Las ratas saben conducir, ¡y lo hacen muy bien!

Estos roedores son capaces de dirigir coches hacia un destino por medio de varias palancas. Esta capacidad servirá para estudiar el aprendizaje y el efecto de enfermedades psiquiátricas y neurodegenerativas

Una rata a bordo de uno de los pequeños automóviles empleados en este estudio Kelly Lambert/Universidad de Richmond

G.L.S.

Las ratas son un modelo de experimentación muy importante para estudiar la base biológica de las emociones, los lazos afectivos o algunos procesos neurológicos complejos, como puede ser el aprendizaje. Por eso, por ejemplo, resulta interesante enseñar a las ratas a jugar al escondite .

Ahora, un estudio que se acaba de publicar en Behavioural Brain Research ha revelado otra sorprendente capacidad de estos roedores. Investigadores de la Universidad de Richmond, en Virginia, Estados Unidos, han demostrado que las ratas son capaces de conducir pequeños coches , lo que muestra que sus cerebros son mucho más plásticos de lo que se creía. El avance también muestra que el aprendizaje alivia el estrés de estos animales y resulta muy prometedor, porque indica que, más adelante, se podrían obtener nuevos datos al investigar enfermedades neurodegenerativas y psiquiátricas en experimentos con ratas «conductoras» y no en los laberintos tradicionales.

«–Las ratas– aprendieron a llevar un coche de una forma única y lo hicieron usando un volante de una forma que nunca habían hecho para llegar a una recompensa», ha dicho en «New Scientist» Kelly Lambert , directora de la investigación.

«Realmente creo que las ratas son más inteligentes de lo que mucha gente cree»

Se sabe que los roedores pueden reconocer objetos y presionar botones para encontrar la salida a un laberinto. Así es, por ejemplo, cómo se ha estado investigando los circuitos neurales de las adicciones durante años. Pero Lambert sospechaba que su cognición va mucho más allá, y que unos experimentos más complejos pueden mostrar todo el potencial de estos roedores. Por eso, se decidió a averiguar si las ratas pueden hacer tareas complejas , como puede ser conducir un pequeño vehículo, en un «medio enriquecido», en el que se introducen nuevos estímulos para los animales.

Un coche conducido por... ratas

Para averiguarlo, diseñaron un automóvil a la medida de los roedores. Emplearon un pequeño bote de plástico ensamblado a un chasis con ruedas y le acoplaron un suelo de aluminio. En la parte delantera del coche colocaron tres diminutas barras de cobre para que hiciesen las veces de los mandos del coche .

De esta forma, el cuerpo de la rata completaba un circuito eléctrico cada vez que se colocaba sobre el suelo de aluminio y al coger los mandos de cobre con las patitas. Este circuito, que naturalmente no daña a los animales, enciende un motor y mueve el coche hacia delante. Además, en función de cuál de las tres barras toque la rata, el automóvil rueda hacia delante o hacia los laterales.

Además de diseñar un coche apropiado, los científicos tuvieron que conseguir que casi dos decenas de ratas se «sacaran el carné de conducir» . De hecho, entrenaron a seis hembras y a 11 machos para que pudieran conducir el automóvil en escenarios rectangulares de hasta cuatro metros cuadrados.

El método de enseñanza se basó en emplear recompensas en forma de granos de «Froot Loops» , una marca de cereales. Al principio se premió a los animales por mover el coche hacia delante, pero, progresivamente, las pruebas fueron más complejas. Así, finalmente, las ratas aprendieron a circular y dirigir sus automóviles para ir en busca de los codiciados cereales.

Aprender a conducir relaja a las ratas

Los análisis químicos de algunas hormonas presentes en las heces de los animales revelaron que, a medida que las ratas aprendían a conducir, cada vez estaban más relajadas. En concreto, los investigadores observaron que los niveles de corticoesterona (un marcador del estrés) disminuían en relación con los de dehidroepiandrosterona, hormona que contrarresta el estrés, a medida que avanzaba el entrenamiento.

Para descartar que esta caída del estrés estuviera ocurriendo por otro motivo, hicieron los mismos análisis en ratas que sencillamente fueron pasajeras de coches teledirigidos. Esto confirmó que el aprendizaje de la tarea, y no el hecho de montar en coche, es lo que disminuye el estrés de las ratas.

La gran importancia de la neuroplasticidad

De hecho, estos hallazgos coinciden con lo observado por Lambert con anterioridad: aprender a completar tareas difíciles, como desenterrar comida escondida, reduce el estrés de los roedores y resulta satisfactorio.

Esto es lo que ocurre cuando los humanos aprendemos una nueva habilidad : «En humanos, llamamos a esto agencia o autoeficacia», ha dicho Lambert. La autoeficacia es la percepción de que uno es capaz de lograr unos resultados, y la agencia es la capacidad de hacerlo, por medio de la planificación, la motivación y la intencionalidad.

Aparte de esto, la investigación también demuestra que los cerebros de las ratas son flexibles y están preparados para responder a nuevos retos, por medio de una capacidad que se conoce como « neuroplasticidad » o plasticiad sináptica.

¿Qué es la neuroplasticidad? Es una compleja propiedad del cerebro que parece estar enfocada a optimizar el funcionamiento de las redes neurales, a lo largo de la vida y a veces también después de lesiones. Permite, por ejemplo, que una cierta función sea transferida a otro lugar, que cambie la proporción de materia gris o que las sinapsis (comunicaciones entre neuronas) se fortalezcan o debiliten con el tiempo, en función del uso que se les dé. Además, parece ser que el ambiente, el pensamiento y las emociones modulan la neuroplasticidad , lo que tiene importantes implicaciones para la salud, el aprendizaje, la memoria y la recuperación tras daños cerebrales. De ahí que resulte tan interesante estudiar la neuroplasticidad de las ratas, tanto al volante como a pie.

«Realmente creo que las ratas son más inteligentes de lo que mucha gente cree », ha explicado Kelly Lambert. De hecho, ha proseguido: «Creo que la mayoría de los animales son más listos de formas más extraordinarias de las que pensamos».

Sea como sea, los investigadores quieren ahora seguir haciendo experimentos para averiguar cómo las ratas aprenden a conducir, qué áreas cerebrales están implicadas y por qué esto reduce su estrés.

Además de esto, los investigadores creen que sería interesante reproducir los estudios que hoy se hacen en laberintos para aprender sobre enfermedades y condiciones neuropsiquiátricas, con ratas al volante en estas pistas de conducción. Así se podría investigar por ejemplo la influencia de la enfermedad de Parkinson en las habilidades motoras y la percepción espacial , o el efecto de la depresión en la motivación: ¿Una rata deprimida aprendería igual o sentiría menos satisfacción al hacerlo? «Creo que si usamos modelos más complejos y realistas, obtendremos datos muy importantes», ha concluido Kelly Lambert. Parece que las ratas conductoras tienen mucho que enseñarnos.

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