos, una misteriosa población que vivió en la época de los neandertales, hace unos 50.000 años, y cuyos escasísimos restos fósiles, un meñique y dos dientes, fueron encontrados en una cueva de Siberia.

El estudio también propone que los humanos modernos se cruzaron con los denisovanos alrededor de 100 generaciones después de sus citas con los neandertales. Un culebrón prehistórico que parece enrevesarse cada vez más.

El equipo ha utilizado la genómica comparativa para hacer predicciones acerca de los lugares del mundo donde los genes denisovanos y neandertales están más presentes y pueden estar afectando a la biología humana moderna. Aunque todavía hay mucho por descubrir, advierten los científicos, los genes denisovanos pueden estar relacionados con un sentido del olfato más sutil entre los habitantes de Papúa Nueva Guinea y las adaptaciones a la gran altitud en los tibetanos. Además, los genes neandertales encontrados en las personas de todo el mundo muy probablemente contribuyen a una piel y cabello más fuertes.

«Hay ciertas clases de genes que los humanos modernos heredaron de los arcaicos con los que se cruzaron, que pueden habernos ayudado a adaptarnos a los nuevos entornos a los que llegamos», dice el autor principal del estudio, David Reich, genetista de la Escuela de Medicina de Harvard y el Instituto Broad. «Por otro lado, hubo una selección negativa para eliminar sistemáticamente la ascendencia que pudo haber sido problemática para los humanos modernos. Podemos documentar esta eliminación durante 40.000 años».

Hombres menos fértiles

El equipo encontró evidencias de que la ascendencia tanto denisovana como neandertal ha perdido genes del cromosoma X, así como los genes expresados en los testículos masculinos. Su teoría es que esto ha contribuido a la reducción de la fertilidad en los hombres, que se observa comúnmente en otros híbridos entre dos grupos altamente divergentes de la misma especie.

Los investigadores recolectaron sus datos mediante la comparación de las secuencias de genes neandertales y denisovanos conocidos en más de 250 genomas de 120 poblaciones no africanas, públicamente disponibles a través del Proyecto de la Diversidad del Genoma de la Fundación Simons. El análisis se llevó a cabo mediante un algoritmo que podía diferenciar entre los componentes de ambos tipos de ADN ancestral, que son más similares entre sí que al de los humanos modernos.

Los resultados mostraron que los individuos de Oceanía poseen el mayor porcentaje de ascendencia arcaica y que los del sur de Asia tienen más ascendencia denisovana de lo que se creía anteriormente. Esto revela eventos de cruces previamente desconocidos, sobre todo en relación con los denisovanos, y coincide con los resultados de otro estudio de la Universidad de Washington (EE.UU.) y del Instituto Max-Planck de Antropología Evolutiva en Leipzig, Alemania, que descubrió una importante cantidad de ADN denisovano en los pobladores actuales de las islas de la Melanesia, en el Océano Pacífico. Por el contrario, los euroasiáticos occidentales son los no africanos menos propensos a tener genes neandertales o denisovanos. «Las interacciones entre los humanos modernos y los humanos arcaicos son complejas y quizás involucran múltiples eventos», dice Reich.

La principal limitación del estudio es que se basa en la biblioteca actual de los genomas antiguos disponibles. «No podemos utilizar estos datos para hacer afirmaciones acerca del aspecto que tenían los neandertales o los denisovanos, lo que comían, o a qué tipo de enfermedades que eran susceptibles», advierten los investigadores. «Estamos todavía muy lejos de entender eso».

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