Inventores que murieron atormentados por sus inventos: del agente naranja al televisor

Arthur Galston, Robert Oppenheimer, Mijail Kalashnikov, Alfred Nobel y Philo T Farnsworth se arrepintieron antes de morir de sus contribuciones a la ciencia

Un hombre mira los restos de un edificio tras la caída de las bombas atómicas en Japón Archivo

Pedro Gargantilla

A lo largo de la historia de la humanidad hemos creado inventos revolucionarios que han mejorado nuestras vidas o han abierto las puertas para que generaciones futuras los hicieran realidad o, sencillamente, los perfeccionasen.

Entre esa nómina de inventos figuran la rueda, el teléfono, la máquina de vapor o el ordenador. Pero también hay una serie de patentes que atormentaron a sus ínclitos inventores hasta el punto de que llegaran a avergonzarse de ellas.

El agente naranja

Entre 1962 y 1970 las tropas estadounidenses liberaron desde el aire más de setenta y seis millones de litros de agente naranja sobre Vietnam, con la única intención de destruir los cultivos y privar al Vietcong de un refugio donde guarecerse. El componente más peligroso de ese herbicida era la dioxina, un contaminante que puede permanecer en el medio ambiente durante décadas y producir enfermedades en los seres humanos (neoplasias, infertilidad y alteraciones en el desarrollo fetal). Se calcula que de forma directa fallecieron a consecuencia del agente naranja tres millones de vietnamitas y medio millón de niños nacieron con malformaciones congénitas.

El agente naranja fue descubierto por un fisiólogo y biólogo vegetal estadounidense, Arhtur Galston (1920-2008). El hallazgo se produjo mientras experimentaba un regulador del crecimiento de plantas, gracias a sus experimentos observó que el ácido triyodobenzoico (TIBA) era capaz de estimular la floración de la soja y hacerla crecer más rápidamente. Además, advirtió que si se aplicaba en exceso el compuesto químico provocaba que la planta perdiera sus hojas.

Galston, profundamente afectado, alertó en repetidas ocasiones del enorme daño ambiental que estaba produciendo el agente naranja en Vietnam, además del riesgo que suponía para los seres humanos. Llegó a reconocer que el agente naranja había sido un «mal uso de la ciencia». El nombre del compuesto hacía alusión a las franjas de color que aparecía en los barriles utilizados en el transporte.

La bomba atómica

El director del Proyecto Manhattan , con el que se consiguió desarrollar la primera bomba atómica, fue el físico teórico Robert Oppenheimer (1904-1967). Durante mucho tiempo se dedicó a estudiar los procesos energéticos de partículas subatómicas, entre las que se incluían los electrones y positrones. Una de las últimas derivadas de sus trabajos fue la separación del uranio-235 del uranio completo y determinar la masa crítica necesaria para fabricar la bomba atómica.

Gracias al desarrollo del programa estadounidense se consiguió el 16 de julio de 1945 detonar en el desierto de Nuevo México la primera bomba –operación Trinity-. Tan solo unas semanas después se lanzaría sobre Hiroshima y Nagasaki.

Posteriormente Oppenheimer , arrepentido por las muertes ocasionadas, manifestó su pesar por participar en el proyecto Manhattan. Desde 1947 hasta 1952 fue asesor de la Comisión de Energía Atómica de Estados Unidos, desde donde abogó por el control internacional del poder atómico.

Del AK-47 a la televisión

Poco antes de fallecer, Mijail Kalashnikov (1919-2013) confesó que tenía un «dolor espiritual irresistible» y los últimos días de su vida se los pasó haciéndose la misma pregunta: «¿Puede ser que yo… un cristiano y un creyente ortodoxo, tuviera la culpa de sus muertes?». El motivo no era otro que haber diseñado el rifle que lleva su nombre -el AK-47- para el ejército rojo al final de la Segunda Guerra Mundial. Se trataba de un mortífero invento que causó millones de muerte, muchas más que cualquier otro rifle de asalto.

A Alfred Nobel (1833-1896) también le atormentó la idea de muerte y destrucción que la aplicación de sus inventos había generado. En 1864 había vivido la trágica experiencia de ver como su hermano menor y cuatro personas más fallecían a consecuencia de una explosión con nitroglicerina. Dos años después desarrolló un método que hacía más fácil y segura su manipulación, lo consiguió al mezclarlo con la arcilla kieselguhr, obteniendo como resultado la dinamita. Con la creación de los premios que llevan su nombre intentó acallar su conciencia y desempolvar su maltrecho nombre.

Entre los arrepentidos también figura el inventor Philo T Farnsworth (1906-1971), que a los catorce años descubrió los principios básicos de la televisión electrónica. Este estadounidense ha pasado a la historia por crear la primera televisión totalmente electrónica. Desarrolló su invento con la esperanza de que fuese una herramienta de progreso cultural, que con ella se pudiese mejorar el aprendizaje y sirviese de entretenimiento a través de programas deportivos, culturales y educativos.

Farnsworth vivió lo suficiente para comprobar como su invento se había desvirtuado, lo que le llevó a lamentarse de haberlo creado, era de la opinión que las personas desperdiciaban su tiempo frente al televisor.

Pedro Gargantilla es médico internista del Hospital de El Escorial (Madrid) y autor de varios libros de divulgación.

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