¿Se comería usted esta fruta «natural»?

Los vegetales no siempre fueron como los conocemos y su sabor tampoco era el mismo. Así es como han cambiado en miles de años

Un plátano silvestre, tal y como era antes de que el hombre comenzara a cultivarlos hace 10.000 años
José Manuel Nieves

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A qué clase de fruta o vegetal corresponde la imagen sobre estas líneas? ¿Se trata quizá de un limón algo estropeado? ¿O de alguna clase de fruto tropical no demasiado conocido en esta orilla del Altántico? Pues nada de eso. Se trata, en efecto de un plátano silvestre, tal y como han sido siempre en la naturaleza antes de que, hace cerca de 10.000 años, el hombre empezara a cultivarlos.

Y lo mismo sucede con un buen número de las frutas que podemos ver hoy en cualquier supermercado. De forma que, la próxima vez que saboree una sandía, un plátano o una zanahoria, tenga muy en cuenta que estos vegetales no siempre fueron así, y que su sabor tampoco era el mismo en su formato original.

Según explica Tanya Lewis en un artículo publicado en Business Insider , los alimentos modificados genéticamente están generando en nuestra sociedad una gran controversia. Pero los humanos, incluso miles de años antes de conocer siquiera las bases de la genética, ya realizaban cruces entre especies vegetales y animales para conseguir ejemplares más grandes, más resistentes, más sabrosos...

Por supuesto, el cultivo selectivo es un procedo mucho más lento que el de introducir directamente uno o varios genes en una planta para conseguir que adquiera tal o cual propiedad, pero el resultado, al final, es exactamente el mismo. Y si no observen las fotografías recopiladas por Tanya Lewis en su artículo y que reproducimos a continuación.

Maíz

El maíz es, con toda probabilidad, el mejor y más representativo ejemplo de cómo la mano del hombre ha conseguido ir modificando los alimentos que hoy todos consumimos. En su forma salvaje, que aparece en la imagen, el trigo empezó a ser modificado aproximadamente unos 7.000 años antes de Cristo. En aquél tiempo, sus espigas eran muy pequeñas y secas. Nada que ver con el trigo actual, mil veces mayor del que existía hace 9.000 años, mucho más fácil de cultivar y con un contenido de azúcares cuatro veces superior al original.

La lista podría ser interminable. Los melocotones originales, por ejemplo, apenas si medían 25 mm hace 6.000 años, cuando empezaron a cultivarse en China. Y fue solo tras varios miles de años de cruces y de siembras selectivas cuando llegaron a ser los deliciosos frutos que son hoy, 64 veces más grandes que los originales, un 27% más jugosos y mucho más dulces.

Hoy, los procesos de modificación son mucho más rápidos, y no se necesitan muchas generaciones de cultivos para que un producto concreto adquiera una cualidad o pierda alguna característica molesta para nosotros. En la actualidad, en efecto, basta con añadir uno o varios genes concretos para conseguir tomates más resistentes, frutos más sabrosos o variedades capaces de sobrevivir en climas extremos. Lo que es seguro es que llevamos ya miles de años consumiendo comida genéticamente modificada ...

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