Tu gato sabe su nombre pero prefiere ignorarte

Experimentos demuestran que estas mascotas son capaces discriminar su apodo de otras palabras

Más de 600 millones de gatos viven con humanos en todo el mundo Adobe Stock

ABC Ciencia

Los gatos domésticos (Felis catus) y los perros (Canis familiaris) son los animales de compañía más populares. En todo el mundo, más de 600 millones de gatos viven con los humanos y en algunos países su número es incluso superior al de los canes. Empezaron a acompañarnos hace aproximadamente 9.500 años y desde entonces no han dejado de ocupar nuestros sofás. Esta convivencia ha permitido que los gatos hayan desarrollado la capacidad de comunicarse con los humanos y con frecuencia lo hacen, como bien sabe cualquier dueño que saque la caja de pienso de la despensa. Reconocen señales gestuales, faciales y vocales humanas. Pero es que además son capaces de discriminar su propio nombre , según ha concluido un grupo de científicos japoneses. Eso sí, muchas veces se hacen los locos.

Muchos dueños de perros creen que sus mascotas entienden aproximadamente 30 palabras. Y los que están entrenados extensamente pueden diferenciar entre 200 o 1.000. La capacidad para comprender las expresiones verbales humanas también se muestra en otras especies, como los simios, los delfines y los loros; sin embargo, aún no se había probado si existe tal habilidad en gatos domésticos, aunque algunos propietarios insisten en que sus gatos pueden reconocer sus nombres y palabras relacionadas con la comida.

En el nuevo estudio , los científicos de la Sophia University realizaron cuatro experimentos con gatos que vivían en hogares con o sin la compañía de otros ejemplares y con los mininos de una cafetería para gatos, uno de esos locales donde uno puede tomarse un refrigerio mientras acaricia un lomo peludo. Básicamente, los científicos reprodujeron grabaciones de los dueños de los gatos diciendo cuatro palabras cada quince segundos con la misma entonación y duración del nombre del gato, que pronunciaban a continuación. La palabra «hihu» (piel en japonés), por ejemplo, podía preceder al nombre «Kari». Mientras escuchaban las palabras al azar los gatos no mostraron ningún interés, pero cuando oyeron su nombre, la mayoría movió sus orejas, la cola, las patas o la cabeza. Algunos incluso se levantaron. Los científicos vieron respuestas similares cuando el nombre del gato apareció después de los nombres de otros felinos con los que vivía, o cuando un extraño pronunciaba las palabras.

Comida, caricias y juegos

Los autores del estudio creen que los gatos reconocen su nombre porque es la expresión que los humanos les repiten con mayor frecuencia, muchas veces relacionada con recompensas como la comida, caricias y juegos. De hecho, los únicos gatos que tuvieron problemas con la tarea fueron los que vivían en la cafetería para gatos. Estos felinos podían distinguir su nombre de los sustantivos al azar, pero no de los nombres de sus compañeros en el local. Tal vez sea porque los visitantes llaman a muchos gatos, pero solo recompensan a algunos con caricias o golosinas.

Sin embargo, los gatos no siempre vienen cuando se les llama, inconveniente que los autores del estudio atribuyen en «New Scientist» a la naturaleza del propio animal: «Los gatos no han evolucionado para responder a las señales humanas. Se comunican con los humanos cuando quieren. Así son ellos».

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