El misterioso cometa que explota sin previo aviso

29P se comporta de una manera tan impredecible que los astrónomos llevan años debatiendo sobre su comportamiento

Guía para no perderse la lluvia de estrellas de las leónidas

El cometa 29P durante una de sus últimas y violentas explosiones Proyecto del Telescopio Faulkes / Observatorio Las Cumbres

P. Biosca

El cometa 29P es un objeto bastante peculiar: tiene más de 60 kilómetros de diámetro , lo que lo convierte en uno de los cuerpos más grandes de su tipo. Además, es uno de los pocos cometas conocidos como centauros ; esto es, que orbita alrededor del Sol entre Saturno y Júpiter , si bien se encuentra con el segundo gigante gaseoso cada 50 años , lo que altera su órbita y le conducirá hacia dos posibles destinos: o el interior del Sistema Solar, más cerca del Sol, o a sus helados confines. Sin embargo, sus rarezas no acaban ahí: desde que de descubrió en la década de los años 20, los astrónomos se han dado cuenta de que, de forma impredecible, erupciona con brillantes estallidos . De alguna forma, 'explota', y nadie sabe por qué.

Ahora, una nueva campaña de observación internacional que incluye astrónomos tanto profesionales como aficionados se ha propuesto resolver el misterio. «No se puede predecir cuándo entrará en erupción el cometa», afirma para el portal Space.com Richard Miles , un astrónomo aficionado y ex científico investigador en química de hidrocarburos que actualmente es el jefe de la Sección de Asteroides y Planetas Remotos de la Asociación Astronómica Británica. «Para los astrónomos profesionales es bastante difícil tener tiempo con el telescopio para realizar una monitorización sistemática de estos eventos. Pero los aficionados que tienen telescopios en sus patios traseros pueden observarlo cuando y cuanto lo deseen. Por lo tanto, la cooperación entre ambos es el camino a seguir».

La noche del 25 de septiembre

El 25 de septiembre astrónomos desde EE. UU., Escocia, Francia y la isla española de Tenerife apuntaron sus telescopios hacia el cometa, ubicado en la constelación de Auriga . Resultó una buena noche para observarlo, ya que la luz de la Luna era débil. En ese momento, ocurrió. «Vimos varias erupciones secuenciales», afirma Miles, uno de los observadores de aquella noche. «Hubo cuatro estallidos obvios y luego un quinto al final . Después de menos de dos días, el brillo del cometa era algo así como 250 veces más de lo que era antes de que comenzara a activarse». Y los estallidos aún no cesan.

El inusual comportamiento ya había sido analizado con anterioridad. De hecho, hace una década, científicos del CSIC descubrieron que 29P sufre estallidos cada 50 días , y unas siete explosiones luminosas al año de media. Sin embargo, no tiene ni de lejos la exactitud de un reloj, y la actividad varía sin que se sepa muy bien el porqué. De hecho, esta última cadena de explosiones generó una coma en el cometa, una envoltura de gas típica de los cometas que duró tanto en el tiempo que otros astrónomos pudieron observarlo.

«Es la primera vez que captamos las secuelas de un estallido tan grande», afirma John Noonan , un estudiante graduado de astronomía en la Universidad de Arizona. Noonan estaba tan entusiasmado con la idea de desentrañar los misterios de 29P que incluso elevó una petición para p oder observarlo con el telescopio espacial Hubble . «Las veces anteriores que Hubble miró al cometa 29P se produjeron estallidos más pequeños. Lo que está sucediendo ahora no tiene precedentes, al menos en los últimos 40 años».

Aunque la petición se aprobó, el Hubble experimentó fallos que hicieron que cambiase a modo seguro , por lo que de momento no ha sido posible ver a través de su óptica (si bien los astrónomos esperan que pueda mirarse en los próximos días). En concreto esperan distinguir restos de escombros expulsados durante las explosiones y rastrear estos objetos a medida que se alejan del núcleo del cometa. Si los astrónomos pueden seguir tales fragmentos, «estarán observando el nacimiento de cometas completamente nuevos», explica Noonan.

Un estudio anterior sugirió que la interacción del cometa 29P con la gravedad de Júpiter cada medio siglo podría arrojar la bola de hielo cósmica al interior del Sistema Solar ya en 2038, convirtiendo al centauro en un cometa de la familia de Júpiter que se acercase mucho más al Sol dentro de unos 10.000 años. Si ese fuera el caso, los astrónomos podrían estar a punto de hacer un descubrimiento clave sobre los procesos que ayudan a los cometas a abrirse camino desde el Cinturón de Kuiper , el depósito de rocas espaciales más allá de la órbita de Neptuno, hacia el interior del Sistema Solar, donde se encuentran los planetas rocosos, incluido nuestro planeta.

Las incógnitas de 29P

La verdad es que los astrónomos saben muy poco sobre este objeto y su extraño comportamiento. Ni siquiera entienden el porqué de este repentino aumento de intensidad. La actividad de los cometas suele estar determinada por el calor del Sol : cuanto más cerca de la estrella, más material del cometa helado se vaporiza. Pero la órbita de 29P es circular, por lo que su distancia a nuestra estrella apenas cambia. «Por eso no debería mostrar variaciones muy pronunciadas en su actividad», afirma Noonan.

Pero ahí están los estallidos. Miles opina que pueden ser fruto de complejos procesos geológicos que ocurren tanto en el interior como en la superficie del cometa. Por su parte, los científicos del CSIC propusieron que cuando pequeñas regiones del cometa ricas en hielo quedan expuestas a la radiación solar, se produce una brusca sublimación , es decir, que del estado sólido se pasa rápidamente a gas. La presión de este gas hace que sean arrastradas partículas de tamaño micrométrico, lo que origina los estallidos, capaces de incrementar la luminosidad del cometa y de producir chorros de partículas que se expanden desde el núcleo a una distancia de decenas de miles de kilómetros, creando las envolturas que reflejan la luz del Sol y pueden ser vistas, en efecto, incluso por los telescopios de los aficionados a la astronomía.

Un estudio más reciente de 2014 detectó ' miniexplosiones ' más pequeñas que se dan entre 10 y 15 veces al año, disparando material que vuelve a caer hacia la superficie del cometa formando una especie de 'corteza' dura. Según algunos investigadores, durante las erupciones más violentas, esta corteza se rompería, provocando un estallido mayor. 29P sigue siendo toda una incógnita.

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