La estatua de Felipe IV que Galileo diseñó para que no se cayera

El monarca pidió una estatua ecuestre en el que el animal tuviera solo dos patas apoyadas. El científico pisano hizo los cálculos necesarios para lograr el equilibrio

Estatua de Felipe IV, colocada frente al Palacio Real, en Madrid

Pedro Gargantilla

El cuarto de «nuestros Felipes» –el rey Planeta - vino al mundo el Viernes Santo de 1605 y fue uno de los monarcas más caprichosos que han reinado en nuestro país.

Cuando ya había cumplido los 30 se le antojó ver su imagen esculpida sobre un caballo en corveta , esto es, apoyado sobre sus patas traseras. Hasta ese momento este tipo de representación tan sólo se había conseguido plasmar en la pintura.

Felipe IV deseaba una escultura similar al cuadro que le realizó Velázquez y que ahora se encuentra en el Museo del Prado. Cuando el pintor sevillano se enteró de su capricho le advirtió que este tipo de monumento ecuestre era técnicamente imposible de realizar.

Las exhortaciones de Velázquez no fueron suficientes para que el soberano cesase en su empeño.

Una escultura ecuestre «imposible»

A través del todopoderoso conde duque de Olivares el encargo recayó en el escultor italiano Pietro Tacca (1557-1640), que tenía su taller en Florencia. Este artista había realizado con anterioridad una escultura ecuestre para Felipe III , eso sí, con el caballo apoyado sobre sus cuatro extremidades. Esta escultura se encuentra actualmente en la Plaza Mayor de Madrid .

El toscano no tardó en comprender que estaba ante el encargo más complejo de su vida, por lo menos en cuanto a los aspectos técnicos se refiere. No iba a ser fácil sostener una escultura de bronce únicamente sobre los cuartos traseros.

La ayuda de Galileo Galilei

Tacca no tuvo reparo en solicitar la ayuda del gran genio del momento: su coterráneo Galileo Galilei (1564-1642). Al genio italiano se le atribuye la siguiente respuesta:

«Necesitaréis más de ocho toneladas de bronce para vuestra obra, ya que la parte trasera ha de ser maciza. La inclinación, ángulos y cálculos para el vaciado os los haré llegar a la mayor brevedad posible».

La elección de Galileo como asesor fue de lo más acertada, ya que desde hacía varios años estaba interesado por el estudio de la resistencia de los materiales –en 1683 se publicó de forma póstuma el «Discurso y demostración matemática» en donde abordó con detalle este tema- y la dinámica de los cuerpos.

Por otra parte, su simbiosis en el campo artístico tampoco era nueva, tenemos constancia de que orientó científicamente a otros artistas italianos, como Cigoli, Sigismondo Coccapani y Baccio del Bianco.

Desplazar el centro de gravedad

El principal problema de la escultura era el centro de gravedad, Galileo sugirió desplazarlo sobre la zona de sustentación , dejando hueca la parte delantera de la estatua. Esta solución fue pionera en el mundo del arte y fue la base de un modelo estatuario que estuvo vigente durante la siguiente centuria.

Se cuenta que cuando Felipe IV vio un modelo preliminar en barro quedó horrorizado, el rostro del jinete no se parecía en nada a él, por lo que hubo que buscar a un escultor para que hiciese la cabeza.

Velázquez contactó con Juan Martín Montañés, un escultor de reconocido prestigio de la escuela sevillana , quien modeló un rostro en barro para que Tacca tuviera una referencia más exacta de los rasgos faciales del monarca.

Cuanto estuvo terminada, la escultura ecuestre llegó a la península por vía marítima. Inicialmente estuvo emplazada en el Palacio del Buen Retiro pero en 1843 se trasladó a su localización actual, en la Plaza de Oriente.

Pedro Gargantilla es médico internista del Hospital de El Escorial (Madrid) y autor de varios libros de divulgación

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