El Solitario George revela cómo vivir más de cien años

Científicos desentrañan el genoma de último ejemplar de su especie y encuentran variaciones genéticas que explican por qué viven más de un siglo

Una imagen de Solitario George tomada en 2008 AFP PHOTO/GALAPAGOS NATIONAL PARK

P. Biosca

A principios de la década de los 70, la especie de tortuga gigante Chelonoidis abingdonii , oriunda de las Islas Galápagos, se creía extinta. Los tres últimos machos encontrados a comienzos del siglo XX habían muerto, por lo que oficialmente este tipo de quelonio estaba inscrito en las listas de animales desaparecidos. Hasta que el 1 de diciembre de 1971, de forma inesperada, una pareja de científicos encontraron al Solitario George , quien significó la esperanza de su especie durante cuatro décadas. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos de los investigadores, el 24 de junio de 2012 esta tortuga gigante moría sin dejar descendencia . Hoy, siete años después de su fallecimiento, Solitario George acaba de desvelar algunas de las claves de su extensa vida, más de un siglo.

El secreto está en sus genes , que acaban de ser descifrados por investigadores de la Universidad de Yale (EE.UU.) y la Universidad de Oviedo , quienes han publicado este lunes un artículo en la revista «». El análisis, el primero que desentraña el genoma completo de Solitario George , indica que esta tortuga gigante poseía una serie de variantes relacionadas con la reparación del ADN , su respuesta inmune y la supresión de células cancerígenas , lo que sumado propició que este quelonio viviera tanto tiempo. Además, también se analizó el genoma de la atolón de Aldabra ( Aldabrachelys gigantea ), única especie viva de tortuga gigante en el Océano Índico, y que comparte un ancestro común que vivió hace 40 millones de años.

Muchas claves genómicas juntas

«No pensamos en un secreto de la longevidad de las tortugas gigantes, sino en muchas claves que ocurren juntas », afirma Víctor Quesada , bioquímico de la Universidad de Oviedo y coautor del estudio. Quesada explica a ABC que para este trabajo se eligieron 500 genes involucrados en los factores del envejecimiento, con especial atención en « la proliferación celular y el daño genético », señala.

En concreto, el estudio resalta que las tortugas gigantes de la especie de George han desarrollado copias adicionales de genes que refuerzan el sistema inmunológico del animal o desactivan otros que le protegen de enfermedades asociadas a la vejez, como la diabetes . Además, encontraron similitudes al comparar el genoma de esta tortuga con el de personas centenarias.

«Siempre tenemos la intención de que, en último término, este conocimiento ayude en las terapias con humanos , aunque no prevemos que se pueda utilizar a corto plazo», advierte Quesada. Sin embargo, es probable que todo este conocimiento se aplique en estudios relacionados con la longevidad animal.

La resistencia de las tortugas gigantes ante el cáncer

Otro de los puntos que llama la atención del estudio es la resistencia de estos quelonios a dolencias como el cáncer , a pesar de que cuanto más grande y más longevo es el animal , más probabilidades tienen de padecer esta enfermedad. Sin embargo, en el caso de las tortugas gigantes estudiadas, los supresores de tumores estaban más extendidos que en otros ejemplares de menor tamaño.

Además, los expertos encontraron alteraciones específicas de la tortuga gigante en dos genes cuya sobreexpresión es conocida por contribuir al cáncer. Aunque estos hallazgos podrían apuntar a un mecanismo del cáncer específico de las tortugas gigantes , los tumores son muy raros en estos animales, por lo que los científicos apuntan hacia nuevos estudios para determinar si estas características genómicas se pueden asociar con el desarrollo de tumores.

La posibilidad de revivir a Solitario George

Desde su muerte en 2012, los científicos han realizado diferentes esfuerzos para preservar el ADN de la especie de Solitario George y «resucitarlo» de alguna manera . Se congelaron sus gónadas y se buscaron rastros de su estirpe, hallando genes suyos en 17 quelonios que habitan en un volcán de las Islas Galápagos. «Hemos encontrado algunos híbridos que tienen algunas partes de su genoma de C. abingdoni, probablemente como resultado de apareamientos entre animales de esta especie que los marineros trajeron accidentalmente a esa isla», explica a ABC Adalgisa «Gisella» Caccone , investigadora del departamento de Ecología y Biología Evolutiva de la Universidad de Yale y autora principal del estudio.

Sin embargo, son pocos los especímenes encontrados hasta la fecha, si bien experimentos similares se han llevado a cabo con otra tortuga extinta de la Isla Floreana, también en Galápagos -aunque encontraron más individuos híbridos-. A pesar de todo, este estudio servirá para «comprender la historia evolutiva de este complejo grupo de especies y, además, apoyar la conservación de las aún existentes », señala Caccone.

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