Tres especies del género ‘Hipparion’, que convivieron en la Península Ibérica hace entre 9 y 5 millones de años, un buen ejemplo de la variabilidad de tamaño en el linaje de los caballos
Tres especies del género ‘Hipparion’, que convivieron en la Península Ibérica hace entre 9 y 5 millones de años, un buen ejemplo de la variabilidad de tamaño en el linaje de los caballos - Mauricio Antón

La nueva historia de la evolución de los caballos

Científicos españoles apuntan las causas de la rápida acumulación de especies durante los últimos 20 millones de años

Madrid Actualizado: Guardar
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Los caballos aparecieron en América del Norte hace unos 55 millones de años para evolucionar a lo largo del tiempo en cientos de especies distintas que varían en tamaño desde las pequeñas como un zorro a otras más grandes que los ejemplares modernos. Esta diversidad tan asombrosa ha convertido al caballo en un paradigma de la evolución, uno de los primeros ejemplos conocidos de cómo los animales podían adaptarse a su entorno, pero su historia quizás no ha sido bien entendida. Eso es lo que cree un equipo de paleobiólogos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), que ha pasado los seis últimos años revisando los fósiles de 138 especies de caballos, la gran mayoría extintas, y ha sintetizado siglo y medio de estudios sobre los mismos.

Los investigadores explican este jueves en la revista «Science» una historia alternativa, más compleja de la que se ha contado hasta ahora.

Hace unos 18 millones de años, durante el Mioceno inferior, el número de especies de caballos se multiplicó. La teoría clásica apuntaba a que la diversificación estaría relacionada con una serie de rápidas adaptaciones en respuesta a la expansión de un nuevo entorno: las praderas, un escenario que en evolución se conoce como «radiación adaptativa».

«Según la teoría clásica, los caballos que poblaban Norteamérica en ese momento habrían cambiado más rápido al desarrollar una dentadura más resistente a la abrasión, típica de una dieta rica en pasto. Además, se habrían hecho cada vez más grandes como requisito para aumentar la efectividad de la digestión de esta comida menos nutritiva y como estrategia contra los depredadores en los nuevos espacios abiertos», explica Juan López Cantalapiedra, investigador del CSIC y el Museum für Naturkunde de Berlín.

Evolución lenta

Pero los investigadores no creen que el tamaño y la dentición evolucionaran tan rápido. A su juicio, esos cambios morfológicos fueron lentos, porque los datos recopilados indican que las especies se multiplicaron, sí, pero en realidad fueron muy similares en ecología y forma. «Aunque las especies no eran muy diferentes entre sí, podían vivir juntas porque era un época abundante y no tenían que competir», explica López Cantalapiedra a ABC. «Es como si en época de bonanza hubiera diez empresas dedicadas a lo mismo, pero con mercado para todas».

Por tanto, factores del entorno, más que la evolución de esos rasgos morfológicos, influyeron en la rápida acumulación de especies. «Los cambios ambientales habrían provocado la fragmentación de los ecosistemas a escala global, lo que dio lugar a poblaciones aisladas de caballos, diferentes genéticamente, pero con morfologías similares», apunta Manuel Hernández Fernández, investigador de la Universidad Complutense de Madrid en el Instituto de Geociencias.

Los cambios climáticos también facilitaron las dos grandes dispersiones de los caballos desde América a Eurasia. Estas dispersiones tuvieron lugar, respectivamente, hace unos 11 y 4 millones de años a través del estrecho de Bering. En ambas ocasiones los caballos entraron posteriormente a África desde Eurasia.

«En esos momentos volvieron a diferenciarse multitud de nuevas especies de caballos repentinamente, pero no hubo cambios especialmente rápidos en sus rasgos morfológicos», María Teresa Alberdi, del Museo Nacional de Ciencias Naturales

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