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En la foto, un cangrejo sostiene una anémona en cada pata. En el vídeo, un cangrejo divide su anémona en dos y después dos cangrejos se pelean por una - Yisrael Schnytzer

El insólito cangrejo boxeador que roba y clona

Siempre lleva dos anémonas en sus patas, pero si le falta una se la arrebata a la fuerza a otro ejemplar. Después, ambos dividen el ansiado trofeo en dos clones idénticos

MADRID Actualizado: Guardar
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Un equipo de investigadores israelíes ha descrito un aspecto fascinante todavía poco conocido del comportamiento de los cangrejos Libia, una especie que lleva anémonas de mar en cada una de sus pinzas (motivo por el que también se le llama cangrejo boxeador o pompón). En una serie de experimentos, los científicos demostraron que cuando estos cangrejos necesitan una anémona, luchan para robarle una a otro ejemplar. Entonces, ambos se reparten el trofeo en dos, creando clones idénticos.

Los cangrejos boxeadores fueron descritos por primera vez en el siglo XIX. Pero desde entonces apenas unas pocas publicaciones científicas se han dedicado a ellos, y menos aún a su curioso comportamiento de empuñar una anémona. Aunque es bastante común en el comercio de acuarios, la falta de atención que la comunidad científica les ha dedicado se debe presumiblemente a su pequeño tamaño y su comportamiento críptico.

La relación entre los cangrejos y las anémonas es de mutuo beneficio. Se cree que las anémonas se alimentan de las sobras de comida del cangrejo, mientras que estos las utilizan como defensa de otros depredadores, agitándolas frente a ellos. En el nuevo estudio, publicado este martes en la revista de acceso abierto PeerJ, Yisrael Schnytzer y Yaniv Giman, ambos estudiantes graduados de la Universidad Bar-Ilan en Israel, investigaron diversos aspectos de la asociación entre el cangrejo y la anémona. Su estudio se centró en tratar de resolver el misterio de cómo los cangrejos adquieren sus anémonas de mar.

A lo largo de varios años se observaron o recogieron de las aguas poco profundas del mar Rojo en la costa sur de Israel en Eilat más de 100 cangrejos boxeadores. Estos cangrejos no tienen más que un par de centímetros de diámetro y color similar al de las rocas en las que viven, por lo que la propia búsqueda ya resultó una tarea en sí misma, según los autores. A lo largo de todo el estudio, observaron que todos y cada uno de los ejemplares llevaban encima un par de anémonas de mar, que se identificaron como pertenecientes al género Alicia, probablemente una especie recién registrada.

Sorprendentemente, a pesar de la búsqueda exhaustiva del equipo, fueron incapaces de encontrar cualquier Alicia viviendo por su cuenta. Por lo tanto, realizaron una serie de experimentos de laboratorio, para tener una idea de cómo los cangrejos se hacían con sus anémonas de mar en la naturaleza.

Un primer experimento demostró que cuando a un cangrejo se le arrebata una de sus dos anémonas de mar, dejándole con una sola, este la dividirá en dos fragmentos que luego se regeneran en el transcurso de varios días en dos nuevos clones.

La lucha por la anémona

En la segunda parte del estudio se llevaron a cabo una serie de ensayos en los que un cangrejo con anémonas de mar se colocaba en un acuario junto con otro al que se le habían quitado sus anémonas. Entonces los cangrejos empiezan a pelearse. El cangrejo sin anémonas se mueve para paralizar una de las pinzas del oponente, y luego extraerle una parte o la totalidad de una anémona de mar. La mayoría de estos encuentros terminaron en un robo exitoso, y sin ningún daño aparente incurrido a cualquiera de los cangrejos. Los boxeadores proceden entonces a dividir sus anémonas, de manera que una vez más cada uno de ellos tiene un par.

Por último, los experimentos de laboratorio se completaron con un estudio de huellas moleculares de los pares de anémonas silvestres tomadas de los cangrejos capturados. Resulta que cada cangrejo estaba sosteniendo clones idénticos, lo que sugiere que los comportamientos de laboratorio observados se utilizan presumiblemente con frecuencia como un medio para obtener sus preciosas anémonas de mar en la naturaleza.

Los investigadores informan de que esto parece ser un ejemplo único de un animal que induce la reproducción asexual de otro, lo que en consecuencia también afecta a su diversidad genética.

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