¿Qué mensajes envían las bandadas de estorninos en el cielo?

Los enigmáticos diseños que dibujan estas aves no son un capricho estético, es la manera que tienen de hacer frente a sus depredadores

bandada de estorninos Archivo

Pedro Gargantilla

Los atardeceres otoñales de algunas zonas de España cobran un interés inusitado: enormes bandadas de estorninos forman una de las más espectaculares coreografías , dibujando acrobacias, elevándose, retorciéndose y pintando el cielo de formas que hacen volar nuestra imaginación y que nos sumen en un estado de hipnosis. Un regalo de la naturaleza.

Los estorninos forman agrupaciones que en algunos casos alcanzan los cuarenta mil ejemplares, lo cual no es óbice para que se mueven con una sincronía perfecta . A diferencia de lo que sucede con los patos o los gansos no existe la figura del líder, que marque el compás que debe seguir el grupo.

Murmuraciones acrobáticas

En los cielos pueden verse dos especies, el pinto ( Sturnus vulgaris ) y el negro ( Sturnus unicolor ), aunque muchas veces las bandadas son mixtas, formadas por miembros de ambas especies.

A pesar de sus impresionantes vuelos no son bien recibidos por todos, hay algunos detractores que se quejan de la gran cantidad de excrementos que depositan con inusitada profusión y, otros, de sus desagradables chirridos.

Precisamente la algarabía de los dormideros ha suscitado que los anglosajones hayan bautizado a estas bandadas como « murmuraciones ».

Luchando contra el enemigo

La filosofía que rige sus vuelos se puede resumir en una máxima: la unión hace la fuerza. Son aves muy gregarias , de pequeño tamaño –en torno a los veinte centímetros- que deben competir con halcones, águilas calzadas o aguiluchos lagunones, unos depredadores que les duplican en tamaño.

Los estorninos han conseguido defenderse gracias a las matemáticas: se rodean de otras seis aves de su misma especie , las cuales se mantiene a una distancia estable , constituyendo una formación impenetrable. Además, las bandadas reducen el escaso éxito que podrían tener los depredadores al cambiar constantemente la dirección de sus movimientos.

No hace falta ser muy sagaz para intuir que la zona de menor riesgo es el corazón de la formación , un área privilegiada que no está al alcance de cualquiera, y que está reservada para los machos de mayor edad.

La zona de menor confort, el borde de la formación, es ocupada por las hembras y los machos más jóvenes. Sin embargo, la aparente debilidad se compensa por el hecho de que allí hay una mayor acumulación de individuos, formando lo que podríamos denominar un « efecto muro ».

Comportamiento flocking

A través de modelos matemáticos se ha estudiado el comportamiento de bandadas de aves, enjambres de insectos, manadas de ciertos animales terrestres y cardúmenes de peces, buscando paralelismos. Al final, los expertos han bautizado al comportamiento común como « flocking » (del inglés flock, rebaño).

Desde el modelo matemático, el comportamiento flocking surge a partir de una serie de sencillas reglas, las cuales no implican ningún tipo de coordinación central. Entre ellas destacan tres: separación (evitando el impacto), alineación (adaptación al rumbo colectivo) y cohesión (orientación hacia el destino de la bandada).

Gracias al comportamiento flocking los estorninos se mueven como si fuera una entidad, cada movimiento se sincroniza en función de la percepción y de la distancia de los vecinos. ¡Cuánto tenemos que aprender los humanos de los estorninos!

Pedro Gargantilla es médico internista del Hospital de El Escorial (Madrid) y autor de varios libros de divulgación

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