Millones de bacterias viajan contigo en el metro, y no pagan billete

La composición de los microbios del metro refleja la de las zonas por donde circulan los trenes, pero a medida que pasa el día aumenta la concentración de microbios de la piel y de patógenos

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ABC Ciencia

Los seres vivos más abundantes de la Tierra son unas pequeñas y simples células: las bacterias. Producen la mayoría del oxígeno del planeta, permiten que los suelos y los océanos sean fértiles y son claves en el funcionamiento de los demás seres vivos. Pero además de todo eso, también viajan en metro, impulsadas por estornudos, toses, respiraciones, secreciones, transpiraciones y demás procesos escabrosos. Sin embargo, todos ellos son necesarios para comprender cómo se extienden las bacterias que causan enfermedades.

Un artículo que se acaba de publicar en Cell Reports ha trazado un auténtico mapa de metro que revela lo viajeras que son las bacterias . Han escogido la red de Hong Kong, usada a diario por cinco millones de personas, y así han observado que cada línea de metro y cada momento del día está poblado un tipo de bacteria. Tranquilizador, ¿no?

«Por la mañana, cada línea tiene rasgos microbiológicos que reflejan la región que atraviesa», ha dicho en un comunicado Gianni Panagiotou, investigador en la Universidad de Hong Kong y del Instituto Hans Knoell, en Alemania, y primer autor del estudio. «Pero a medida que más y más gente usa el metro cada día , las comunidades de microbios de todas las líneas se hacen similares, y acaban dominadas por las bacterias comensales –esto quiere decir que no nos perjudican– de la piel humana».

Fragmento del mapa de metro trazado por los investigadores, donde se representa el trasiego de bacterias Gianni Panagiotou

No importa lo mucho que se limpie el metro. Según Panagiotou el espacio es tan pequeño, y la cantidad de gente tan alta, que no hay forma de no acabar convertido en un perfecto autobús para los microbios .

El equipo de Panagiotou, en colaboración con el arquitecto Chris Webster, quiso analizar la evolución de las poblaciones de microbios del metro en relación con la conectividad de los espacios públicos. Quisieron, por ejemplo, averiguar si el microbioma cambia bajo la influencia del tránsito de personas. «Con cinco millones de personas cogiendo el metro cada día, la huella dactilar de la ciudad debe de estar ahí », ha dicho el investigador.

Para comprobarlo, enviaron voluntarios al metro, durante media hora en plena hora punta, y después tomaron muestras de sus manos. Así pudieron estudiar no solo qué bacterias hay en el metro, sino cuáles suelen pasar a los viajeros.

Casi todos estos polizones resultaron ser bacterias comensales normalmente habitantes de la piel de cualquier persona. Pero, a medida que pasaba el día, la cantidad de patógenos presentes en las muestras se incrementó.

«La idea de este proyecto no es asustar a la gente, porque hemos visto que las líneas de metro más transitadas no comportan un mayor riesgo para la salud», ha explicado Panagiotou. «Lo que queremos es comprender mejor cómo la planificación urbanística puede afectar al tipo de microbios que nos encontramos. Creemos que estudios como el nuestro podrán ayudar a las autoridades a trazar estrategias sanitarias en el transporte público».

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