Los primeros agricultores del Neolítico ya tomaban miel

Un estudio con participación española ha encontrado cera de abejas en vasijas de cocina de más de 7.000 años

Utilizaban la cera como cosmético, medicina o para impermeabilizar recipientes de barro

Madrid Actualizado: Guardar
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Las «doradas abejas», como poéticamente las describía Antonio Machado, vienen prestando su « blanca cera y dulce miel» a los humanos desde al menos 8.500 años, coincidiendo con el inicio de la agricultura en el Neolítico. El dulzor de la miel habría seducido a nuestros antepasados, que también encontraron pronto utilidades para la cera, como cosmético en rituales, en medicina o para impermeabilizar recipientes de barro.

Precisamente ha sido la huella química que ha dejado la cera en vasijas y otros utensilios de cocina lo que ha permitido datar el inicio de la apicultura paralelo al desarrollo de la agricultura y la domesticación de animales. Lo demuestra una investigación publicada en Nature, que liderada la Universidad de Bristol, en la que han colaborado investigadores de Europa, incluidos españoles, Oriente Medio y el norte de África, los lugares de donde es originaria la abeja europea (Apis mellifera).

Las primeras escenas de apicultura, se remontan a representaciones rupestres y también aparecen en el antiguo Egipto, sin embargo, la relación entre los primeros agricultores y las abejas era incierta. El estudio de Bristol muestra que ya había una explotación de las abejas por los primeros agricultores del neolítico y hace retroceder el momento en que surgió esa provechosa asociación a fechas muy anteriores a las barajadas hasta ahora.

El estudio ha reunido pruebas de la presencia en las vasijas de cerámica de los primeros agricultores de Europa de la cera de las abejas mediante la investigación de sus componentes químicos, que han quedado atrapados la arcilla de más de 6.000 fragmentos de cerámica de más de 150 yacimientos arqueológicos situados en la zona de dispersión de la abeja europea.

Se trata de una «evidencia inequívoca, basada únicamente en la “huella digital” que deja un producto químico», destacan los investigadores. Se detectó la cera en ollas de cocina de un yacimiento arqueológico de Turquía que data del milenio séptimo antes de Cristo, lo que constituye la evidencia más antigua del uso de los productos de las abejas por los agricultores neolíticos.

La cera de las abeja contiene lípidos complejos que intervienen de forma muy constante en su composición y pueden actuar como una huella química en objetos arqueológicos como vasijas de cerámica. A partir de 6.400 vasijas de cerámica los investigadores han establecido un mapa de la asociación entre las abejas y el inicio de la agricultura a través de Europa, Oriente Medio y el Norte de África. La evidencia más antigua de la cera de abejas en utensilios domésticos de barro proviene de yacimientos neolíticos de Anatolia que datan del séptimo milenio antes de Cristo y son la primera evidencia de la explotación de abejas por nuestra especie.

La falta de pruebas del uso de cera de abejas en los emplazamientos neolíticos por encima del paralelo 57º, como Escocia, Noruega, Suecia y Finlandia, demuestran la existencia de un límite ecológico en la distribución natural de las abejas en ese momento.

La carencia de un registro fósil de la abeja melífera la ha hecho ecológicamente invisible durante la mayor parte de los últimos 10.000 años. Y aunque diversas representaciones artísticas egipcias e incluso el arte rupestre sugieren que la relación con estos himenópteros se remonta a miles de años atrás, se desconocía cuándo y dónde había surgido.

El trabajo es fruto de más de 20 años de investigaciones llevadas a cabo en el Departamento de Geoquímica Orgánica de la Universidad de Bristol, que dirige el profesor Richard Evershed, en el que están implicados arqueólogos de Europa, el Oriente Medio y África del Norte.

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